Gustos y Preferencias

¿Cuál es tu tipo de mujer?

La noche era cálida, las aguas del mar estaban tranquilas y navegables. Un clima realmente agradable.

Nada comparado a las cercanías de Wano. 

La peleas principales y secundarias, habían agotado por completo a todos, aunque lograron descansar al menos unos días, no fue suficiente. 

La adrenalina aún corría por todo su cuerpo, todavía sentían hambre de una batalla, de diversión, de satisfacción.

Pero debían seguir.

Aún había mucho por ver, Wano apenas era otra isla más que conquistar para encontrarlo. 

Todavía había mucho más.

La aventura siguió su rumbo.

Un sueño fue expresado.

Lo imposible, pronto lo sería.

El amanecer estaba cada vez más cerca.

Risas, cantos y gritos alegres, resonaban por toda la cubierta del Sunny.

Las carnes de la comida ya se había terminado hace rato, solo quedaban sus acompañantes y algunos postres con fruta.

Pero si hablamos de bebida, ya se podían observar varias botellas vacías, de todo tipo de licores. Sin embargo, aún había más de donde salieron.

Definitivamente, se la estaban pasando de lo mejor.

—Ha, ha, ha, esta cerveza es increíble.— expresó con las mejillas sonrojadas la navegante.

—¡Tienes razón, Nami!—coincidió el francotirador mientras abrazaba a la mujer.

—Fu, fu, fu, espero que también lo esté disfrutado, Oyabun.— sonrió con suavidad la arqueóloga. 

—Ha, ha, ha, por supuesto que lo estoy haciendo, Nico Robin.—respondió entre risas el gyojin.

—Me alegr...—fue interrumpida por el abrazo de la otra mujer.

—¡Robin!—río con ligera ebriedad—. ¡Vamos, Robin!, ¡bailemos!

—Oh.

—¡Nami-swan! ¡Robin-cwhan!—cantó emocionado el cocinero entre corazones, pensando el baile que sus compañeras harían.

—Fu, fu, fu, creo que esa es nuestra señal para irnos a descansar, Nami.

—Moh, pero Robin.—se quejó, intentando separarse de la mayor.

—Vamos, mañana me lo agradecerás.—con la ayuda de extremidades extras, logro que la peli naranja pudiera caminar hacia el cuarto de las chicas.— Espero pueda disculpadme, Oyabun. Pero es momento que nos retiremos de su fiesta de bienvenida.

—Ha, ha, no se preocupen.—se despido con entre risas—. Tengan un buen descanso, Nico Robin, Nami.

—¡Bye, bye, Jinbei!

—Buenas noches a todos.

Fueron las despedidas de las únicas mujeres, cada una a su manera.

—¡Nooo!, ¡mis diosas!—se lamentó el rubio, entre infantiles lloriqueos—. Ahora estoy entre puros hombres.

—Ha, ha, ha, vamos, Sanji—intentó animar el narizón—. Ahora sin ellas podemos hacer una fiesta de hombres.

—¿Eh? ¿Solo nosotros?—habló una voz suave y chillona, mientras continuaba atacando los postres dulces que quedaron.

—Yo, ho, ho, ho, tengo la melodía perfecta para una noche de hombres.—comentó el esqueleto mientras afinaba las cuerdas de su guitarra.

—¡Suuuuper noche hombres!

—¿Eh? ¿Una noche de bebidas sin mujeres? Me agrada.— dijo el espadachín mientras terminaba su tercera botella de sake. 

—¡¿Ah?! ¡Claramente, no sabes nada, marimo idiota!

—¡Qué dijiste estúpido, cejillas!

—Ha, ha, ha, sí que son muy animados chicos.—río divertido por todo el intercambio, el gyojin. 

—Shi, shi, shi, es bueno que disfrutes Jinbei.

—Gracias, capitán.

—Shi, shi, shi.

Las risas siguieron, al igual que la música, la diversión y los minutos hasta convertirse en hora.

Las anécdotas salían una tras otra, las historias de viajes pasados, las diferentes islas que visitaron, también se tomaron su tiempo para hablar de sus dos años de entrenamiento.

El ambiente era tranquilo, cómodo y relajante, dejando que la bebida hiciera lo suyo y lograra quitarles algunas inhibiciones a sus cuerpos, para poder disfrutar de la velada sin tensión.

Sin embargo, ahí es donde empieza todo. Sinceramente, no se necesita de haki de observación avanzado para prevenir lo que pasaría continuación.

Después de todo, no era la primera vez.

—Entonces, Jinbei—le dio una calada a su cigarro—. ¿Cuál es tu tipo de mujer?