El Hermano De Mi Rival

Ganando el control

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Kouga estaba contento de estar acostado en la cama por el resto del futuro previsible y disfrutar de la sensación de su pareja apretada fuertemente contra él con sus brazos envueltos alrededor del youkai mayor en sus brazos. El ligero ronquido de Sesshomaru era prueba de que había cansado al demonio por completo la noche anterior. Eso y el hecho de que ya había pasado la apertura y los dos no habían escuchado su alarma. El sonido de un teléfono vibrando en la mesita de noche lo obligó a abrir los ojos y suspiró profundamente por la nariz mientras miraba perezosamente en su dirección. Era el teléfono de Sesshomaru y, aunque no podía leer la pantalla desde este ángulo para ver quién llamaba, el hecho de que las vibraciones fueran tan irritantes lo hizo sentir seguro de que era Inuyasha. Simplemente lo vio apagarse y cuando se quedó en silencio, se dio la vuelta, listo para volver a dormitar con su marido.

Parecía que quienquiera que estuviera al otro lado de la línea telefónica tenía otras ideas, porque el teléfono estaba zumbando de nuevo y puso los ojos en blanco sin abrirlos. Extendió la mano a ciegas y agarró el dispositivo después de un par de intentos fallidos y lo sostuvo sobre él antes de abrir los ojos nuevamente para mirar la pantalla. Su mirada se profundizó y sus cejas se fruncieron al ver el último nombre que quería ver. Anoche, él y Sesshomaru se habían peleado por culpa de este hombre.
Miró a su esposo dormido, sus ojos ávidamente observando las ronchas aún sanando y las marcas de paletas que cubrían el trasero bien formado. Sin mencionar los moretones en forma de soga que se desvanecían alrededor de las muñecas del inukai. Su pene se contrajo cuando recordó la vista de Sesshomaru atado y envuelto sobre el caballo de esclavitud, rogando amortiguado por la mordaza de bola y el agujero completamente usado lleno con un tapón vibrador. Tragó pesadamente mientras trataba de calmarse, no queriendo que su pene duro despertara a su pareja. No es que Sesshomaru no estuviera más que molesto por eso, y todavía dispuesto a hacer algo al respecto, pero el demonio merecía dormir un poco después de haber sido puesto a prueba voluntariamente.

Mientras el teléfono continuaba zumbando en lugar de sonar, se preguntó si valía la pena contestar y enojarse con el mero sonido de la voz del hanyou. Escuchó a sus instintos y negó la llamada, dejando que el teléfono se le cayera de la mano sobre la cama y aterrizara donde fuera. Se acurrucó más contra Sesshomaru, quien emitió un suave gemido de protesta por haber sido empujado antes de volver a acomodarse en silencio, con la piel desnuda presionada deliciosamente contra la de Kouga.

Ni siquiera treinta segundos después de haberse detenido, el teléfono estaba vibrando de nuevo y Kouga gruñó profundo y fuerte. Eso fue todo. Iba a darle al idiota un pedazo de su mente y luego tal vez rastrearlo y patearle el trasero. Haciendo todo lo posible por no molestar más a Sesshomaru, levantó el teléfono una vez que lo encontró de nuevo y tomó la llamada.

"¡Qué!" Estaba silbando con vehemencia, su voz aguda a pesar de que estaba susurrando. "¿Qué diablos quieres?

“Ah, Kouga-san. Buenos días, o mejor dicho, buenas tardes. Señor, odiaba a este hombre que incluso su misma voz estaba haciendo hervir su sangre. "¿Supongo que Sesshomaru no está disponible?"

“Él no está disponible. Vuelve a llamar más tarde”.

Qué terriblemente inconveniente. Espero no haberte molestado directamente. Naraku dijo arrastrando las palabras, y Kouga pudo imaginar la cara de suficiencia que no coincidía con la falsa preocupación detrás del tono de voz. "Solo espero actualizarlo sobre un desarrollo particular que involucre nuestro negocio de ayer".

Eso hizo que Kouga frunciera aún más el ceño. Esa maldita reunión secreta de negocios fue lo que causó la pequeña pelea entre él y su esposo ayer. No era como si no se hubieran reconciliado, varias veces o que Kouga no hubiera obtenido retribución y una buena sesión secundaria de Sesshomaru, pero aun así. Fue el principio. Este bastardo había entrado y sacudido los cimientos recién establecidos de su hogar feliz que estaban construyendo. El okami se negó a darle la oportunidad de hacerlo de nuevo.