El jardín de las mariposas muertas

Capítulo IV

—Puede seguir desde aquí su majestad, con permiso—Fue lo último que dijo esa mujer antes de darse media vuelta e irse por donde llegó dejándome sola en el bosque.

Yo solo pude quedarme en silencio viendo como se alejaba y me dejaba en un punto del bosque del cual no recordaba haber pasado.

Los frondosos árboles cubrían el sol lo suficiente para no ser sofocada por él, pero aun entre sus ramas permitían el paso de la brillante luz.

Suspiré y subí la vasta de mi vestido, ya sucio, para intentar buscar un camino que me llevará devuelta al palacio, pero la idea de volver al palacio a plena luz del día me pareció un desperdicio. Por lo que decidí tomar esta situación como una oportunidad para explorar el bosque. Sin embargo por cada paso que daba la imagen de Hendery huyendo se repetía en mi cabeza.  

Así que decidí calmarme y pensar bien qué fue lo que momentos antes había sucedido porque, después de salir del palacio del príncipe, mi mente se pauso y no recordaba a mucho detalle que fue lo que hice para que se fuera.  

Primero, me acerque. Después roce mis dedos y luego creo haber acariciado su mejilla. 

Uff, aguante un grito y tome mis mejillas, las cuales sentía que se empezaron a calentar. 

No podía creer aun que me atreví a tocarlo y lo peor era que el príncipe salió despavorido como si fuera su primer....

Me detuve.

Claro, seguramente nunca tuvo una interacción de esa forma con alguien y yo...no podía ser.

"Respira, respira" repetía una y otra vez mientras que limpiaba mis sudorosas manos en la tela del vestido y retome mi caminata apresurada hacia la nada. 

Pero alto, esto era algo raro, él había huido, sin embargo esa mujer que me escolto salió del palacio y seguramente vivía con él, así que ¿por qué se había alterado tanto? ¿o fue mi pregunta la que lo alteró?.

Sus ojos abiertos por completo y su mirada puesta en mi fue la imagen que golpeo mi débil corazón, causando que latiera fuertemente otra vez, pero luego se aceleraba aun mas de la vergüenza al recordar a Hendery huyendo a toda marcha.

Que difícil pensar en una razón para justificar lo que hizo.

Definitivamente no podía rendirme así y estuve a punto de regresar por donde había caminado esperando volver al palacio de Hendery, pero me di con dos sorpresas. La primera era que al volver a revisar la vasta de mi vestido ya no eran del bonito color amarillo palido, ahora mi vestido era de color amarillo con pequeñas manchas de color marrón. 

A todo esto, ¿qué le dirían a Dalmi si descubrieran que fue ella quien me dejo ir hacia Hendery? y sobre todo ¿qué excusa daría para justificar lo sucio de mi vestido?.

De inmediato las palabras de ella diciendo "Es muy peligroso si alguien se entera que usted salió a ver a su majestad Hendery" aparecieron en mi mente. Sacudí mi cabeza, no quería ni pensar que podría pasar si se esa señora gruñona que cuidaba de Dalmi se enteraba de mi salida. 

La segunda sorpresa fue que mi zapato chocó contra una gran piedra que estaba apoyada en una especie de pared, que en realidad era la pared de una muralla.

Mi boca se entreabrió al levantar mi cabeza y ver lo grande que era la muralla. Mi curiosidad aumento y con cuidado me subí a la piedra y solo poniéndome de puntitas pude notar que la muralla era el inicio de la separación entre el palacio y las personas que vivían fuera de él.

Yo nunca había estado fuera y me gustaba la idea de pensar en que algún día podría salir del palacio. Si solo la piedra fuera un poco más alta y no estuviera usando un vestido probablemente hubiera trepado y salido. Descarte mi idea después de imaginarme el rostro horrorizado de Dalmi. 

Mire de izquierda a derecha y la muralla cubría el extremo del bosque y de seguro todo el palacio, incluido el del príncipe Hendery.

Lo más curioso que había podido notar del palacio del príncipe fueron las flores, ya que ese jardín lleno de flores que adornaba su palacio no adornaban todo el bosque y solo daba la bienvenida a quienes quisieran visitarlo.

Me puse un poco más de puntitas con la intención de intentar ver algo más, pero de pronto la piedra se balanceó y al agarrarme de la pared para no caer, mis manos y parte de las mangas del vestido se ensuciaron.

Que desastre, sin dudas sería regañada por Dalmi cuando me vea llegar toda sucia.

Decidí ya no seguir observando y resignada volví a sujetar mi vestido para bajar de la piedra y seguir deambulando un poco más por el bosque. No quería llegar al palacio principal tan rápido porque eso solo significaba volver a estar en ese gran cuarto, tomar el té, leer, mirar por el balcón y esperar la llegada de un doctor, tal y como había pasado desde que desperté en este cuerpo. Me aburría esa rutina, pero no tenía otra opción.

En cuanto la luz del sol comenzó a desaparecer y el cielo se empezó a pintar de pequeños destellos anaranjados pude encontrar el camino de vuelta al palacio, para poco después llegar sudada, cansada y con mucha sed.

Al llegar di una mirada rápida a todos los lados y a medida que avanzaba sigilosamente note que los guardias ya no estaban en las puertas principales, ahora solo estaban rondando por los alrededores y aunque no entendía el porqué debía de caminar sigilosamente como si me estuviera infiltrando en el palacio cuando en realidad yo vivía allí seguí rápidamente mi camino. 

Corrí hacia la parte trasera del palacio e iba caminando un poco más despacio, casi en puntitas, pero me detuve en cuanto escuche un "Shh" bajo y un pequeño jaloneo. Eso me sobresaltó, pero solo decidí caminar un poco más rápido, sin embargo mi intento de huida se vino abajo poco después de llegar a una esquina del palacio que daba hacia unas puertas grandes. Decidí no ser una cobarde y me escondí detrás de una puerta para sorprender a quien quiera que sea el que me estuviera siguiendo.

No pasó mucho hasta que se escuchó claro "no me jales" y el sonido de sus pasos acercándose poco a poco.