iii.

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En un abrir y cerrar de ojos, estaba dentro del tren.

Con mesas llenas de comida y bebidas, sillones cómodos y muchos lujos los cuales jamás se podría haber permitido antes.

Rubius aun no había terminado de procesar lo que había pasado en la cosecha. En su cabeza se repetía una y otra vez el momento en que su hermana salía seleccionada de la urna. 
Y es que era imposible, imposible que ella tuviera una mínima oportunidad de tener su nombre en algún papel. Él mismo se había encargado de eso. 

¿Había sido planeado acaso? 

Mierda. Lo único importante era que, nada de lo que había hecho había funcionado. No cumplieron con su palabra.

Rubius elevo la mirada, apartándola de la taza de café entre sus manos.

Elisa, una mujer bajita, delgada, de cabello rizado y oscuro, llevaba un par de rosas decorando su cabello, unas rosas de un rojo vivo al igual que el labial que portaba; su vestido, igualmente rojo y lleno de flores, parecía ser tan incomodo y pesado pero ella lo hacia ver como portar una pluma. La forma en la que se expresaba, movía sus manos y hablaba con Nieves sobre las mil maravillas que el capitolio portaba.

Que asco.

Sintió nauseas de solo escuchar como intentaba llenarle la cabeza de tontas ideas, de como hablaba y presumía del privilegio donde creció.

Ellos en donde su única preocupación es planear su maquillaje del día siguiente, mientras que a nosotros nos mandan a una arena a matarnos como animales... 

—Rubius... Rubius... ¿Rubius?—

—Ah ¿si?— pregunto saliendo de su transe, mirando a la mujer de rosas que le hablaba.

—Le decía a Nieves que las calles del capitolio son lo mejor, son muy bonitas y todo lleno de arte y moda— dijo con una sonrisa —Te va a encantar— se dirigió nuevamente a la chica pelirroja. En cuanto ella le devolvió la sonrisa, su atención volvió al chico, buscando confirmación. —¿Cierto Rubius?—

—Ah, sisi, es... lindo— Se encogió de hombros, regresando su mirada a su taza de café y en voz baja.

—Deseo verlo entonces— Respondió Nieves con una sonrisa en su rostro mientras veía a la mujer para afirmar su emoción.

—Me alegro, llegaremos en breve!— Elisa se puso de pie —Si me disculpan, ya regreso— dijo como ultimo antes de abandonar la sala.

Y en cuanto las puertas se cerraron...

Nieves dejo el tenedor que tenia entre las manos sobre el plato, de manera algo brusca haciendo que sonase. Tomo una de las servilletas y limpio su boca, mientras se ponía de pie e iba a buscar un vaso y agua del jarrón.

Rubius elevo la mirada, viéndola servirse agua y beber con rapidez.

—Te está mintiendo..—

—¿Ha?—

—Lo que dijo Elisa— Se explico —Nunca verás las calles del Capitolio, una vez que lleguemos entraremos al área de tributos, no hay manera de dar un paseo por el Capitolio, solamente lo hace para distraerte y emocionarte—

Ante el silencio de la chica, Rubius volvió a tomar la palabra. —¿Por qué lo hiciste?—

Nieves se tomo un momento antes de responderle —Mi hermana... fue tributo hace 7 años, y la perdí...— Dejo el vaso ahora vacío sobre la mesa —Alexa, ¿es tu hermana no es así?— pregunto pero no espero respuesta para seguir hablando —De alguna manera vi a mi hermana en ella, y entendí la impotencia que sentiste de no poder protegerla—

Rubius relamió sus labios conteniendo muchas de sus ideas para no decir algo precipitado —Sabes que solo iremos a morir ¿no?—

—Al menos, sentiré que hice algo con mi vida, salve dos vidas, la de tu hermana, y la del tributo que resulte ganador—

Rubius no dijo nada más, tan solo regreso la mirada a su café y respiro profundo.

Nieves abandono la sala sin esperar mucho más.

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⏰ Última actualización: Dec 24, 2023 ⏰

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