Capítulo 3

81 13 6
                                    

Los siguientes días a aquella noche fueron un auténtico caos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Los siguientes días a aquella noche fueron un auténtico caos. Habían estado viviendo entre el hospital y su casa, durmiendo por turnos para hacer compañía a su hermano. Por suerte los médicos habían realizado un gran trabajo y Alessandro se encontraba estable; la bala no había afectado a ningún órgano o a la columna vertebral, por lo que se estaba recuperando rápidamente del disparo. Al cuarto día de estar ingresado, le dieron el alta y la familia volvió a su hogar para por fin, descansar y reunir a la organización.

Adrienna había tenido que pasar por una especie de interrogatorio durante esos días; su padre le había preguntado por lo ocurrido en innumerables ocasiones y ella siempre contestaba lo mismo. Temía que la guerra entre las familias se avivara después de aquella noche, solo habían sido un malentendido y su hermano actuó en su defensa, era lo que hubiera hecho cualquiera en esa situación.

Don Cutolo había actuado como mediador entre los Genovese y los Quinn en esa ocasión para evitar males mayores. Damien reconoció que había atacado a la joven y recibió su debido castigo por parte de su familia; mientras que Joseph, también se encontraba ya en casa sanando su herida.

La joven de los Genovese se encontraba tumbada en la cama junto a su hermano Alessandro en la habitación de este. Le acariciaba el pelo sin quitarle ojo mientras él dormía plácidamente apoyado sobre su regazo; no le había dejado solo desde el tiroteo y es que en cierto modo se sentía culpable de lo ocurrido.  Tenía una venda  rodeando su cintura, con una gasa en la parte dónde había recibido la bala. Recordó las palabras de los médicos que sorprendidos comunicaron a la familia que además de haber sobrevivido, su columna no había sufrido daños y que volvería a andar con normalidad en unas semanas. Solo pensar que podría haberle perdido aquella noche hacía que su estómago se revolviera; de todos sus hermanos Alessandro era con quien tenía una conexión especial, quizás por la poca diferencia de edad o quizás por las innumerables anécdotas y memorias que habían compartido.

Gianni entró en la habitación con cuidado de no hacer mucho ruido y al ver a los dos sonrió. Adrienna salió del trance en el que se encontraba y sonrió de vuelta a su hermano.

—¿Puedo?— Señaló el hueco libre en la cama. La morena simplemente asintió, por lo que se tumbó en ese lado. —¿No piensas volver a tu habitación, Adrienna?

Ella le miró y rió un poco, para luego encogerse de hombros.

—No quiero dejarle solo, Gianni, ¿y si nos necesita?

Su contrario miró a su hermano y luego de vuelta a la joven.

—No fue tu culpa, hermanita.— Intentó tranquilizarla. —Sé que te sientes mal por lo que pudiera haberle pasado, pero Alessandro está bien y en casa, en unos días estará como nuevo.

Adrienna negó y tragó saliva sobre seco.

—No lo entiendes...— Le miró directamente con los ojos humedecidos por las lágrimas. —Si hubieras escuchado su quejido de dolor, la angustia de su voz al no poder levantarse... Estaba aterrado, y yo también.— Hizo una pequeña pausa. —Si le llega a pasar algo grave por intentar salvarme, yo...

Deathbed (J.Q)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora