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Tom miró fijamente a Helena, sus ojos rojos llenos de determinación y un atisbo de anhelo. La habitación estaba sumida en un silencio tenso mientras sostenían esa conversación crucial.

"Hay un camino hacia la inmortalidad, Helena", susurró  con voz seductora, acercándose lentamente a ella. "Un camino que trasciende las limitaciones de la vida y nos eleva a un plano superior. "Un camino que solo tú y yo podemos seguir juntos".

Helena lo observó con curiosidad y cierta aprensión. Sabía que Tom había creado varios Horrocruxes, fragmentos de su alma que le otorgaban la vida eterna y la protección contra la muerte. Pero también era consciente de las consecuencias oscuras que conllevaba ese acto.

"Tom, sabes que he sido leal a ti en todo", respondió Helena, su voz llena de intriga. "Pero crear un Horrocrux... es un acto de magia oscura que corrompe el alma. ¿Estás seguro de que es necesario?"

Tom se acercó aún más, quedando cara a cara con Helena. Sujetó suavemente sus manos entre las suyas, buscando transmitirle su convicción y su pasión.

"Helena, mi amor, comprendo tus reservas", murmuró Tom, su voz llena de una extraña ternura. "Pero este acto nos brindará no solo la inmortalidad, sino un vínculo aún más profundo y poderoso. Juntos, podremos enfrentar cualquier desafío, superar cualquier obstáculo y gobernar este mundo por la eternidad".

Helena sintió un estremecimiento recorrer su cuerpo mientras su mirada se perdía en la oscuridad de los ojos de Tom. Había algo en su propuesta que despertaba en ella una extraña fascinación, una tentación que no podía ignorar.

"¿Qué implicaría para nosotros?" preguntó Helena con voz entrecortada, luchando contra su propia resistencia interna. "¿Cómo cambiaría nuestra relación?"

Tom sonrió sutilmente, sus labios curvados en una expresión de deseo. Acarició suavemente el rostro de Helena, trazando el contorno de su mandíbula con el pulgar.

"Helena, al crear un Horrocrux, nuestros destinos estarán entrelazados de una manera que no puede ser deshecha", susurró Tom con fervor. "Compartiremos una conexión más allá de lo imaginable, una unión que trascenderá el tiempo y el espacio. Seremos inmortales juntos, en cuerpo y alma, y nuestro amor se convertirá en una fuerza indomable".

Helena se encontraba cautivada por las palabras de Tom. La idea de una unión tan profunda y duradera despertaba en ella una mezcla de temor y excitación. Se sintió tentada a ceder a sus deseos, a dejarse llevar por la promesa de un poder y un amor inmortal.

Finalmente, Helena asintió lentamente, sus ojos brillando con una mezcla de resolución y fascinación. "Lo haré, Tom", declaró en un susurro. "

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Luego de la creación del Horrocrux, Helena no sintió nada diferente, bueno excepto que ahora su presencia irradiaba una aura magnética que atraía a aquellos que se encontraban a su alrededor. Los seguidores del régimen de Helena y Voldemort se postraban ante ella, adorándola como a una diosa, y ella se deleitaba en ese poder y sumisión.

Helena se encontraba en un imponente salón, rodeada de seguidores que se arrodillaban ante ella. Con una sonrisa satisfecha en los labios, extendió su mano hacia uno de sus fieles seguidores, que se acercó y besó con devoción sus dedos, rindiéndole homenaje a su líder suprema.

Las muestras de adoración y sumisión se repetían una y otra vez. Personas de todas las edades y procedencias se postraban ante Helena, expresando su lealtad y rendición absoluta. Algunos besaban el suelo por donde ella caminaba, otros le lavaban los pies con reverencia, y algunos incluso ofrecían sacrificios en su honor.

CARTAS AL ENEMIGO: El Oscurecimiento de tu alma.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora