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Él es la personificación de un dios griego.
O eso dicen todas de Andrew Basset, el apuesto mariscal de campo, el chico que con una mirada hace que se te mojen las bragas, aunque es un gruñón, malhumorado e inquieto de primera, que va por la vi...
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—Elowyn, vamos a salir a comer pizza, ¿en serio te quedarás aquí encerrada?
Pongo los ojos en blanco antes de que ella entre a mi habitación, se queda en la puerta observándome, mamá es muy bonita, no aparenta la edad que tiene, desde que tengo uso de razón la he observado haciendo su rutina para la piel, el protector solar nunca falta, eso es parte esencial de su vida, es en lo único que ella ha influenciado en mí, ama maquillarse, estar bien bonita, aunque sea para sentarse en el jardín a tomarse una copa de vino.
—Que sí mamá, no quiero salir.
—¿Te hicieron algo? Sabes que puedes confiar en mí.
—No me hicieron nada.
Suelta un largo suspiro antes de asentir.
—Está bien bebé, te voy a traer un tarro de helado de vainilla.
Eso me hace sonreír, cuando me ve sus ojos brillan, sé que le preocupa verme tan decaída, incluso puedo saber lo que está pensando, ella siempre se ha preocupado por el bullying a lo largo de mi vida en la escuela, pero papá me enseño desde pequeña que las palabras se toman de quién la dice, eso me ha ayudado, es difícil que un desconocido me hiera con facilidad, ese poder solo lo tienen las personas que yo quiero.
Por eso salí huyendo cuando Andrew dijo que le gustaba, odio cuando me mienten en la cara, ese día despacharon temprano después de la charla a la que no asistí por estar besuqueándome con él, no volví a la escuela el día siguiente, me reporte como enferma, porque de verdad me sentía mal, no estaba enferma, pero me dolía todo el cuerpo, sus palabras me golpearon tan fuerte hasta dejarme fuera de base.
Hoy no había clase, se inundó la escuela, eso quiere decir que tengo un fin de semana largo para pasármela acurrucadita en mi cama, son las seis de la tarde del viernes, Dakota me insistió tanto para que vayamos a la fiesta en la casa de Ulises, pero no tengo ganas, no quiero ver a nadie, además los viernes tenemos una tradición en la casa que siempre cenamos afuera culpa de los abuelos, aunque mis amigos dicen que eso solo lo hacen los latinos.
Pero mamá nació aquí, aunque mis abuelos son mexicanos y papá nació y se crio hasta los seis años en Santo Domingo, toda mi familia paterna es dominicana, las de mamá son mexicanos, yo nací en Cancún, a mamá se le rompió la fuente en un viaje familiar, así que tengo doble nacionalidad, mexicana por nacimiento, dominicana por la constitución de República Dominicana y tengo la ciudadanía estadounidense por mamá.
Papá entra a despedirse besando mi frente, pidiéndome que los acompañe otra vez, pero le digo que no quiero salir, me promete que me traerá algo dulce para subirme el ánimo o me da la opción de comprarme un pasaje de avión hacia dónde yo quiera, amo demasiado a mi papá, él siempre busca la manera de sacarme del hoyo, aunque yo no quiera, es una buena oferta, pero no quiero que gaste tanto dinero, así que le pido un pote de nutella.
