Capítulo 9

51 5 5
                                    

Jungkook

Nos está costando volver a casa, mucho más que el camino de ida. Y todo por culpa de la tormenta, que ahora mismo se ha convertido en una fuerte ventisca que no nos deja ver nada. Menos mal que mi padre ha atado la cuerda a la barandilla. Si no llega a ser así, no podríamos encontrar el camino de vuelta.

Es en ese preciso momento, pensando en la cuerda a la que me aferro con mi vida, cuando me doy cuenta que hace un rato que no siento los tirones de Taehyung. Me doy la vuelta y no le veo.

Aunque con esta puta ventisca no veo más haya de medio metro de distancia.

Retrocedo unos cuantos pasos y me doy cuenta de que Tae no está. Me agacho y gateo unos cuantos pasos a ver si lo encuentro, pero nada. No hay ni rastro de él.

Esto es malo. Muy malo.

- ¡TAEHYUNG! - grito a todo pulmón. - ¿PUEDES OIRME?

Sé que estoy gritando en balde, pero estoy desesperado. Tan sólo quiero encontrarle y que se encuentre bien. Palpo el suelo, esperando encontrar su cuerpo cuando siento que hay un gran agujero frente a mí. Siento mi sangre helarse. Estoy convencido de que Tae ha caído en este agujero. Tiro de la cuerda y me la ato a la cintura, dejando un buen trozo para atar a Taehyung también y me dejo caer al agujero con cuidado. En cuanto toco fondo, siento que he caído entre las piernas de Tae. Me agacho sobre su pecho y le palpo la cara.

- ¡Tae, Tae! Vamos, despierta dormilón, tenemos que volver a casa - le digo cogiéndole entre mis brazos. - Vamos, bebé grande, te daré una tostada con chocolate en cuanto lleguemos... Venga, despierta Tae... por... favor - lloriqueo porque no se mueve.

No puedes morir.

Abrazo su cuerpo inerte, desesperado. Necesito que se despierte. De repente me encuentro pensando en todas las cosas que quiero contarle y que me cuente. De las ganas que tengo de volver a verle despertarse por la mañana, de ver su extraña sonrisa y, sobre todo, de perderme en esos ojos preciosos que tiene. Grito contra su hombro, lamentándome por haber sido un gilipollas con él todos estos años.

- Venga, Taehyung, no me hagas esto, joder - lloro - Yeontan y Bam nos están esperando en casa...

Y es entonces que puedo percibir el leve movimiento de su mano derecha sobre mi brazo.

- ¡Gracia a Dios! ¡Estás vivo! - grito eufórico.

Rápidamente, ato el extremo de la cuerda a su cintura. Como puedo, trepo a la superficie. Una vez arriba paso la cuerda por la rama de un árbol que hay cerca y tiro de Tae como puedo, porque al hacer fuerza, me hundo en la nieve.

Cuando finalmente lo saco a la superficie, le ato las raquetas a la espalda y las piernas y lo llevo arrastras hasta casa.

Llego y nuestros padres están en la ventana. Me imagino que no se habrán separado de ella en todo el tiempo que hemos estados fuera de casa y lo entiendo.

- ¡Ayudadme a subir a Taehyung! - le grito en cuanto abren.

- ¿Qué ha pasado? - me pregunta el Namoo en cuanto no ve a su hijo junto a mí.

- Se ha caído y ha perdido la consciencia - digo mientras ayudo a cargar su cuerpo con la ayuda de nuestros padres. - No he podido comprobar su estado... pero está... vivo - se me quiebra la voz al ver a la madre de Tae caer al suelo de rodillas y a mi madre intentar sostenerla.

Una vez dentro, mientras mi padre vuelve a trancar la ventana, los Sres. Kim desvisten a su hijo. Su padre, con cuidado le quita el gorro y le palpa la cabeza.

- Tiene un buen chichón, pero no hay sangre Suni - le dice a su mujer para tranquilizarla.

Yo me quedo de pie, agotado por el esfuerzo físico de haber traído a Taehyung, viendo a los cuatro adultos alrededor de Taehyung. Le están quitando de encima los kilos y kilos de ropa para que esté más cómodo. Cuando veo su pecho subir y bajar, en señal de que sigue respirando, me permito el lujo de llorar. Me siento tan culpable de que esté herido por mi culpa.

- Yo... lo siento. Sra. Kim... de verdad que lo siento - consigo balbucear.

