20. Nunca es tarde para aprender.

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Misaki volvió a suspirar al ver la cocina. Era tan moderna —algo que contrastaba con el aspecto tradicional del resto de la casa, pero a Misaki no le interesaba mantener la estética en esa parte— y relucía de tecnología de esquina a esquina; el sueño para cualquier persona que disfrutara, mínimamente, del placer de cocinar.

Estuvo seguro de que, si Kaoruko hubiese estado ahí con él, también dejaría escapar un suspiro. Así que sacó el teléfono, le sacó una foto al lugar y se la mandó a Kaoruko con una enorme sonrisa.

Kaoruko-san🍪⭐ 16:05 p.m.: ¡Misaki! ¡Cuando regrese a Japón vamos a cocinar juntos! ¡Es una obligación! 😠

Sacó las verduras del refrigerador, cerró la puerta cargado de los productos y se sobresaltó al ver a Akihiko contra la encimera, con Aki en los brazos.

—¡Dios Santo!, ¿Por qué me das esos sustos?

Usami se encogió de hombros, dejó a la gata en el suelo y se lavó las manos.

—Misaki, enséñame a cocinar.

Se volteó de repente, con los ojos muy abiertos y el nudo del delantal que le quedó mal hecho.

—¿Te sientes mal, Usagi-san? ¿Quieres ir al hospital? —preguntó Misaki, que se acercó para tocarle la frente y comprobar si tenía fiebre—. ¡No es normal que quieras involucrarte en esto!

Usami ladeó la cabeza y se puso otro delantal que Misaki tenía de repuesto, luego le desordenó el pelo con las manos heladas y sonrió.

—Uno puede aprender caligrafía a los sesenta —contestó tranquilo y tomó un tomate—. Sensei~ ¿Cómo pelo un tomate?

Misaki se sonrojó un poco al ser llamado de esa manera, pero como era domingo, y tenía tiempo de sobra, aceptó. Le entregó uno de los filudos cuchillos a Usami. El hombre trató de pelar un par de tomates con poco éxito. Había reducido la verdura hasta menos de la mitad.

—Esto es un desperdicio de comida —suspiró Misaki.

—Creo que el cuchillo está defectuoso.

Creo que tú eres el defectuoso —contestó Misaki, que tomó el tercer tomate y en medio segundo le quitó toda la piel, con una habilidad impresionante—. Venga,  algo más sencillo, corta el pimentón.

Akihiko arrugó la nariz, vio el pimentón y, sin importarle que Misaki lo continuaba viendo, lo dejó de nuevo en el refrigerador.

—No nos quedan pimentones.

—¡Mentiroso! —gruñó Misaki, que terminó por suspirar—. Hierve agua para los fideos.

Usami fue a llenar el hervidor, mientras Misaki se encargaba de las verduras. Una vez el agua terminó de hervir bajo la mirada penetrante de Usami, llenó una olla con el líquido caliente y encendió la cocina.

—Dos cucharaditas de sal al agua —le dijo Misaki a Usami, quien tomó la sal y asintió—, una vez comiencen a salir burbujas, metes dos puñados del espagueti.

Akihiko obedeció con calma, pero pronto frunció el cejo al ver que los fideos no entraban en el agua.

—Misaki, no caben.

—¿Qué cosa?

—Los fideos.

Misaki, que limpiaba un poco de cilantro, se encontró con el agua que burbujeaba hasta el borde de la olla y Usami haciendo fuerza para que los fideos cupieran. Corrió a bajar la intensidad del fuego y de revolver con una garra los fideos.

—Ahora vigila los fideos y si vuelve a subir el agua, bajas el fuego, ¿vale? —Usami asintió—. Son diez minutos, ni uno más ni uno menos.

Una vez pasaron cinco, Misaki volvió a dirigir la mirada a Usami, para comprender que el hombre poseía una capacidad de concentración impresionante para realizar una única tarea a la vez, ya que no dejaba de mirar con completa fijación la olla. Misaki se acercó con una cacerola más pequeña y al lado de Usami comenzó a preparar la salsa.

—Si quieres, yo me encargo de terminar de cocinar.

—Pero quiero ayudarte —respondió Usami, con un impropio puchero en los labios.

Misaki desvió la mirada con una sonrisa tonta.

—Ya me ayudaste bastante, pero puedes poner la mesa.

El hombre, luego de pensarlo durante otro minuto de la pasta, acepto la propuesta, y se llevó el mantel al comedor. Misaki, atentó a que la cocción saliera bien, se enfocó en terminar de cocinar, mientras Usami iba y volvía a la cocina para sacar utensilios.

En el momento en que el temporizador sonó. Misaki apagó todos los fuegos, y alzó el mentón contento; ya tenía los guates de cocina puestos, cuando sintió como los brazos de Usami se entrelazaban en su cintura y comenzaba a besarle el cuello.

—¡Usagi-San! ¡La comida!

—Prefiero comer a Misaki.

—¡Los fideos se van a recocer! —gruñó Misaki, que trató de forcejear en vano, ya que desde que Usami continuaba yendo al gimnasio con él, había adquirido una fuerza que le resultaba desventajosa—. ¡Usagi-san!

—Ahora que lo pienso... no hemos estrenado del todo la cocina, ¿no?

Misaki pestañeó y pronto, cuando lo subió a la encimera libre, se percató a lo que se refería. No pudo volver a quejarse, ya que sus labios fueron apresados por los hambrientos de Usami, que lo devoraron entre codiciosas caricias que le hicieron olvidar la verdadera función de esas superficies.

⊰✩⊱

Usami probó la masa que tenía enfrente.

—¿Esto se supone que son fideos con salsa?

Misaki dejó caer su propio plato de masa de pasta al frente, con las cejas fruncidas. Se sentó con cuidado, ya que la espalda baja le dolía tanto como si hubiera dormido en una mala posición durante veinte horas seguidas.

—Come y calla —gruñó Misaki—. Buen provecho.

Usami se llevó la cuchara a la boca y luego de volver a probarla, se apoyó en la mesa con una sonrisa burlesca.

—Delicioso.

⊰✩⊱

Viernes 16 de junio de 2023.

22:57 p.m.




Este es Usami Akihiko, que solo sabe tragar, pero no cocinar. AJAJ

Déjame recorrer esta vida contigo (Junjou Romantica)Where stories live. Discover now