VIII

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POV Betty

Han pasado varios días desde que se leyó el testamento de Armando, y desde entonces doña Marcela y yo nos hemos mantenido ocupadas revisando cada contrato por muy pequeño que sea para así tener la certeza de cuáles son los mejores para la empresa y de cuales hay que prescindir para no seguir perdiendo dinero.

–Este es muy necesario, Marcela, no podemos perder las ventajas que nos da esta empresa.

–¿Cuáles ventajas, Mario? Esta empresa no aporta nada a la empresa, no es más que un burdel encubierto, así que no pretendo seguir con esos lazos.

–Como albacea de las acciones de Armando, y director financiero, puedo decidir qué empresas continúan trabajando con Ecomoda.

No entiendo que pinta Mario aquí, realmente desearía que ni se acerque a mí o a la empresa; pero tal parecer que aún se cree con derecho de poder hacer y deshacer aquí, aunque eso no durará mucho más, ya estoy harta de tener que verlo.

–En realidad, no puede señor Calderón, es más usted no tiene ningún tipo de negocios con mí empresa, así que retírese.

–A mí ni se le ocurra dirigirme la palabra, esperpento, que estoy hablando con la dueña del circo, no con su intento de payaso.

–Mario, lárguese de mi empresa, no entiendo que me poseyó cuando lo dejé pasar a estas reuniones; pero gracias a Dios ya no me posee, así que lárguese de esta oficina y no ponga otro pie dentro de la empresa o voy a tener le placer de sacarlo a patadas.

–¡Marcela! Mario es el albacea de Armando, puede estar aquí, es el director financiero de la empresa y esa es una razón de peso para que esté aquí.

Esa fue la voz de la madre de Armando. En estas reuniones que hemos mantenido han estado presentes todos los accionistas de la empresa y eso ha incluido a la madre de Armando pues luego del suceso en la funeraria ese hombre no ha querido darle la cara a doña Marcela y eso implica no asistir a las reuniones así que por esta razón solo viene su esposa, de igual manera están otras personas que no tienen que ver con las acciones anteriores pero que pretenden unirse a la empresa, como es el caso de Patricia y Aura María.

Los primeros dos días todo estuvo bien con las decisiones que se iban tomando; pero desde hace dos semanas para acá, lo único que ha hecho Mario es poner trabas a cada decisión, en especial si tenían que ver con algo relacionado con empresas que se encargaban de cualesquiera cosas menos de moda, pero sí de entretenimiento adulto en cualquiera de sus expresiones.

–No, Margarita, ya estoy cansada de que Mario esté en estas reuniones solamente retrasándonos, no aporta nada bueno y con cada palabra que sale de su boca me doy cuenta de que la peor decisión que se pudo tomar fue dejarlo como director financiero.

–Si yo no voy a estar, teniendo todas las bases para estar en esta reunión, entonces ni Patricia ni su susodicha deberían estar aquí, ellas no pintan nada en esta empresa.

Apenas esas palabras salieron de la boca de Mario, Patricia se levantó; pero Aura la detuvo de hacer algo, y lo mismo tuve que hacer yo con doña Marcela, pues se levantó al mismo tiempo que Patricia y por su mirada, Mario tendría la necesidad de otra operación en la nariz.

Respiré hondo tratando de calmar un poco mi corazón y dije:

–Lo mejor es que demos por terminada esta reunión, no estamos llegando a ningún lugar y me gustaría terminar con esto lo más pronto posible. Nos vemos mañana a la misma hora –todos se levantaron y comenzaron a salir, siendo la primera la madre de Armando–. Y, señor Calderón, espero no volver a verlo por aquí.

–¡Tú no puedes hacer eso! -

–Puedo y lo hice, ahora lárgate de nuestra empresa, Calderón.

No sé de dónde saqué la fuerza para decir aquello, quizá fue tener la mano de doña Marcela sosteniendo la mía y dándome pequeños apretones mientras me dirigía a Mario.

La Prometida De Mi EsposoWhere stories live. Discover now