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Domingo, 28 de junio del 2022. (Madrugada)
Gavi's pov:

—A ella le gusta la gasolina.— Reí al escuchar a Emiliana cantar.

—Dame más gasolina.— Aurora hizo los coros.

—Como le encanta la gasolina.— continuó la rubia.

—Dame más gasolina.— Volvió a repetir Aurora.

Ya estábamos en ese punto de la noche donde todos estaban borrachos y la hora del Karaoke había llegado. Yo estaba en el sillón alejado de todo el grupo viéndolas cantar desde lejos, Ana estaba recostada en mi hombro balbuceando tonterías que decidí ignorar, ya que estaba un poco pasada de tragos.

Ana era un tema complicado, la quería, digo, no soy un robot para estar con ella y no quererla, pero no quería formalizar nada. Me sentía cómodo como estábamos, hablábamos, de vez en cuando nos ayudábamos a quitarnos las ganas, y ya está, nada más de ahi. La conocí gracias a Alejandro, ellos eran amigos, me la presentó y bueno el resto es historia.

Sinceramente mi corazón sólo tenía espacio para una chica, y esa chica estaba cantando la gasolina como si Daddy Yankee hubiese reencarnado en ella, pero mientras ella no me correspondiera, Ana no era mala compañía.

No me mal entiendan, no soy una mala persona. Desde el comienzo le confesé a Ana mis sentimientos por Emiliana, y ella aceptó seguir estando conmigo así. Puedo decir que cumplí con mi parte al decirle la verdad, si ella quiere seguir conmigo así, no es muy mi problema.

—¡Muchas gracias!— gritó aurora en el micrófono como si estuviese en un concierto.

Yo reí mientras aplaudía como lo hacían varios de los chicos. Me levante del sillón encaminándome hacia dónde estaba Emiliana.

—¿Daddy Yankee eres tú?

Ella suelta una carcajada y yo sonrío satisfecho.— ¿Te gusto la presentación?

—Estoy apunto de conseguirte un manager.— continúo bromeando y ella muerde su labio inferior mientras sonríe.

Estaba algo acelerada, sus ojos se achicaron un poco y se reía de casi todo, estaba algo pasada de tragos.

—¿Otro trago Emi?.— Mario nos interrumpe preguntándole a la Rubia.

—Claro que si.— Ella le guiña un ojo divertida y yo frunzo el ceño.

—Mario.— Llamo la atención del rubio y este gira para observarme a mi.— No más para Emiliana.— le lanzo una mirada de advertencia y este asiente.

—¡Oye!.— escucho a Emi quejarse mientras Mario se aleja.— No eres mi padre.— se cruza de brazos como niña pequeña.

—Me lo agradecerás después.

—¿Sabes a quien deberías prohibirle la bebida?— alza ambas cejas y yo me quedo en silencio esperando su respuesta.—. A tu novia.

—Ana no es mi novia.

—Ja, yo nunca nombré a Ana.—Se cruza de brazos y yo ruedo los ojo.—Y enserio, ayúdala que está en el piso por allá.

Emiliana señala una parte de la casa y yo maldigo entre dientes acercándome a Ana para poder ayudarla.

*

Emiliana's Pov:

Luego de mi pequeña charla con Pablo me dirigí a la cocina donde se encontraban Aurora, Javi y Mario.

—¿Y mi trago?.— Hago un puchero y observo a Mario.

—Lo siento rubia.— se encoge de hombros.— Pablo me ha dicho que no más para ti.

—¡Ay vamos!.— me queje.— ¿Quien es Pablo?.

—Una persona que podría hasta matarme cuando se trata de ti.— suelta una risita y yo frunzo el ceño.— Así que yo no me meto en sus problemas.

Rodé los ojos y suspiré frustrada. —Bien, creo que me iré a casa.

Aurora niega de inmediato.—¡Quédate a dormir!

—Javi se va a quedar a dormir.— le recordé.— Uno más uno son dos, yo estoy de sobra en esa ecuación.

—Eso es una suma.— Javi habla y yo ruedo los ojos.

—Como sea.— Muevo mi mano restándole importancia.— Me iré.

Me despedí de ellos con la mano y subí rápidamente a la habitación de Aurora para buscar mis cosas. Baje y me encaminé hasta la puerta a paso apresurado, de reojo pude notar a Pablo ayudando a Ana. Le pude haber pedido que me acompañara como siempre lo hacía, pero no quería interrumpir su momento.

Baje los escalones del porche de mi mejor amiga preparándome mentalmente para correr. Mire al frente y levante mi barbilla observando mi objetivo: Mi casa. Coloque mis manos en el suelo y puse una pierna delante de la otra, la típica posición de salida para correr.

¿Que si me veía ridícula? Claramente si.

Conté mentalmente hasta 3, pero mi conteo fue interrumpido por una voz molesta muy familiar.

—¿Vas a correr un maratón?.— Pablo habla con un tono burlón y yo me levanto rápidamente un poco apenada.

—Mientras más rápido llegue, mejor.— me encojo de hombros.

—¿Por qué te da tanto miedo irte sola?.— se cruza de brazos y se recuesta en el marco de la puerta.

—De pequeña, mi madre me traumo un poco con eso de que te podían secuestrar y esas cosas.— Hago una mueca.— Mejor prevenir que lamentar.

—¿Por qué no me pediste que te acompañara?

—No quería molestar.

—No eres molestia, Emi.— se acerca poco a poco a mi.

—¿Entonces me acompañas?.— Sonrío como niña y el asiente soltando una risita.

Ambos tomamos rumbo a mi casa en total silencio, lo que me incomodaba un poco, así que decidí romper el hielo.

—Entonces tú y Ana...— Genial forma de romper el hielo.

—Solo somos amigos.— asiento.— ¿Por qué te importa tanto Ana?

Me encojo de hombros.— Ya te lo he dicho, tú madre me ha mandado a preguntar.— seguí con la mentira de hace rato.

—Claro.— Pablo caminaba lentamente, parecía como si quisiese que el momento durara más tiempo.

Y la verdad no me quejaba, disfrutaba de su compañía así sea caminando de su casa a la mía.

—Por Dios que preciosa.— Me paré frente a mi casa observando hacia el cielo. Habían muchas estrellas en el cielo pero mi mirada recayó en una, era la más grande.— Es hermosa.

No me di cuenta de que Pablo se había acercado –demasiado– a mi, ambos bajamos la mirada del cielo y nos miramos fijamente.

Pablo acuno mi rostro con una sola mano.— Tu eres hermosa.— susurró y yo sonreí. A pesar de la poca luz que había, sabía que el color rojo de mis mejillas era muy notable.

Su mano seguía acunando mi rostro, podía sentir como me acercaba la cabeza lentamente a él, mi respiración era cada vez más pesada y mi pulso una montaña rusa. Ahí supe lo que quería, quería que me besara, mis sentimientos extraños por Pablo habían vuelto.

El porche de mi casa y el cielo lleno de estrellas eran testigos de la química innegable pero silenciosa que había entre nosotros.

Sentí como si un balde de agua fría cayó encima de mi aunque no literalmente. La imagen de Aurora atravesó mi mente por unos segundos y recordé el hecho de que Pablo era menor que yo, incluso todavía era menor de edad. Coloqué mi mano en el pecho de Pablo tomando distancia.

—Creo que es hora de irme.— hablé con apenas un hilo de voz y Pablo asintió.

—Nos vemos mañana, Emi.— y luego de decir aquellas palabras, Pablo se giró dirigiéndose a su casa dejándome ahí con mil y un preguntas.

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Ame este cap 😭

Aurora's best friend » Pablo Gavi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora