2-Corazón En Reposo

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La primera vez que ella lo atrapó dormido, había mirado fijamente.

Era raro. Era grosero.

(Era algo espeluznante.)

Ella sólo no podía evitarlo. Steven, por definición, siempre parecía estar en movimiento, incluso si estaba sentado y haciendo nada. Una ruidosa y brillante bolita de vida que generaba presencia sin importar cuan pequeño pareciera. Pero aquí, yaciendo desplomado en su sueño como uno de sus osos de peluche, todo eso estaba ido. Incluso se las arregla para parecer más suave de alguna manera. Apenas moviéndose.

A penas respirando.

Lo siguiente que ella sabía, era que estaba sacudiendo a un Steven de ojos brumosos fuera su siesta accidental. En su defensa, ella entró en pánico. La línea entre "durmiendo" y "muriendo pacíficamente" podría ser un área un tanto gris.

Estaba bien. Steven estaba bien. Todo estaba bien.

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Estaban viendo una película en la camioneta del Sr. Greg cuando Steven se quedó dormido.

-Eso solía asustarme también.

Ella desvía la cabeza bruscamente. -Qu-

El Sr. Greg mueve sus ojos a sabiendas hacia su hijo. -Eso. Dormir como si alguien hubiera presionado el interruptor de apagado en él. Ha sido así desde que era un bebé.-

-Debe haber sido agradable no tener un bebé inquieto.

-Me dio ansiedad más que nada. Se supone que los bebés deben ser inquietos. Me mantenía creyendo que se había enfermado -Una mano con callos de guitarra se extiende para ordenar rizos negros desaliñados. -Pero esto es su normalidad. No puedo imaginarlo sin ello.-


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Mamá dijo que los monstruos Gema no tenían pulso. Una semana después, Connie toma la mano de Steven mientras caminan, y por una vez se alegra de que él nunca haya captado lo que cae debajo de la amistad humana normal.

Es estúpido. Ella está siendo irracional. Steven no es un fragmento rebelde o una gema corrupta- es solo Steven y ella está agarrando su mano de la nada preguntándose si tiene algún pulso. ¿Y qué? ¿Qué importa si tiene un latido o no? Pearl no lo tiene, y eso nunca la molestó antes.

No debería asustarla. No lo hace. No puede. No va a...

Ella lo sintió. Un pulso.

Pequeño, muy muy pequeño. No, no- no pequeño, nunca pequeño, Steven nunca era pequeño. Sino... distante. Fuerte pero distante, como el lento tambor del trueno.

Es extraño. Es alienígena.

(Es Steven.)


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Steven es el temblor bajo su propio peso, ceniciento y sin sangre mientras ella lo carga. Tiene la cabeza débilmente girada hacia afuera, los ojos fijos en todo y en nada. Él es una mano extendida hacia afuera, es una voz sin aliento rogando por su vida. Es un latido del corazón, tan incómodamente presente, un martillo frenético y salvaje contra el yunque moribundo de su cuerpo sangrante a través de la chaqueta del padre de ella.

Steven es un holograma viviente, la forma de un niño que la observa impasible desde el otro lado del piso. Un glitch caminante que se sujeta en el aire sobre los cráteres que ha hecho solo con palabras. Sus manos se encuentran por un momento cuando él retira su cuerpo de ella, y ella no encuentra pulso, solo una vibración persistente que deja su espectro incluso cuando ella camina alejándose.

Steven es llorosas sonrisas gemelas, un baile alegre para dos, un destello giratorio de luz balanceándose sobre su propio eje. Él es la agradecida incredulidad en su rostro, una risa profunda y burbujeante cuando el suelo tiembla con el berrinche de otra persona.

Él es el latido cantando en las manos de ella, distante, fuerte y tan irrefutablemente vivo.

Para Un Diamante Es Una Cosa MaravillosaWhere stories live. Discover now