KTH

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u make my world light up inside

En el laberinto de la existencia, donde los caminos se entrelazan y las miradas se cruzan sinuosamente, habitaba Kim TaeHyung, una chispa de luz en busca de su contraparte en la vastedad del universo. Sus ojos, profundos como el océano en calma, anhelaban encontrarse con el reflejo perdido en el cristal de otro ser.

Desde tiempos inmemoriales, TaeHyung había sentido la presencia de Jeon JungKook en su vida, como si fueran dos cometas errantes destinados a encontrarse en algún rincón perdido del cosmos. Sus miradas se entrelazaban en el éter, un baile cósmico lleno de interrogantes y promesas.

Cada día, en el salón de clases donde los pensamientos se convertían en flores de conocimiento, TaeHyung buscaba a JungKook con su mirada curiosa. Sus ojos, como antorchas de ilusión, iluminaban el camino en busca de la respuesta a un enigma que solo JungKook conocía. Pero la incertidumbre se alzaba como una muralla, y JungKook, tímido y temeroso, evitaba su cercanía, como si la intensidad de su propio corazón amenazara con consumirlo.

Sin embargo, en el ballet de los encuentros casuales y los momentos fugaces, TaeHyung intuía que había algo más. En cada sonrisa furtiva, en cada gesto de ayuda desinteresada, descubría la huella del amor oculto entre los pliegues del tiempo. JungKook, en su torpeza disfrazada de indiferencia, siempre estuvo presente en los pequeños fragmentos de su vida, como una melodía persistente que vibraba en los rincones más profundos de su alma.

El día de la graduación de preparatoria, cuando el firmamento parecía teñirse de añoranza y esperanza, JungKook se adelantó valiente y pronunció las palabras que habían sido su secreto más preciado. TaeHyung, con el corazón palpitando en su pecho como un colibrí en vuelo, se vio sorprendido por el eco de un amor correspondido. En ese instante, la sinfonía del destino encontró su clímax, y ambos amantes comprendieron que siempre habían estado entrelazados, unidos por hilos invisibles que solo la valentía podía revelar.

En medio de la dicha, una sombra de introspección se posó en el corazón de TaeHyung. Recordó cada encuentro casual, cada momento compartido en silencio, y se sintió tonto por haber creído que JungKook lo ignoraba. En realidad, en cada evasión y en cada gesto esquivo, JungKook había dejado destellos de su amor incondicional. Sus acciones eran como las estrellas en el cielo nocturno, cuyos destellos, aunque efímeros, dejaban una huella brillante en el alma de TaeHyung.

Y así, en ese instante de revelación, TaeHyung entendió que el amor no siempre se expresa con palabras. Es el lenguaje de los pequeños gestos, los detalles ocultos entre líneas invisibles, lo que verdaderamente susurra al corazón. La vida, con su misterio y su gracia, nos enseña que la simplicidad es la esencia de la grandeza, y que en los silencios compartidos se tejen los hilos más fuertes de conexión.

En ese abrazo cósmico, Jeon JungKook y Kim TaeHyung descubrieron la belleza de sus almas en sincronía. Dos seres destinados a encontrarse, a pesar de las barreras y las dudas, comprendieron que el amor verdadero trasciende el tiempo y los miedos. Y mientras se sumergían en la danza eterna de su historia, dejaron que la melodía de su amor resonara en cada rincón del universo, invitando a otros a encontrar el coraje de mirar más allá de las apariencias y descubrir la magia que se oculta en los detalles más sutiles de la vida.

 Y mientras se sumergían en la danza eterna de su historia, dejaron que la melodía de su amor resonara en cada rincón del universo, invitando a otros a encontrar el coraje de mirar más allá de las apariencias y descubrir la magia que se oculta en ...

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universe «2 SHOT taekook»Where stories live. Discover now