๑Día 16๑

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Un nuevo día empezaba, trayendo consigo una nueva discusión.

— Te lo digo en serio, Spreen, los animales más bonitos son los cerditos — se cruzó de brazos por la mirada que le dio su pareja — si tuviera uno, lo llamaría puerco araña.

— Nombre de mierda, para un dueño de mierda.

— ¿Sí, pendejo?

Juan se levantó del regazo de Spreen dónde estaba sentado desde que despertaron. Coloco sus manos en su cadera, con una expresión de inconformidad.

— Para mí, los animales más facheros son los gatos y los osos, obviamente — jaló de la cintura a Juan, sentándolo sobre sus piernas nuevamente.

— Cuando salgamos de aquí podemos tener un puerquito y un gatito, ¿Qué te parece?

— Me parece bien.

Juan siente que él y Spreen son como almas gemelas y es que se complementan de manera perfecta.

Su conexión es tan profunda que parece desafiar cualquier obstáculo que se interponga en su camino. Juntos, en tan poco tiempo, han compartido risas, lágrimas y un sinfín de momentos inolvidables. Sin embargo, el miedo a una posible separación a veces se desliza en el rincón más oscuro de la mente de Juan, amenazando con nublar su felicidad.

En estos momentos de tranquilidad, cuando ambos se encuentran cerca del otro, es cuando el miedo se hace más presente.

Juan cierra los ojos y se permite sentir plenamente el amor que Spreen le brinda, pero también se le agolpan pensamientos de incertidumbre. ¿Qué pasaría si su relación se desvaneciera? ¿Y si, de alguna manera, la vida les separara?

— ¿Por qué tenés esa cara?

— Es la única que tengo — trató de sonar divertido a pesar de la mueca de tristeza que tenía.

— Juan…

— No es nada, lo prometo.

— Estás mintiendo, decime que te pasa para tratar de ayudarte.

— Solo… — respiró hondo antes de hablar, pensando detenidamente lo que diría — Yo… bueno, solo es que tengo hambre — mintió y viendo el rostro de inconformidad de su pareja, bufó — Tengo miedo.

— ¿De qué?

— De perderte — habló bajo, se sentía vulnerable y pequeño — No quiero que el mes termine.

Spreen se quedó callado unos minutos, buscando las palabras correctas en el fondo de su mente.

Escuchar a Juan decir la palabra “miedo” lo hacía enloquecer y su frustración crece porque siente que sus esfuerzos están siendo en vano. Se cuestiona si es suficiente, si está haciendo algo mal o si simplemente no puede ofrecerle a Juan la seguridad emocional que él necesita.

— Juan, te prometo que saldremos de este lugar y te llevaré a un mundo donde podamos tener una vida normal — giró el rostro del chico de lentes sujetando su mentón, haciendo que lo mirara — Sé que el miedo es comprensible, pero no podemos permitir que nos paralice. Siempre hemos soñado con una vida llena de libertad y alegría, y no puedo permitir que ese sueño se desvanezca. Prometo hacer todo lo posible para protegerte y llevarnos lejos de este lugar.

Las palabras de Spreen llenan el corazón de Juan de una profunda emoción. Con el corazón lleno de gratitud y amor, Juan mira profundamente a los ojos de su pareja. Sus palabras de aliento y apoyo han llegado directamente a su alma, brindándole la fuerza necesaria para seguir adelante. Sin decir una palabra, Juan se acerca lentamente a Spreen y suavemente le roba un beso, expresando con ese gesto todo el amor y gratitud que siente en ese momento.

Spreen, sorprendido, pero complacido, recibe el beso con cariño y ternura. Sus ojos brillan con emoción mientras se sumerge en el dulce sabor del amor que fluye entre ellos. En ese instante, el mundo exterior desaparece y solo existe la conexión mágica entre ambos.

El beso es un eco de las palabras de Spreen, un símbolo tangible de la fuerza y ​​el apoyo que Juan ha encontrado en él. Es una muestra de que, juntos, pueden enfrentar cualquier adversidad y superar cualquier obstáculo. En ese beso, se encuentran la gratitud, la esperanza y el amor incondicional.

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— Llegó el momento de decirte algo que vengó queriendo decir desde hace como una semana — se sentó bien, comiendo lo último, antes de que la plataforma bajara — Y quiero que escuches y no hables, no gruñas, ni me interrumpas con tus palabras cursis.

— Dale, decime.

— Va, un amigo… — se calló al escuchar un leve gruñido del híbrido — ¿Qué te dije?

— Sin gruñidos — contestó con mal humor, bajando las orejas al sentirse regañado.

— Bien, un amigo me dijo algo que puede servirnos. Se trata de subir a la plataforma y con la aceleración del ascensor llegar hasta muy arriba y salir de aquí — terminó con una sonrisa triunfante por hacer que su novio escuchará todo lo que quería decir sin interrumpirlo.

Spreen no dijo nada, solo parpadeó un par de veces esperando alguna señal de Juan.

— Ya puedes hablar — giró los ojos.

— No sé qué decir.

— Solo dime si te parece bien el plan o no — refunfuño.

— Y bueno, tu amigo tiene… — carraspeó, dándose pequeños golpes en el pecho — Tiene… razón.

— ¿Entonces lo intentamos?

— Si vos querés.

— ¡Sí! — ahora, sintiéndose feliz, saltó, abrazando fuerte el cuerpo de su compañero — Todo saldrá bien, ya verás.

— ¿Le decimos a tu amigo que nos acompañe? — sintió a Juan tensarse, separándose de su cuerpo lentamente — Fue su idea.

— No creo que quiera, ¿Sabes? — rasco su cabeza, nervioso, ¿Cómo le dices a tu novio que el dueño de la idea es el tipo que no le agrada para nada?

— Yo pienso que sí, anda, decile, ¿Es del piso de abajo?

Juan juraba que no quería mentir, pero también sabía que si mencionaba a Roier aunque sea por error, el híbrido iba a echar humo por las orejas.

»— Decile al intruso también.

— ¿Qué? — preguntó confundido, pensando — ¿Me perdí de algo? Bueno, no es tan raro, solo porque lo llamó intruso, pero se estaba refiriendo a Roier ¿No lo odiaba y quería matarlo?

— Sí, pero ya no tanto.

— “No puede ser, dije eso en voz alta”

— Juan, ¿Por qué te asombras tanto? El intruso es tu amigo, yo lo respeto — trató de sonreír en grande, mostrando sus colmillos.

Aunque por dentro se arrepentía de haber aceptado la que pensó que sería la “gran apuesta”.

“— ¿Qué te parece una apuesta, oso apestoso?

— ¿De qué se trata?

— Si Juan despierta para mañana, tú ya no me vas a insultar, por lo contrario, me trataras con respeto — sonrió al ver al híbrido girar los ojos — Pero, si Juan despierta hoy…

— Te mataré de la manera más despiadada.

— Eso ya no me gusta tan…

— Bien, la apuesta está hecha.”


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Musiquita: Bemaste — Tiago PZK

Gracias por leer :D

Piso 10//SpruanWhere stories live. Discover now