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El médico limpió la sangre con rapidez y sin temblar ni mirarme. Suho había trabajado para mi familia desde que su padre murió a los setenta y tres. A mi abuelo no le agradaba mucho Suho, decía que tenía una boca muy grande por siempre pelear con él sobre sus medicinas. A mi me agradaba que dijera lo justo y necesario y que no perdiera el tiempo. Su padre alguna vez curó mis heridas, cuando estaba en la secundaria, y le tomó dos horas descubrir que lo que estaba lastimado eran mis costillas no mi cara.

—Debe cuidar su herida —mencionó cuando volvió a suturar el punto que saltó con los golpes de los yakuzas—. Estaba sanando bien, pero ahora tardará mucho más. Por las otras heridas, solo tiene una costilla fisurada que vendada sanará en un par de semanas. Le recomendaría que hiciera ejercicios de respiración para mejorar su estado, pero no va a hacerlo —suspiró ligeramente—. Tampoco debería fumar.

Le di otra calada a mi cigarrillo y le sonreí. Suho me conocía demasiado bien como para saber que además de un analgésico o un par de vendas, no me cuidaba lo suficiente. Tampoco me importaba, de hecho.

Kyungsoo se sentó a mi lado, leyendo la nota que había encontrado en el cofre.

—Le dejaré pastillas en el mesón de la cocina. El punto debe ser retirado la semana próxima. Llámeme para una última revisión.

Suho le dio una ligera mirada a Kyungsoo y a su ruidosa boca que no se apartaba de las galletas de arándanos. Mi pequeño amigo ni siquiera se daba cuenta de que era la presa del médico.

Debía entretenerme un rato para evitar el dolor de cabeza que conseguí desde que desperté esa mañana.

—Está soltero —le dije a Suho—. Le gustan las navajas de bolsillo y cocinar. Ahora mismo está involucrado con mi guardaespaldas, pero puedo despedirlo si te estorba.

Kyungsoo me miró con esos enormes ojos negros y los labios fruncidos, pero llenos de migajas y pintados de azul oscuro. Estaba molesto y Suho pareció algo avergonzado por haber sido atrapado por mí, mas se recompuso con rapidez.

—Lo lamento —murmuró—. Yo-

—Toma una galleta y vete —masculló Kyungsoo con la vergüenza saltando por sus poros.

Suho salió con su maletín a pasos rápidos, pero sí se detuvo para tomar una de MIS galletas, luego se fue. Kyungsoo hubiese saltado contra mi cuello, pero hasta él sabía que podía hacerse daño.

—Eres detestable —masculló—. ¿En vez de mafioso ahora serás cupido?

—Sería provechoso considerando que Jongin te ha dejado abandonado.

Él me miró con todavía más rabia.

—No tienes tacto.

—¿Quieres que tenga tacto? Kyung, te dije que no tomaras en serio a Jongin.

—Tú me lo presentaste —refunfuñó.

—Y fue para que te entretuvieras, no para que te enamoraras de él. Yo mismo te advertí que a él solo le importa su trabajo.

—... No solo su trabajo —murmuró con la voz amortiguada. Eso no era ningún buen augurio—. Estuvo con alguien hace un tiempo.

Oh, vaya.

No, Dioses, no tengo pañuelos a la mano y soy una tragedia como consuelo.

—Cuando estuve en Japón y nos distanciamos ocurrieron muchas cosas. Y él... salió con alguien más.

—No sabía de eso.

—... Él mismo me lo dijo hace un par de semanas, al regresar.

—¿Te lo dijo?

SIN SALIDA: El último tiro (Chanbaek)Where stories live. Discover now