Las noches en Isla Quesadilla eran aterradoras, mientras más tiempo transcurría y descubrían nuevos enigmas de aquel lugar, más asustado estaba. Spreen solo quería regresar a casa junto a a Carre, pero no tenía idea de cómo hacerlo.
¿Cuál era el ob...
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
∘₊✧──────✧₊∘
Las noches en Isla Quesadilla eran aterradoras, mientras más tiempo transcurría y descubrían nuevos enigmas de aquel lugar, más asustados estaban. Todo era misterioso, lo peor es que más personas empezaron a llegar de forma totalmente aleatoria y extraña, sin ningún tipo de idea del porqué estaban ahí. No como él y el grupo de personas que llegó en tren, que se encontraban ahí pensando que solo serían unas vacaciones a las que habían sido invitados, vaya mentira.
Spreen sabía que debía seguir los pasos de los demás, construir un sitio para resguardarse y mantenerse a salvo o aceptar la oferta de su padre y pasar las noches junto a él en aquella torre. Pero no podía hacerlo, no podía seguir al grupo, se rehusaba a creer que eso sería algo permanente. En este momento se encontraba sentado en una de las ventanas de lo que pretendía ser su casa, solo era la estructura del frente, había dejado los orificios donde estarían los cristales y el espacio donde colocaría la puerta.
No pensaba terminarla jamás, construir un hogar en aquella isla sería aceptar que su situación era definitiva y no podía permitir eso. Se preguntaba cómo su amigo Roier se había acoplado tan rápido, mientras observaba el impotente castillo que había construido este. De seguro estaría arrullando a su hijo para que fuera a dormir.
Esa era otra cosa en la que se rehusaba a participar, no iba a cuidar de nadie ni a crear lazos emocionales en ese lugar. No le agradaba para nada esa misión que les había asignado la federación. Su padre fue otro que lo sorprendió, aún más al ver como este había formado una familia tan pronto tuvo la oportunidad. No lograba entender cómo podía estar tan tranquilo luego de que vieran cómo su madre ahora era una especie de entidad divina en esa isla.
Cada cosa era más extraña que la otra, cada nuevo suceso solo lo dejaba aún más perplejo.
¿Qué estaba ocurriendo en ese sitio?
¿Cuál era el propósito de mantenerlos ahí?
¿Por qué llegaban más personas?
Estaba asustado, confundido y como se encontraba sentado a la intemperie igual tenía demasiado frío. Cruzó sus brazos en un intento de abrazarse a sí mismo y conservar algo de calor, pero era inútil, la brisa estaba helada. No pudo evitar sentir nostalgia, en ese momento podría estar en su pequeña casa de tierra abrazado a su novio, compartiendo calor mientras se dejaban caer al mundo de los sueños.
Que estaría haciendo Carre en ese momento, no había podido hablar con él desde su segunda semana en la isla y ya había pasado mucho desde eso. Daría todo por volver a casa, seguir su rutina tal como la llevaba, ver a su novio, jugar con su gato, no quería estar en este lugar donde no se sentía en control.
