𝓒𝓪𝓽

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Era un lunes cualquiera y rutinario en la casa de la La Resistencia...

Las diarias guardias matutinas del primer turno habían comenzado.

Los del tejado estaban vigilando desde arriba, mientras Gari les preparaba el desayuno a los demás.

Los de piscina estaban entrenando, bajo el fuerte calor del Sol.

Y los de la noche estaban durmiendo... Bueno, a excepción de uno.

Gibo se encontraba despierto, pues no podía conciliar el sueño últimamente. Además, Ranteni le había pedido de favor cuidar al niño en lo que su turno salía por las provisiones, pues esta vez a los de niebla les tocaba patrullar el pueblo y buscar comida.

El pelinegro no se sentía tan bien como para siquiera salir de su habitación, estaba muy desanimado; pero no iba a decirle que "no" al chico rubio, considerando que Ran se ha portado muy amable con él y le ha hecho varios favores, así que ahora era su turno de corresponder.

Aparte, Gibo quería aprovechar esto para acercarse más al pequeño. Pues la última vez que lo vió, fue cuando los altos mandos discutían sobre qué hacer con el menor, no teniendo la oportunidad de tan siquiera saber cómo estaba él y si las pruebas químicas de Hinoru le estaban dando buenos resultados.

El sacerdote aún recuerda cuando el de ojos escarlata le confesó que había metido algunos químicos en las bebidas que le daba al chico cada vez que iba a visitarlo, haciendo que este no sospechara tanto. Esto, aunque le parecía demasiado sucio por parte de su amigo, también era mucho mejor que la opción de atarlo a una camilla y comenzar a inyectarle cosas de dudosa procedencia.

Ojo, no lo justifica para nada, pero prefería eso, a ver a un niño sufrir.

Porque, al final del día eso era lo que el muerto viviente era: Un niño.

El mayor siente un peso algo ligero sobre su zapato, quien se frotaba contra este. Era Leopoldo, el cual comenzaba a maullar para que le hiciera caso; muy posiblemente quería mimos por parte del pelinegro.

Gibo sonríe al ver a su peludo gato, levantándolo del suelo para cargarlo y comenzar a acariciar su pelaje. En respuesta, el gato comenzaba a ronronear algo suave.

Sonrió el mayor. Aún recuerda cuando Pufu lo cargó la primera vez, diciéndole algo chistoso por la inocencia del pequeño:

Gibo-san, ¿por qué su gato suena como una moto? ¿Acaso se descompuso? - Preguntaba Pufu, levantando aún más al minino para escucharlo mejor.

𝑫𝒆𝒂𝒕𝒉 | Humans vs Zombies Donde viven las historias. Descúbrelo ahora