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Un suspiro escapo de sus labios, se preguntaba quienes se habían metido en problemas esta vez, quería pensar que solo había sido uno, más si así fuera sus instintos no estarían tan desesperados con que fuera a ver que estuvieran bien

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Un suspiro escapo de sus labios, se preguntaba quienes se habían metido en problemas esta vez, quería pensar que solo había sido uno, más si así fuera sus instintos no estarían tan desesperados con que fuera a ver que estuvieran bien.

Hace un mes que ese instinto había llegado y el ya no sabía qué hacer, cada vez era más fuerte, casi queriendo obligarlo a ir hacia donde estaban sus compañeros y darles la regañina de su vida después de ver que estuvieran bien, no tendría problema alguno si se llevara bien con todos mas no era así, de su parte se había ido el pequeño resentimiento que le tenía a algunos, todo esto gracias a que se había dado cuenta que era por algo muy tonto y que él ya era un adulto maduro como para seguir juegos de niños pero para sus compañeros sería algo muy raro verlo preocuparse por aquellos que decían ser sus rivales.

Con pesadez se vio obligado a caminar hacia donde sus instintos lo guiaban, los había estado aguantando todo ese tiempo, pero a este punto era insoportable hacerlo, muy en lo profundo de él sabía que quería hacerlo, que quería ir a ver que estuvieran bien, que no estuvieran heridos, solo así él podría estar tranquilo y sin alguna preocupación. Si había alguna manera de estar en paz era sabiendo que todos esos adultos que se comportaban como niños estuvieran bien.

Al llegar al lugar pudo ver a Quackity y Rubius peleándose a golpes mientras rodaban por el pasto, al parecer el pelinegro al fin se había hartado de las bromas del rubio, en el lugar también estaban Willy, Fargan, IlloJuan, Staxx y Alexby con sus apuestas ya hechas de quien ganaría la pelea, negando el castaño se acercó hacia donde estaban los peleadores causando que los demás lo voltearan a ver confusos, con estrés tomo de las orejas a los dos híbridos que se empezaron a quejar ante esto al igual que lo demás lo empezaban a abuchear.

- ¡Lusuuu, me duele, me duele!

- ¡Mi oreja, mi oreja!

Habían empezado a lloriquear los dos híbridos que intentaban seguirle con rapidez el paso al castaño, tropezándose con algunas que otra roca más esto no evitaba que el de capucha siguiera jalando sus orejas. Atrás de ellos iban sus amigos que curiosos querían ver que pasarías, los dos chicos voltearon a ver a sus amigos con una mirada de súplica, a lo que estos intentaron caminar más rápido para intentar parar a el de sudadera negra, a decir verdad su actitud se les hacía muy curiosa, no habían dado ni dos pasos cuando Luzu paro abruptamente y volteo a verlos amenazadoramente, su instinto de supervivencia los hizo quedarse parados donde estaban, el castaño parecía una mamá furiosa por las travesuras de sus hijos.

- Con ustedes hablare después. - les hablo con una pequeña sonrisa que parecía tranquilizadora más sus ojos decían otra cosa, dieron un asentimiento para luego casi salir huyendo del lugar, tanto el pelinegro como el rubio vieron esto asombrados más no les duro mucho el asombro pues el castaño volvió a jalar de sus orejas para seguir caminando hacia su casa.

Al llegar a esta el castaño sentó a los dos chicos en uno de los sillones del lugar y fue a por el botiquín de emergencias, si bien no tenían graves heridas si tenían alguno que otro golpe y rasguño, volvió con este en manos, su dolor de cabeza volvió cuando los vio pelear nuevamente, pero esta vez con las manos como si fueran niños pequeños.

- ¿Se podrían controlar por lo menos un momento? Parecen niños pequeños. - hablo con voz de regaño el emo con complejo de mamá, los dos híbridos lo voltearon a ver con diferentes reacciones, mientras el pato parecía un perrito regañado, el oso por otro lado tenía una expresión confusa e incrédula ¿acaso Luzu se había vuelto loco? Entendía que Quackity estuviera ahí, ¿pero él?, completamente, al castaño le pasaba algo.

Vieron al de ojos rubí dejar el botiquín en la mesita del lugar, sacar un algodón con desinfectante y luego mirarlos de arriba a abajo para acercarse a Rubius, tomando su rostro con delicadeza empezando a limpiar sus pequeños raspones y hematomas con el ceño fruncido, el rubio y el azabache miraban esto más confundidos que nunca. Cuando acabo de limpiar, poner pomada, vendas y curitas en las pequeñas heridas del oso pasa sus manos por estas viendo que estuvieran bien puestas, podían jurar que lo escucharon murmurar "sana, sana colita de rana, si no sana hoy sanara mañana" antes de alejarse del rubio para empezar a curar las heridas del pato.

El castaño estaba muy concentrado en lo que estaba haciendo que no noto la mirada traviesa del pelinegro hasta que sintió sus manos en su cadera pegándolo un poco más a el a lo que soltó un gritito sorprendido.

- ¡Puercos, sigo aquí! - exclamo el pobre oso y jalo a el castaño hacia el inconscientemente. - Que mami Luzu es de todos, eh pato. - hablo sin pensar, el pelinegro lo vio como una amenaza, el castaño como un hijo celoso y el oso simplemente se había quedado en shock.

Un pequeño gruñido de parte de Quackity y una mirada burlona de Rubius para este saco al castaño de sus pensamientos, zafándose del agarre del oso se posiciono enfrente de los dos con sus manos en su cadera mirándolos con desaprobación.

- ¡Ya no puedo más con ustedes dos, primero se pelean a golpes preocupándome, y ahora quieren iniciar una pelea por algo completamente estúpido es mi casa, ni crean que yo voy a permitir esas actitudes aquí! - empezó el regaño Luzu, aún más cabreado que antes, ¿Cómo no estarlo si mayormente eran ellos dos los que se metían en problemas y ese instinto que había llegado de un momento a otro le exigía ver que estuvieran bien? Cualquiera estaría enojado por eso.

El castaño nada más terminar su regaño, de curar al pato y ver que estuvieran completamente bien los botó de su humilde hogar, se había estresado un poco si, más por fin ese instinto se había calmado y desaparecido lo que quedaba del día, por otro lado, los hibrido iban a sus casas completamente agüitados por el regaño del castaño.

El castaño nada más terminar su regaño, de curar al pato y ver que estuvieran completamente bien los botó de su humilde hogar, se había estresado un poco si, más por fin ese instinto se había calmado y desaparecido lo que quedaba del día, por otro...

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¡ 𝙄𝘯𝘴𝘵𝘪𝘯𝘵𝘰𝘴 𝙈𝘢𝘵𝘦𝘳𝘯𝘰𝘴 !  𝗹𝘂𝗰𝗸𝗶𝘁𝘆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora