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Tiemblo... Siento un frío que hace que los vellos se me pongan de puntas...

Sudo... El sudor me corre por la cara y espalda siguiendo un camino en cascada hasta que las gotas caen en el suelo haciendo un sonido, pero este no es más que un eco.

El viento gélido entra por debajo de las persianas de la habitación como un huésped sin invitación. Los árboles se mueven violentos afuera. Comienza a llover. El reloj sigue su trayecto, marcando las horas de manera puntual y su sonido me hace temblar.

Tic tac, tic tac...

Acerco mis pies a mi torso y los abrazo. Tiemblo aún más pero de mis ojos lágrimas comienzan a caer. Lloro. Lo hago en silencio como cada noche. Los cabellos se me pegan a la cara, me los quito y con la manga de mi abrigo me soplo los mocos que también han aparecido. Falta muy poco. Lo sé, mi cuerpo ya reconoce la hora exacta a la que va a suceder, como siempre. Como cada noche. Y al igual que en cada momento no lo puedo detener. No puedo hacer nada, no puedo evitar que pase.

Tic tac...

Ya son las tres. La hora exacta de cada madrugada. Siento como la puerta se abre, hace un chirrido al abrirse. Sus pasos son pesados y con determinación. Dice mi nombre y se dirige a mi cama, un lugar que ya no es sagrado y desde hace meses no logro conciliar el sueño. Se da cuenta de que no estoy y su mirada penetra el armario, siento que puede verme a través de estas puertas donde me he escondido, de él. Del monstruo que me acecha. Pero sé también que es en vano. Lo sé porque repito el mismo truco cada día y como cada día me encuentra.

Pum. Abrió las puertas, me sacó pero ya no grité, no le imploré que no lo hiciera. Me tragué mi dolor y aunque sabía lo que hacía, a él no le importó. Cuando terminó se fue. Como cada vez que pasaba, mientras yo me quedaba tiesa mirando el techo con la ropa desecha.

Tic tac, tic tac...

Un nuevo día en el vecindario. Para todos es una continuidad en sus vidas, pero una madre llora desconsolada. Su esposo la acompaña en el sentimiento, pues su pequeño tesoro no se encuentra con ellos. Fue encontrada por el padre en el césped del jardín y un charco de sangre adornaba su cabecita. La policía dijo que se había tirado por el balcón de su cuarto, pero los padres no entienden cómo una niña de nueve años tuvo algún motivo para dañar su cuerpo y su vida.

Ellos no lo entienden, yo sí. Salté hacia la libertad. No entenderán por qué lo hice, pero yo tampoco entendí cómo mamá dormía y no sabía que de su cama salía el monstruo que hacía pedazos mi vida."

Nihilismo [#DDT2] [#PGP2023]Where stories live. Discover now