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El día del par de amigas partió más temprano como de costumbre. 

A pesar de sentir el cansancio en su cuerpo con solo abrir los ojos, siendo casi las ocho de la mañana, la castaña ya se encontraba despierta, duchada y vestida. Ubicada sobre la encimera de la cocina, haciendo que sus pies se balancearan en el aire entre la distancia de su asiento y el suelo, esperando que el café entre sus manos le diera la energía suficiente para afrontar el día. Si era realmente honesta, aún le dolían los brazos por haberse obligado a ella misma a mover cajas el día anterior. Y el hecho de que Oliver no llegara a abrir la cafetería como acostumbraba hacer todas las mañanas, las hizo levantarse más temprano comparado a su hora regular para hacer su trabajo.

Cuando su amiga finalmente hizo acto de presencia en la cocina, la castaña pudo despejar la mirada de su taza de café hacia ella. Viéndola comer su tostada mientras amarraba su cabello caoba en una coleta alta. 

—Recuérdame porque Oliver no va a llegar a abrir la cafetería antes de estrangularlo cuando lo vea. —murmuró de mala forma, esperando que se haya entendido su prudente amenaza. Generando una pequeña risa sarcástica de su amiga, la cual la captó al instante.

Camille odiaba madrugar.

—Pidió su mañana libre. Llegará pasado el mediodía. 

Su respuesta solo generó un bufido por parte de la castaña, a pesar de saber perfectamente la información que Amelia había verbalizado. Volviendo a tomar su café con toda la tranquilidad del mundo, acción que inconscientemente impacientó a su compañera, la cual la observaba con el ceño fruncido a la distancia.

—Termínatelo. Salimos ahora. —Camille la observó absorta, notando como guardaba sus cosas en su bolso.

—Dijiste que saldríamos a las ocho.

—Dije que saldríamos antes de las ocho. —la corrigió, enfatizando su evidente error. Tomando las llaves de su auto mientras su amiga la observaba con el ceño fruncido— Camina. No quieres que tire ese café por ti. 

Bajándose del mesón de la cocina junto una mala mirada dirigida a su compañera de departamento, bebió el café que le quedaba de un sorbo. Dejándolo en el fregadero bajo la insiste mirada de los ojos castaños de Amelia. Sin dejar de demostrar esa mala mirada a través de sus ojos avellana.

—Mandona. —murmuró. Encaminándose hasta la salida.

Ganándose un ligero golpe en el brazo al cual evidentemente se quejó en voz alta, generando una ínfima risa incrédula de su amiga, ambas se dirigieron hasta la puerta del departamento para finalmente irse a la cafetería a unas cuadras de distancia.

El sol lentamente comenzaba a elevar la temperatura de la ciudad, aunque no lo suficiente; la estación otoñal comenzaba a marcar presencia en Brooklyn más pronto de lo que todos esperaban, cosa que inconscientemente alegraba a Camille. Adoraba el otoño. La presencia de esa brisa fresca por las mañanas y el cómo la estación comenzaba a llenar de colores naranja y su gama de colores las hojas de los árboles junto a sus alrededores. Era un escenario que adoraba presenciar cada año que pasaba.

Cuando dieron exactamente las ocho de la mañana, el par de amigas ya se encontraba justo frente a la cafetería, abriendo sus puertas. Amelia realmente no mentía respecto a la puntualidad de su trabajo, al parecer seguía siendo una maniática de la puntualidad. Al abrir, comenzaron rápidamente a preparar el lugar para la clientela del día; lo que conllevaba preparar la máquina, dejar café listo y limpiar un par de mesas que posiblemente olvidaron del día anterior. Para que, después de un par de minutos, el cartel de 'abierto' estuviera a la vista del público que transitara por la avenida frente a ellas.

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⏰ Last updated: Jan 04 ⏰

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coffee for two | bucky barnesWhere stories live. Discover now