La madre de Tae se levanta y viene hacia mí con gesto serio, tanto que creo que va a pegarme.

Me lo merezco, por no cuidar de su hijo.

Pero para mi sorpresa, me abraza con fuerza, mientras acaricia mi pelo pues también me ha quitado el gorro que llevaba puesto.

- Gracias por cuidar de mi niño y traerlo de vuelta a casa, Jungkook - me dice besuqueando mi mejilla. - Nunca podré agradecértelo lo suficiente.

Antes de darme tiempo a nada más, el padre de Taehyung me está dando un abrazo de oso.

- Gracias Kook - me dice al oído. - Ya podéis estar bien orgullo de él - les dice a mis padres que están esperando para abrazarme.

No sé cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que mis padres me estrecharon entre sus brazos, mientras me decían lo mucho que me querían y lo orgullosos que estaban de mí. Mi madre me llena la cara de besos mientras mi padre me agarra de la nuca con fuerza.

Estoy feliz, pero no puedo apartar mis ojos de Taehyung, que sigue sin reaccionar. Mi padre ayuda a Namoo a llevar a su hijo hasta la cama. Suni se arrodilla junto a él y le agarra de la mano, mientras Namoo le mira el golpe de la cabeza. Y cuando mis padres y yo decidimos que es momento de darles privacidad cuando escucho a Tae intentar hablar.

- Ju... Jun... Jungkook - susurra mi nombre y me derrite el corazón - Mami, ¿Jungkook... está bien?

El aire que estoy respirando se atasca en mis pulmones al escuchar su voz. He sido el primero por el que ha preguntado y un extraño sentimiento que se parece bastante a la satisfacción, se aloja en mi pecho.

- Aquí está, cielo. Te ha salvado - dice emocionada Suni, tendiéndome una mano para que me aproxime.

Es entonces cuando veo los preciosos ojos de Taehyung buscándome. En cuanto me localiza, una pequeña sonrisa se dibuja en sus labios y mi estómago brinca ante ese nimio gesto. Me acerco despacio, con miedo de incomodarle, pero sus ojos, medio cerrados, me miran con... ¿adoración?

Estoy tan contento de que estás bien.

- Querido, vamos a traer un poco de hielo para ese coscorrón - le pide Suni a su esposo, poniéndose en pie y dejándome espacio junto a Tae.

¿Van a dejarnos solos?

El Sr. Kim no reacciona y continúa junto a su hijo. Me sorprende ver la media sonrisa en la cara de su mujer, cuando va hasta él y le agarra del antebrazo.

- Vamos a por hielo, cariño - le dice guiñándole un ojo.

- ¿Eh? - exclama el aludido, que mira a su mujer un tanto perplejo. - ¿Ah! Sí, claro.

Me vuelvo a mirar a los cuatro adultos y de pronto están riendo de manera nerviosa, mientras me miran de soslayo, lo que me pone de los putos nervios, hasta que siento los dedos de Taehyung acariciar mi mano.

- Gra... gracias - susurra.

Me arrodillo a su lado y agarro su mano entre las mías. Nada más que él existe ahora mismo para mí. Escucho la puerta cerrarse con cuidado.

- No me des las gracias Tae - me encojo de hombros. - Dime, ¿cómo te sientes? ¿Te duele mucho?

- No - le quita importancia. - Lo siento. Siento haber sido una molestia...

No le dejo terminar de hablas. Me acerco su mano a mi cara y la acaricio porque me mata que piensa que ha sido una molestia.

- No me pidas perdón. Pero me has dado un buen susto - beso la palma de su mano como si necesitara ese gesto más que mi próxima respiración. - No vuelvas a dejarme solo. Nunca.

Me quedo muy quieto esperando su reacción. Lo que acabo de pedirle no es que no vuelva a caerse, sino que no vuelva a separase de mí. Nunca. Tengo miedo de que me mande a la mierda. Cierro los ojos lentamente y agacho la cabeza, ante su falta de reacción e imagino lo incómodo que debe de sentirse, cuando su vecino, ese chico al que detesta, acaba de pedirle que no lo deje solo. Pero es entonces cuando siento sus finos dedos enredarse en mi pelo, produciéndome una descarga eléctrica.

- Nunca más. Te lo prometo, Kook - susurra de la más dulce de las maneras. 

La Tormenta del MilenioWhere stories live. Discover now