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La mudanza de Corea a Japón fue algo cansada, Hye estaba exhausta y mañana tendría que ir a clases, entonces decidió descansar todo ese día para tener algo de ánimos para el día siguiente.
— Hye, despierta — Dijo la madre de Hye moviéndola levemente para que despertara.
Hye algo confundida se levantó de golpe.
— Oh, Hye, tienes que peinarte y ponte linda hija, los vecinos fueron muy amables y nos invitaron a cenar esta noche en su casa.
— Ah, decidí que este día solo iba a ser para descansar...
— Hye, no seas floja, anda, oh y olvide decirte que la vecina y yo platicamos un poco y me dijo que tiene un hijo en la misma escuela donde te inscribí, te haría bien hacer amigos antes de ir, ¿No crees?
— Está bien...ya voy — Dijo Hye levantándose de su cama.
La madre de la pelinegra salió de la habitación y como esta le indicó, Hye comenzó a alistarse. Quizás su madre tenía razón y le haría bien conocer alguna persona para al menos juntarse los primeros días de clases.
Después de bañarse, se decidió por un lindo vestido color blanco que le llegaba un poco más arriba de las rodillas, unos zapatos con un poco de tacón y también tomó un abrigo ya que hacía algo de frío esos días. Secó y cepilló su corta cabellera y bajó las escaleras para encontrarse con su madre ya arreglada que estaba esperándola.
— Te ves muy linda, Hye.
— Gracias mamá — Dijo esta sonriendo.
— Bueno, ya vámonos, es un poco tarde.
Al tocar la puerta de la casa de al lado, rápidamente abrió la puerta un chico que se veía un poco mayor que Hye.
— Hola, un placer, soy Koichi — Dijo este dejando un espacio para que ambas pudieran entrar.
— Ohh, eres un apuesto jovencito, yo soy Hana y ella es mi hija Hye.
El chico solo se limitó a sonreír y agradecer a la madre de Hye, ambas pasaron a casa.
Tuvieron una agradable charla mientras comían y veían un poco de televisión, Hye estaba algo aburrida y observaba todo a su alrededor a detalle hasta que vió a un chico asomándose por la puerta, aparentemente murmurando algo para él solo.
El chico era delgado, pálido y con una mirada desconcertante, al menos para Hye, tenía un aire algo siniestro. Mientras Hye lo observaba la mirada de ambos se encontró, la pelinegra rápidamente apartó la mirada e hizo como si nada hubiera pasado.
Unos segundos después se escuchó la risa de aquél misterioso chico.
— Oh, ahí estás Souichi, él es mi otro hijo, el que estará junto con Hye en la escuela, ven, pasa Souichi.
