Capitulo IX

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Pasaron algunos días mientras seguía con el papeleo por las mañanas, por las tardes sin embargo me convertía en otra persona para poder escabullirme y obtener los recursos para el viaje sin ser descubierto.

También tenía que esconder lo más posible la relación con Tom mientras los nobles vagaran libremente por el palacio, así que el regresaba cada mañana a su trabajo de jardinero.

Por las noches llegaba a mi ventana trepando por una de las largas cortinas que había, se recostaba a mi lado y dormíamos juntos, esto era siempre así, quien diría que una sorpresa inesperada se volvería el problema más grande de todos.

Estábamos a solo tres días de que terminara el mes, y a tres días igual de escapar de ese lugar, pero entonces recibí una noticia de uno de mis informantes.

-Majestad, le traigo terribles noticias-

-Calma, que sucede-

-El rey ha venido...parece ser que alguien le ha dicho que usted esta...saliendo con aquel demonio-

Mi juego estaba a punto de desmoronarse, que podía hacer, en cuanto mi padre llegara al palacio mandaría matar a Tom, fue entonces que corrí hacía las jardineras en búsqueda de Tom.

-Marco que sucede-

-Tom no hay tiempo de explicarte nada, solo debemos de huir de aquí-

-¿QUÉ?, ¿Pero a dónde?-

-Tomaremos en carruaje en el centro y tomaremos el primer barco a Marsella, allí esperaremos para tomar otro buque que valla a la Vera Cruz-

Se notaba claramente confundido, estaba seriamente alterado y fuera de su zona, no tuvo tiempo de reaccionar para cuando tomé su mano y lo jalé rápidamente hacia el centro.

Deberíamos de evadir a cada guardia que por allí anduviese, con sigilo casi espectral debíamos de colarnos entre la multitud y debíamos huir lo antes posible, sabía que no sería para nada fácil.

Logramos llegar hasta el embarcadero de Saint Marie sin ser vistos, tomamos un barco que estaba a punto de partir rumbo a Marsella, pagamos a uno de los oficiales para que nos llevara sin avisar a nadie, entonces embarcamos rumbo a la Marsella.

Todo parecía marchar bien hasta que a lo lejos vi un buque, era un buque de la armada real francesa, y se dirigía hacia nuestro barco, fui a brío en busca de Tom.

-Tom, vamos rápido, debemos escondernos-

-¿Que sucede?- Pregunto confundido el demonio

Pronto entonces llego un oficial, se acercó rápidamente a nosotros y nos aconsejo ocultarnos en la bodega, ahí pasaríamos desapercibidos como esclavos o trabajadores, esperaba que no fuese nada difícil ello, pero temía por ambos.

Pronto el gran buque arribó al nuestro, de él surgieron muchas tropas y muy bien armadas, y de galante uniforme llego el capitán a la cubierta, se escucho como con su voz imponente ordeno una inspección.

-Pero señor, somos simples mercaderes de Córcega...-

-Calla y obedece...se nos dieron ordenes de inspeccionar cada barco y buque que de Córcega haya partido pues el príncipe Marco no esta y el rey ha ordenado su búsqueda-

Entonces los oficiales entraron a los camarotes, nosotros en la bodega nos escondimos detrás de unas enormes cajas que había, estas desprendían un olor muy fuerte a tabaco.

Los soldados no tardaron en entrar en la bodega, comenzando a registrar detalle a detalle el lugar, nosotros simplemente nos ocultábamos lo más que podíamos, con temor a ser encontrados.

Pasaban los segundo mientras nuestras frentes emanaban un sudor frio con el que nos sentíamos aterrados; al poco los soldados parecieron irse, pero entonces uno de ellos noto el extraño aroma a tabaco.

-Sargento- Dijo imponente

-Si mi coronel, ¿qué sucede?-

-Llame el capitán del barco, parece que lleva tabaco ilegal-

Mientras el sargento iba en búsqueda del capitán, el coronel comenzó a analizar la caja, entonces fue que se acerco lo suficiente para poder ver uno de los cuernos de Tom, fue entonces que sabíamos que todo estaba perdido.

-¿Quiénes son?- Grito imponente mientras nos apuntaba con una bayoneta

-Calma, no nos hagas daño- Dijo Tom algo temeroso

-Calla y dime quienes son-

-Le ordeno que baje esa arma- Dije yo con la fuerza que logre reunir

Entonces ese corpulento hombre me acorralo entre la caja y la pared con el fusil apuntando a mi cuello.

-¿Y quien te crees tu para darme ordenes niño?-

Entonces me vi en la terrible necesidad de soltar a flote la única arma que tenía a mi disposición, mi título real.

-Soy yo...el príncipe Marco-

Cuando el coronel escucho esto soltó su fusible, el cual cayo al suelo con tan horrido estruendo metálico que alerto a todos los demás soldados y sargentos que vinieron a prisa en dirección de la bodega.

Cuando llegaron encontraron al coronel implorándome perdón de rodillas, mientras todos esos ojos de soldado me miraban impresionados y confundidos hasta que escucharon de la boca de su coronel decir entre suspiros y lloriqueos la frase, "Perdóneme su alteza"

Une nuit d'amour (TOMCO)Where stories live. Discover now