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𝔈l día empezaba relativamente normal, con un mal humorado y hambriento Katsuki en clases de matemáticas, estaba demás decir que esa clase en específico la odiaba, números y más números, la cabeza le iba a explotar de tantos número y letras, maldecía internamente al qué se le ocurrió juntar los números con las letras.
Para su buena suerte la campana qué indicaba la salida de esa cárcel juvenil sonó, saltó de su asiento posando su mano sobre su escritorio e impulsandose sobre la mesa, con su mano libre tomó su bolso estudiantil y corrió afuera del salón con las miradas sorprendidas de sus compañeros de clase sobre su persona. Corrió entre los estudiantes chocando con algunos de ellos, sus ojos onix se iluminaron al ver la cancha de fútbol.
Se adentró rápidamente a la desolada cancha, dejando su bolso sobre las gradas y retirando su polera deportiva. Katsuki era un tipo solitario, la mayor parte del tiempo se la pasaba en las canchas de la escuela o en la azotea, aun así era muy popular entre los estudiantes, dado que se destacaba por sus habilidades físicas y su actitud amistosa con los demás, agregando el hecho de que era una persona demasiado inteligente.
Mientras se dedicaba a hacer algunos ejercicios de calentamiento, el graderío se lleno de varias muchachas fanáticas, las cuales observaban al rubio y hablaban entre ellas sobre lo guapo que se veía, el rubio rodó los ojos al oír sus gritos desde lo lejos, sin embargo les envío una encantadora sonrisa que las hizo gritar como locas de nuevo.
Sin más, comenzó a mover sus pies junto con la pelota qué estaba a escasos metros de él, su concentración se la llevo la forma en que sus pies se movían, controlando la pelota.
Esfuérzate más Katsuki, debes ser mejor.
Su cabeza le repetía una y otra vez que debía mejorar, más, más y más. Siguió y siguió, se tomaba pequeños descansos para beber un poco de agua y seguir entrenando hasta que sus propios profesores lo sacaron del campo, algo indignado comenzó su camino a su casa donde su abuelo y su hermana menor lo esperaban, al pasar por un gran puente un grupo de niños pequeños lo interceptaron, interrumpiendo su camino, todos hablaban con voces alegres y saltaban emocionados.
―¡Katsuki-chan, vayamos a jugar ahora!
―¡Katsuki, hoy pude hacer mi primer gol!
―¡Katsuki juguemos todos juntos!
El rubio sonrió mientras rascaba la parte posterior de su cabeza, todos los pequeños niños hablaban a la vez y no lograba entenderlos del todo.
―¡Esperen, jugaremos pero hablen uno a la vez por favor!
Todos de inmediato guardaron silencio y asintieron a la par que corrían de regreso a la cancha del lugar con gritos de emoción. Katsuki soltó pequeñas risitas mientras caminaba tranquilamente por donde los niños se habían ido, sin embargo unos gritos llamó su atención, tres de sus pequeños amigos se escogieron en su lugar del susto mientras más adelante de ellos un muchacho de ropa deportiva color blanca y bufanda gritaba sin razón alguna, tenía su cabeza agachada y sostenía una bicicleta.
