Sentir, sentir mucho

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Cuando no sabemos qué nos pasa, perdemos el control de nuestra vida. Lo aprendí a la mala después de la discusión que tuve con Jake.

Pasaron unos pares de días. Las cosas en casa se arreglaron levemente, bastante, al menos, como para que Kiri ya no estuviera molesta con papá. Yo no me habría enojado con él si fuera ella. Jake no había mentido en ningún momento, el problema era que yo, como siempre he sido un patético pequeño melodramático, no pude contenerme.

No podía contenerme nada esos días. El enojo, por sobre todo, me saltaba como si fuera una bomba dentro del pecho, furiosa: rugía y despedazaba todo.

Por otro lado, me sentía destruido. A sabiendas de que los minutos seguían avanzando, de que los días pasaban, de que el resto de los Na'vi hacían de sus vidas algo valorable, yo estaba detenido, en medio de todo un mundo veloz. Yo me senté, respiré y eso se sintió mucho esfuerzo. No dormí por la culpa, el arrepentimiento y las pesadillas. Algunos días comí muchísimo hasta vomitar sobre la arena porque necesitaba algo con lo que llenar el vacío, otros días no comí nada porque tenía el estómago apretado. Algunos días tuve muchas ganas de llorar. Otros, lo único que sentía era una enorme desesperación.

Un día, apenas fui consciente de que me estaba quedando sin respiración debajo del agua. Ao'nung (sí, él, por mucho que me costó admitirlo en su momento), me subió de vuelta a la superficie y entendí que había estado a punto de ahogarme.

"Hey, hermano, ¿estás bien?"

"¿Qué pasó?" preguntó Rotxo en ese momento.

Ao'nung me miró, le devolví la mirada y negué. Por alguna razón Ao'nung entendió que no debía decir nada. No lo dijo. Fue bastante confiable. Inventó una excusa lo suficientemente creíble y después me sostuvo la nuca para mirarme a los ojos. Susurró: "¿quieres salir del agua?" Y yo asentí. No volvimos a mencionar el tema; una parte de mí esperaba a que lo hubiera olvidado. No estaba dispuesto a darle explicaciones a nadie.

—Lo'ak.

Tsireya estaba sentada a mi lado. Tenía una mano en mi muslo, otra sobre mi brazo y trataba de que le mirara a la cara.

—No quiero hablar —susurré.

Ella asintió, poco convencida pero consciente de que forzarme no iba a ser de ayuda.

—Okey —dijo—. Mañana.

No le respondí porque no podía prometerle algo que sabía que no iba a cumplir.

Papá no volvió a regañarme acerca de absolutamente nada. Pudo ser porque yo no había hecho mucho sobre lo que se me pudiera juzgar (no había atentado sin querer con la vida de mis hermanos). Quedarme en la Marui día y noche no era motivo suficiente como para retarme.

Sin embargo, también podía ser porque la cosa con Jake estaba bastante rara. Ahora apenas y actuaba como solía hacerlo, ya ni siquiera hablaba con Kiri. Se la pasaba en casa, como yo, limpiando armas, hablando con mamá en silencio para después lanzar una única mirada hacia mí. Entonces sabía que yo era el centro de sus conversaciones. De sus problemas.

Me levanté y agarré la lanza que Kiri me había entregado porque íbamos a ir a matar peces para comer. Como la época de lluvias y frío estaba cayendo cada vez más seguido, teníamos que abastecernos muy bien para no tener problemas en medio del invierno.

Yo no había querido ir. Me obligaron a levantarme de la alfombra para, según Kiri y Spider, dejar esa cara de mierda que les amargaba el día. No era cara de mierda, quise decir, era cara de sueño porque llevaba días sin dormir.

Por sueño y porque apenas veía algo que me recordara levemente a Neteyam me hacía sentir mal.

Desde la tremenda discusión con papá, nadie había mencionado a Neteyam en casa.

Fight the tide ☼ LO'AK, AVATARWhere stories live. Discover now