PARTE ÚNICA

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Había una vez en una casa abandonada por los humanos, un viejo perro. Este viejo can se quedó esperando a por sus dueños en el mismo sitio que él llamaba hogar. Hacía su recorrido de siempre, se levantaba en la mañana, miraba a los cielos mientras caminaba por las casi desiertas calles de la ciudad.

El can llevaba el nombre de Duke, y sentía tranquilidad al caminar por sus alrededores como un lindo cachorro, a pesar de tener ya sus años, Duke se sentía joven, capaz de ladrarle a los demás perros callejeros del lugar; capaz de saltar para recibir a sus dueños.

Duke tenía una fascinación, y es que cada noche, puntual; se asomaba a la terraza de su hogar a observar a la luna, y esa noche no sería la excepción. Se sentaba a observar a la luna con una cálida sonrisa adornarle el rostro, sentía admiración por aquel faro natural que alumbraba sus noches y lo acompañaba en silencio.

Una noche en que el viejo Duke le sonreía a la luna, un joven búho se posó en el árbol acompañando en silencio, notando la suave sonrisa del can hacia el esférico.

"¿Por qué le sonríe a la luna?" preguntó el búho mirando al perro que no despegaba la vista de la luna ni un instante.

"Porqué me gusta imaginar que en la luna me encuentro con mis antiguos dueños" respondió Duke observando al búho manteniendo su sonrisa.

"Señor perro, llevo observándolo a usted hace mucho tiempo... ¿Por qué le sonríe la luna?" preguntó de vuelta el búho esta vez con más curiosidad que antes.

"Porqué tengo una linda conexión con ella" respondió Duke "Ella ha estado conmigo desde que mis humanos se marcharon sin mí, incluso en los momentos en que jugaba con mis dueños ella me iluminaba en las frías noches de invierno"

El búho asombrado se acercó más al perro para seguirle haciendo preguntas sobre su pasado "Señor perro, ¿Le molesta mi presencia?" preguntó apenado el ave.

"Por favor joven búho, llámame Duke. Y no, tu presencia no me molesta, más bien me parece hermosa y cálida" respondió Duke a los interrogantes.

"Mi nombre es Natan señor" respondió el búho.

"Una vez conocí a un gran perro guerrero que llevaba ese nombre; era el perro más bravo que podrías conocer, sin embargo su corazón era inmensamente grande que los animales pequeños se refugiaban en él cuando otros perros intentaban lastimarlos" relató el perro.

"Ese Natan, ¿observaba a la luna también como usted?" preguntó curioso el ave.

"Ese Natan se pasaba las noches y los días esperando la llegada del verdadero amor" respondió "Era un perro joven, energético que no dudaba en ir a ayudar a los demás, ya sea humano, animal o bestia; Natan el valiente guerrero iba en su auxilio"

Natan, el búho; prestó atención a las palabras del viejo abriendo levemente el pico, se acomodó aún más junto a Duke y ambos observaron a la luna con una sonrisa.

"¿Alguna vez pensó en ir a la luna?" preguntó Natan.

"Conocí a un gato una vez... que fue capaz de ir a la luna" respondió Duke "Se llamaba Bigotes y no ha vuelto por aquí" Duke suspiró.

"¿Le pasó algo?" preguntó apenado Natan.

"Fue a la luna y no volvió... él era mi amigo cuando yo era joven; ambos jugábamos por horas y horas en la casa de sus dueños, siempre estábamos juntos, éramos como uña y mugre, él un pacifico gato y yo un loco perro que le encantaba meterse en problemas" Duke sonrió mirando a la luna "Un día dijeron que se irían al veterinario para unos estudios pero nunca regresó a mi... poco tiempo después me dijeron que Bigotes fue de paseo a la luna pero que no pudo despedirse de mí por la urgencia del viaje"

Natan conocía esa historia, se la había contado un viejo y arisco gato de la calle que intentó comérselo hace unas semanas atrás; él sabía que Bigotes no había ido a la luna, pero no iba a lastimar los sentimientos del viejo Duke.

"¿Podría contarme más historias señor Duke?" preguntó sonriendo el búho.

"Acomódate Natan, te contaré la historia de cómo un viejo perro esperó a su dueño por años..." habló Duke acomodando su cabeza sobre sus patas delanteras.

Natan hizo caso y escuchó atentamente las palabras del can.

"Era un frío invierno en donde un pequeño cachorro se perdió en una gran estación de trenes; un hombre lo adoptó a espaldas de su esposa, no recuerdo el nombre pero era igual de bonito que el perro" Duke rió "El tiempo pasaba y con el los años del perro hasta que se hizo más viejo"

Natan escuchaba atentamente a la historia de Duke, mientras el viejo perro mantenía su vista en la luna, nunca podía dejar de lado a su mejor amiga.

"Un día su humano fue a trabajar y no volvió" Duke suspiró "Entonces el perro iba cada día puntual a la estación de trenes a esperar a su dueño, con aquella lealtad que le había jurado en silencio, paciente estuvo ahí observando a las personas pasar, y en las noches en compañía de la luna esperaba la llegada del hombre que lo amaba con todo su corazón" Duke bostezó volviendo a acomodarse sobre sus patas.

"¿Logró volver a encontrarse con su dueño?" preguntó Natan acomodándose sobre el cuerpo del canino.

"Por supuesto... solo que ambos se encontraron en la luna y pasaron juntos el resto de sus vidas" Duke sonrió.

Natan sonrió mirando a la luna, imaginando aquella linda historia que el viejo Duke le acababa de contar.

Natan era un ave solitaria que recorría el desértico pueblo en busca de un amigo con quién compartir aquellas historias como las que el viejo Duke le acababa de contar, se sentía afortunado de poder conocer a este viejo perro en vida, y no de conocerlos por leyendas e historias como la del gato Bigotes.

"Señor Duke... ¿volveré a verlo luego de mi viaje?" preguntó apenado Natan.

"Siempre estaré aquí pequeño Natan, y si por algún motivo no estoy aquí... puedes encontrarme en la luna junto a los personajes de mis historias" Duke suspiró levemente y cerró sus ojos a la par que bostezaba "Buenas noches pequeño Natan, gracias por haberle hecho compañía a este viejo perro" sonrió.

Natan sonrió moviéndose hasta donde se encontraba la cabeza del perro y se acomodó junto a él, ambos cerraron los ojos y Natan sonriendo le dijo.

"Buenas noches señor Duke, gracias por hacerle compañía a un solitario búho com yo" suspiró y se dejó abrazar por el sueño.

Y cuenta esta historia que en esa madrugada, Natan había despertado antes que Duke para llevarle algo de comer antes de que él regresara a buscar nuevos horizontes; sin embargo al regresar el viejo Duke ya no estaba durmiendo en ese lugar. Por un momento se preocupó, pero recordó las palabras de su único amigo, el único buen compañero que ha tenido luego de tan largo viaje por la vida.

Observó hacia la luna con una sonrisa y levantó su ala hasta su frente haciendo como una señal de guerra y le prometió a su amigo Duke que todos conocerían su historia.

La hermosa historia del perro que le sonreía a la luna. 

EL PERRO QUE LE SONREÍA A LA LUNAWhere stories live. Discover now