¿Alguna vez has recibido una carta anónima?
Yo sí.
Muchas de hecho.
Llevo un tiempo recibiendo cartas de un admirador secreto. Aparecen en todo tipo de lugares, en mi taquilla, en mi pupitre, en la bandeja de mi comida durante los almuerzos...
Todo...
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—¿Cómo se ve?
—Chai, no abras los ojos.
—Me duele mucho Ethan —Sollozo intentando con todas mis fuerzas, que las lágrimas no salgan, pero la vergüenza puede conmigo y el simple hecho de que Ethan me esté viendo en esta situación me hace comenzar a llorar.
—No llores, no estamos muy lejos de casa. ¿Puedes levantarte?
Niego con la cabeza, todavía con los ojos cerrados y cubiertos por las lágrimas.
—Ya sé.
Abro los ojos con curiosidad, de saber qué está haciendo, y mi mirada va directa a mi rodilla. Está sangrando mucho. No me gusta la sangre y nada más verla la cabeza comienza a darme vueltas. Ethan ha intentado curarme la herida con un pañuelo que llevaba en su mochila, pero ahora está completamente lleno de sangre y nos hemos quedado sin pañuelos para ponerme uno nuevo.
Ethan se da la vuelta y se coloca de cuclillas, gira su cabeza hacia mí y me indica que me suba a sus hombros. Aunque me duele mucho la rodilla y me da miedo que, por moverme, empiece a sangrar aún más, arrastro mi culo por el suelo hasta estar cerca de él.
Me ayuda como puede y entre los dos conseguimos incorporarme y colocarme sobre su espalda. Ethan consigue ponerse de pie, pero hace un esfuerzo enorme para llevarme sobre su espalda.
—¿Y las bicicletas? —le pregunto señalándolas. La suya está perfectamente aparcada en el césped, mientras que mi bicicleta azul marino está tirada en el suelo con cada rueda mirando a un lado.
Sí, me he caído de la bicicleta.
Quería que Ethan me enseñara a ir en bicicleta, para aprender como él lo había hecho con su padre, pero mi primera experiencia resultó ser desastrosa. Todo estaba yendo genial hasta que mi bicicleta se ha tropezado con un resalto de la cera y he ido directa al suelo.
—Ahora volveré a por ellas, lo más importante eres tú.
—¿Sabes que nuestras mamás se van a enfadar mucho con nosotros no? Nos hemos alejado de casa y nos habían dicho que nos quedáramos jugando en el jardín con las bicicletas.
—Mi papá nos protegerá y si no yo aceptare toda la culpa, todo fue idea mía.
—Gracias Ethan.
—¿Gracias por qué? Estoy haciendo lo que debo hacer.
—Por ser el mejor amigo del mundo, ¿me prometes que te quedaras conmigo para siempre?
—Lo prometo.
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