Capítulo VIII

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Todos los seguidores de los fëanorian no fueron rivales para los capitanes de Gondolin. Galdor y Rog emergieron de entre los árboles, sin darle tiempo a los soldados de reaccionar, los atacaron sin medir su fuerza a la hora de repartir golpes, por lo que varios cayeron inconscientes o definitivamente muertos.
En su intento desesperado por escapar, pues conocía el poder de los capitanes, Sagent trató de abrirse paso entre el alboroto, pero una flecha se clavó en su pierta haciéndolo caer al suelo. Al parecer la situación se había complicado más, Galdor y Rog no estaban solos, entre los arboles a la lejanía, Glorfindel lanzaba varias flechas con ayuda de Ecthelion.

Aunque los fëanorian reaccionaron al momento del ataque, los capitanes fueron más rápidos, Maeglin, con un aspecto siniestro, golpeó y sometió en el suelo a Celegorm, Penlodh detuvo al elfo que también se había fugado con Sagent, lo golpeó y tiró al suelo, fue cuando pudo verlo perfectamente.

—¿Bernel?—el capitán estaba desconcertado. Pero el elfo no le respondió, simplemente apartó la mirada.

Maedhros musitó unas palabras en un lenguaje inentendible y una ligera neblina cubrió el rostro de Ferne, quien al momento cayó inconsciente al suelo, Duilin trató de acercársele, pero el fëanorian lanzó un golpe hacia él, por suerte bloqueó el ataque y contra atacó creando así un combate dentro de la tienda. Fingon quiso intervenir, pero la filosa hoja de una espada en su cuello lo detuvo, miró a su hermano pensando que lo mataría, pero Turgon solamente lo hizo quedarse quieto.
Después de unos instantes Maedhros fue derribado, Duilin estaba furioso, saber la desdichada situación en la que su amada Irisë había estado con ese elfo, provocaba que su sangre hirviera por la ira, golpeó al fëanorian hasta que Turgon le ordenó detenerse. Maglor llegó en esos momentos con sus seguidores, solían acampar aparte, pero al escuchar el alboroto corrieron a ver qué pasaba, desafortunadamente para ellos, Rog y Galdor los acabaron antes de que pudieran entender de qué se trataba.
Por suerte para Maglor, fue sujetado y puesto de rodillas junto a sus hermanos, Sagent y Bernel.

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Fingon miraba con una mezcla de asombro y terror, a todos los soldados muertos, los siete capitanes de Gondolin habían acabado con ellos con tanta facilidad a pesar de que los superaban en número. Los fëanorian y los otros dos elfos, estaban de rodillas frente a Turgon.

—¿Cómo está Ferne?—preguntó el rey.

—Fue un encantamiento de sueño, así que estará bien—dijo Glorfindel mientras revisaba al joven.

Turgon miró a cada uno de los elfos frente a él, como era de esperarse, sus primos le sostuvieron la mirada, sin embargo los otros dos elfos mantenían la cabeza baja.

—Sagent ¿Por qué?—dijo el rey.

—Porque...—jamás había pensado en una respuesta, jamás esperó esa pregunta ¿Por qué huir de la ciudad? ¿Por qué ayudar a Celegorm? ¿Por qué ayudar a Bernel? ¿Por qué traicionar a su hermano?—...no lo sé.

—¿No lo sabes?—Maeglin lo miró con burla—Tu hechizo nos hizo dormir por tres semanas, algunos ya no despertaron y tu hermano ¡Está en prisión acusado de ayudarte y el consejo real lo colgara si no regresas!

—Basta, Maeglin—Turgon calmó el instinto destructor de su sobrino, aunque la riña ya había pasado, parte de la piel del capitán seguía teñida de un tono oscuro, por lo que había que mantenerlo tranquilo.

—Mi rey, no volveré a la ciudad, al menos, no por mi voluntad—Sagent estaba dispuesto a aceptar su destino.

—Entonces prefieres morir en lugar de darme una buena explicación para que perdone tu vida—el elfo no respondió, Turgon habló con seriedad—Nunca fuiste un prisionero, tenías el privilegio de ser el segundo al mando en la Casa del Arpa y pronto serías uno de mis capitanes. El mundo de afuera, no están diferente como la vida en la ciudad.

El Secuestro de la Golondrina [+18]Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz