Regalos de Navidad

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Los cuatro jóvenes miraban junto a la abuela Norma como la hija de esta última rayaba con rojo el cronograma que había hecho para ese día con total frustración. ¿La razón? Ya no podían ir a esquiar. La nieve había caído toda la noche hasta el punto de casi cubrir las puertas, aún podían salir, pero no había forma de vagar por las calles sin sufrir algún accidente, también era más que seguro que el amigo con el que harían la actividad ya no estaría abierto a prestar su patio para evitar alguna demanda.

-Vamos, cariño. No te desanimes, estas cosas pasan.-Se acercó Norma, acariciando el cabello de su hija.

-Lo se, pero se supone que planee esto para que ellos pudieran disfrutar sus vacaciones navideñas. Y me hubiera gustado verte esquiar a ti, mamá.

-¿Esquiar? ¿Usted? -Oncie miró a la ancianita con sorpresa.

-Mi abue puede parecer inofensiva y que ya casi no se mueve, pero solo disimula.

-Podemos hacer otra cosa hoy, cariño.

-¿Pero qué? No podemos salir, no creo que alguien vaya a abrir hoy, mamá.-Tedd frunció el ceño, no le gustaba ver a su madre así, se acercó para sentarse en la mesa junto a ella.

-Podemos hacer un día de películas.

-¿Qué cosa?-Greed lo miraba incrédulo.

-¡Eso suena maravilloso! Traeré las cobijas y las almohadas.-Audrey salió corriendo a las escaleras para ir al segundo piso.

-Voy por las películas.-Norma se fue al closet cerca de la cocina.

-¿Me ayudan con la comida?-Tedd se levantó, mirando a sus dos amigos antes de que lo acompañaran a la cocina. Martha soltó una pequeña risa, levantandose para mover los sillones y preparar un fuerte de almohadas frente a la televisión con ayuda de Audrey.

-¿Un día de películas?-Interrogó Greed al castaño.

-Si, mi mamá hizo hasta lo imposible para llenar el puesto de mi papá después de que se marchara, teníamos un día familiar en el que jugábamos juegos de mesa, veíamos películas o acampabamos en el jardín.

-Eso suena lindo.-Oncie siguió preparando el desayuno, hubiera dado lo poco que tenía con tal de tener un día familiar con su madre de niño, pero ahora ya no le interesaba.

-Si, mi madre hizo tan bien su trabajo que desde un principio no note que me hacía falta un papá, simplemente no existía tal persona para mí y no era necesaria. Cuando cumplí seis años me di cuenta que mamá se estaba esforzando mucho para mantener su atención de siempre hacia mi, pero su empresa ya estaba ganando terreno y necesitaba más atención de su parte, eso la dejaba exhausta.

Greed-ler miró las puertas de la alacena, tratando de volver a recordar ese único momento que tenía con sus padres en la casa rodante, pero se había vuelto más borroso. Ahora solo podía recordar cómo sus padres lo habían dejado encargado con El Lorax desde el primer día en el que empezaron a levantar su negocio, en como cada vez eran más distantes con el, pero si lo pensaba bien no lo había notado gracias al que antes era el guardian del bosque, nunca se sintió solo o no querido estando a su cuidado, al menos no la mayoría de su niñez.

-Pero es muy terca, le dije que podía sobrevivir sin el día familiar de vez en cuando, pero siempre llegaba a casa para verme y hablar conmigo antes de dormir.  Incluso alcazabamos a jugar un juego de mesa sin importar la hora que fuera.-Suspiró.-Pero después de irme a la universidad ya no lo hacíamos tan seguido como antes, excepto en las vacaciones y en los días libres que venía de visita.

-Nunca he tenido un día de películas, sigue siendo una nueva experiencia.-Le sonrió Oncie, llevando parte del desayuno a la mesa.

-Yo solo tuve un par, aunque no se compara a todos estos preparativos. Será bueno hacerlo de otra manera está vez.-Se encogió de hombros, sacando por fin los vasos de la alacena y llevando los galones de jugo.

Polos OpuestosWhere stories live. Discover now