Capítulo 13

163 5 0
                                    

Emily

Anoche fue impresionante. Dimitry me va a dejar sin caminar varios días, aunque en parte me alegro, por fin habíamos tenido una noche de pasión, después de tanto tiempo.

Hoy Dimitry me enseñaría Moscú, y me gustaba la idea de pasar un buen tiempo con mi marido, haciendo turismo, y más si teníamos a Oliver con nosotros. Nika nos lo trajo al hotel por la mañana y nos alegramos mucho. Apenas llegó nos vestimos, desayunamos y nos marchamos para ir a descubrir la ciudad.

— Hoy iremos primero al museo y después al zoo. —Dimitry subió a Oliver a sus brazos.

— Me parece muy bien. —Le respondí, subiéndome al coche.

— Pues nos ponemos en marcha. —Tras abrochar a Oliver detrás, condujo hasta el "State Tetrayakov Gallery".

— Oye Dimitry, ¿qué hay en ese museo? —Pregunté curiosa, escuchando de fondo la radio rusa.

— Pues es una galería de arte, prácticamente. —Respondió.

— ¿Arte? ¿A ti te gusta?

— Me gusta visualizarlo, sí. —No quitó la mirada de la carretera—. Aunque es verdad, que pintar no se me da tan bien.

— Lo suponía. —Reí—. Oye, ¿seguro que estaremos a salvo aquí fuera?

— ¿Por qué lo dices? —Preguntó frunciendo el ceño.

— Pues porque por ahí sigue Giovanni, que no sé si te acuerdas, pero casi te mata...

— Lo sé, a ver... —Suspiró, aparcando el coche—. No te voy a mentir, Em. Me preocupa la mafia italiana, por eso había pensado en quedarnos un buen tiempo en Moscú, antes de volver a Londres y solucionar lo que tenemos que solucionar, ya he mandado a Ivanov, a-....

— ¿Sí? —Pregunté—. Porque, ahora que nos estamos sincerando... —pausé, mirando a los ojos a Dimitry—. quiero que dejes la vida criminal a un lado.

— ¿Qué? —Preguntó en voz alta.

— Que no quiero pasar lo mismo que pasé en el puto hospital... —Me salió una lágrima.

— Em...

— No quiero perderte, y menos ahora. Estoy harta de que cada vez que salgas tenga miedo por ti, o por si nos matan a nosotros. —Señalé a Oliver detrás, que jugaba a la consola.

— Emily, no puedo desaparecer así como así.

— Sí que puedes, mira a tu padre.

— ¿Mi padre te lo contó?

— Claro que me lo contó, me dijo que debería haberla dejado incluso desde que naciste tú.

— Lo sé. Fue duro, pero... no hay nadie que lleve el negocio familiar, además, cuando Oliver crezca.

— Cuando Oliver crezca ¿qué? —Salí del coche rápidamente, Dimitry me siguió.

— Quiero que se encargue del negocio. —Me comentó, yo reí sarcásticamente.

— Ni de broma. —Respondí, abriendo la puerta de atrás del coche para sacar a Oliver.

— Emily. —Suspiró—. Yo me hice cargo a los 16 del negocio.

— ¿Y qué? No pienso dejar que críes a nuestro hijo en un ambiente de guerra y peleas y armas.

— ¡Yo me crié así!

— Tú eres tú. —Elevé la mano, señalándolo—. Y Oliver creará su propio camino cuando sea mayor.

— Em, si el negocio desaparece nuestra fuerza desaparecerá y nos veremos condenados a la suerte.

— ¿Qué? —Sujeté a Oliver, envolviéndolo en mis brazos.

— Que mucha gente nos busca, y nos quiere matar.

— Joder... —Cerré la puerta bruscamente—. ¡Pones en peligro a Oliver!

— Y a ti también, lo sé. Pero ese fue el riesgo que aceptaste al casarte conmigo.

— ¡Pensé que dejarías la vida criminal en cuanto vieses que tenías responsabilidades!

— ¡Em! —Gritó al seguirme a la entrada del museo—. ¡Necesitamos permanecer fuertes!

— ¡Y yo también! —Me giré repentinamente—. ¡No ves que tenemos un puto hijo!

— Lo sé, pero... escúchame. —Se acercó lentamente—. No quiero pelear contigo, hablaremos esto cuando lleguemos a casa, mejor.

— Y yo que pensaba que tendría una vida normal...

— Nada es normal en ti, Emily Polorok. —Me hizo reír, yo asentí.

— Está bien, pero esto no ha acabado aquí, ¿vale?

— Vale, esposa.

Me hizo sonreír otra vez. A pesar de estar enfadada con él, me reí y disfruté de una tarde junto a mi hijo y a mi marido. Fuimos al museo a ver los diversos cuadros que no entendí porque algunos se pasaban de abstractos, y también nos dirigimos al zoo, lugar preferido de Oliver.

— Tch, hey, Oliver, no te separes, ¿vale? —Le grité cuando se fue a ver las jirafas, observándolo.

— Es un niño sin miedo, eh. Mira cómo se acerca a la jirafa...

— Es nuestro niño, aunque se parece mucho al padre en cuanto a temerario... —Le respondí, sonriendo.

— Es que es mi hijo. —Rió conmigo, aunque sentí una presencia en mi espalda, un pequeño escalofrío.-

— ¿Seguro estamos a salvo? —Pregunté, llevando mi mirada a los alrededores.

— Sí, Em. —Oliver se acercó a nosotros, para pedir comida—. Está bien, nos vamos a comer... ¿qué quiere el niño?

Dimitry se llevó a los brazos a Oliver, pero mi sensación de ser observada no finalizó. Me quedé mirando para todos los lados, sintiendo un escalofrío, algo no andaba bien. Nos dirigimos hacia unos puestos de perritos calientes, dejando que Dimitry pidiera...

— Dimitry, pídelos y vámonos.

— ¿Qué ocurre?

— No sé, no me gusta este lugar... —Dimitry obedeció, llevando a Oliver de la mano y el perrito en la otra.

Ese día llegamos a casa, pero en mi cabeza solo recordaba ese momento de temor que había pasado. Las maletas fueron recogidas del hotel y tocaba colocar toda la ropa en su sitio, al parecer esta iba a ser nuestra casa durante una larga temporada, y habría que acostumbrarse a ello...

Liberada por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora