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¿Qué sucede cuando acumulas mucho algo? Explota, justo eso fue lo que pasó con JiMin y YoonGi, ellos se habían deseado tanto durante demasiado tiempo y ahora no podían parar.

Día tras día, sin falta tenían sexo, haciéndolo de tres a cinco veces, de distintas formas y en todas partes, ya fuera el negocio de JiMin, la empresa de YoonGi, ambos hogares e incluso una vez estuvieron a punto de hacerlo frente al edificio.

YoonGi había aceptado y amado cada parte de JiMin, sus fetiches, locuras y el obsesivo amor que había estado manteniendo en secreto. Bueno, eso último fue algo que lo tomó por sorpresa, no esperaba ver muchas fotos suyas en la pared del cuarto del castañito cuando lo visitó por primera vez, pero así fue.

JiMin le confesó que desde la primera vez que se vieron le gustó y lo seguía a veces, le gustaba tomarle fotos, mirarlo a la distancia y hubo dos ocasiones que entró a su departamento solamente para verlo dormir. Aunque nunca lo tocó, tampoco tomó nada de sus pertenencias y mucho menos hizo algo indebido como masturbarse con su imagen o aprovecharse, nada más velaba su sueño.

Era algo extremadamente extraño y escalofriante, también ilegal, pero YoonGi no se asustó, en cambio, solo sonrió y se sintió halagado. Tal vez no estaba tomándolo como algo demasiado loco porque JiMin le gustaba lo suficiente para cegarse o simplemente no le importaba mientras pudiera tenerlo.

¿Estaba mal desear ser amado al punto de la obsesión? No, para YoonGi no. De esa manera se sentía reconfortado, seguro, cálido y deseado, era mucho mejor y más cuando era mutuo.

Porque no podía hacerse el tonto y decir que no hizo algo parecido con JiMin, personalmente le compraba a diario e intentaba verlo todas las mañanas. No obstante, hasta había buscado su información con un detective privado y recibía información de lo que hacía por la tarde en su negocio.

Ahora ambos vivían juntos en el edificio, YoonGi iba a la empresa y JiMin a su negocio, se quedaban en el departamento algunas veces y otras salían. Pero lo que nunca cambiaba era el hecho de que follaban sin reparos, cada rincón ya había sido usado por ellos, la cocina, la sala, el cuarto, el comedor, el baño y la lavandería.

JiMin tenía varias marcas en su bonita piel perlada por lo agresivo que el sexo podía llegar a ser, eso no lo molestaba y le gustaba llevar las marcas. Tanto le encantaba que simplemente una tarde salió a tatuarse el nombre de su amado novio en la nalga derecha y YoonGi estaba gustoso con el detalle.

Este día era uno de esos en que JiMin decidía cerrar temprano su negocio y esperaba a YoonGi en el departamento para comer juntos, lo cual sinceramente amaba. Sus comidas siempre eran complementadas con un buen sexo desenfrenado y el abundante semen de los dos, se estaba acostumbrando a este amor tan exquisito.

JiMin pensó que sería bueno preparar algo para cuando YoonGi llegara, así que tomó un delantal blanco de holanes que su novio le había regalado y se desnudó para solo quedarse con eso puesto. Se dirigió a la cocina y vio que podía preparar una torta o hot cakes, lo pensó un poco y sus ojitos brillaron ante una alocada idea, como siempre. Preparo los ingredientes sobre la barra del desayunador, tomo su celular y lo acomodo en un punto centrado para realizar una videollamada sin tener que sostenerlo.

YoonGi se encontraba en ese momento estresado, en su oficina, lleno de papeles y trabajo atrasado, esto por faltar tan constantemente. Además, de que tenía unos problemas porque uno de sus empleados se robó información confidencial y aunque todo se había arreglado, la molestia seguía.

Sin embargo, al escuchar su celular dejó todo de lado, se fijó que era JiMin y aceptó la videollamada, ver a su novio probablemente lo relajara un poco. También debía aceptar que lo extrañaba porque llevaba casi tres días trabajando hasta tarde y cuando llegaba su chefcito ya estaba dormido.

𝓓𝓾𝓵𝓬𝓮𝓼 𝓰𝓪𝓵𝓵𝓮𝓽𝓲𝓽𝓪𝓼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora