01

88 14 0
                                    

Hoy parecía ser uno de esos días.

Un mal día.

Taehyung aún no podía comprender cómo es que pequeñas cosas podían escalar hasta volverse en algo grande y pesado. No tenía sentido.

—Hobi, es tu turno. Taehyung, prepárate, sigues después de Hoseok.

Hoseok asintió, con su habitual sonrisa, y se colocó frente a la manta verde para comenzar con su sesión. Sus movimientos siempre eran pulcros, siempre. No había algo en lo que fuera malo: El baile, el rap, el modelaje. Si la gente pasaba al lado de Hoseok, este se encargaba de hacerlos sonreír incluso si no fuera su intención. Si alguno de los miembros necesitaba algún consejo, no dudaban en acudir con Hoseok. Hoseok era… Era Hoseok. No había otra forma de describir al rapero. Hoseok siempre brillaba, una luz difícil de ignorar.

Taehyung deseó poder ignorarlo por una vez.

A medida que la sesión de Hoseok terminaba y el staff se encargaba de arreglar pequeñeces, Taehyung observó la sonrisa de su compañero y deseó no estar ahí. No es que fuera culpa de Hoseok que aquella brillante sonrisa opacara el ánimo de Taehyung.

Para ser justos, Taehyung amaba a su hyung, Hoseok era una persona fácil de tratar y su carácter, siempre tan dispuesto y atento, no hacía más que sumarle puntos al paquete. Sin embargo, hoy no era el día.

Taehyung siguió con la mirada los movimientos de su compañero y lo odió. La manera en que sus dedos se presionaron hasta formar un puño, no era normal. Era algo con lo que estaba aprendiendo a lidiar, estos arrebatos de furia, de tristeza de… lo que fuera. No importaba la razón, Taehyung se encontró odiando cualquier cosa que lo hiciera sentir así.

Había días en los que simplemente el despertar lo hacía sentir mal, días en lo que la actividades más simples lo cansaban: sus pies pesaban, sus brazos hormigueaban, su cabeza dolía. En el mejor de los casos, había días en los que la indiferencia lo acompañaba.

Era como si sus emociones fueran drenadas y solo quedara un cascarón. Como si alguien más estuviera viviendo por él y Taehyung solo fuera capaz de observar. Veía a sus compañeros reír, intercambiar bromas, disfrutar de la comida. A veces los encontraba observándolo, una pizca de preocupación en sus ojos, pero Taehyung estaba demasiado ido como para asimilarlo.

¿Hoy? Hoy no era uno de esos días.

Hoy solo quería llorar.

Cuando despertó esta mañana, lo supo en seguida. Taehyung fue capaz de sentir la preocupación arañando en su pecho cuando Nam Joon entró a su habitación y arrancó las cobijas de él. El menor se aferró a sus almohadas, tratando de ignorar que pequeñas lágrimas querían escapar.

La voz de Nam Joon no fue particularmente tosca, sólo algo ronca, pero para Taehyung pareció como si le hubiera reprendido por algo que hizo.

—¡Arriba! —Le escuchó decir y salir de la habitación.

Taehyung debió haber hecho algún ruido, no lo recuerda bien, antes de que Nam Joon fuera a las demás habitaciones. Cuando estuvo solo, entre sus almohadas permfumadas y el silencio. Taehyung se permitió llorar.

Este nuevo sentimiento no le agradaba, lo hacía ver completamente débil y exagerado, porque realmente no podía explicar la causa de su malestar. Podían acercarse a él y ofrecerle algún caramelo y Taehyung sentiría ganas de llorar; podrían no ofrecérselo e igualmente lloraría. Cualquier cosa que ocurriera, lo haría llorar. No, no era bonito.

Hoseok terminó su trabajo con una ronda de aplausos y salió del enfoque de la cámara. Sus ojos se cerraron con una bonita sonrisa al ver la fotografías finales y caminó hacia Taehyung.

BrumaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora