Día 1

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temática — celebración // besos a escondidas
etiqueta(s)— relación secreta
shipp — ederson moraes x julián álvarez

La energía era increíble. Los cánticos de la afición que los acompañó al festejo, la propia euforia de sus compañeros y sus respectivos familiares reunidos en la cancha con una sonrisa de oreja a oreja le daban la misma cálida sensación como la vez que se hizo con su primera Premier al arquero brasileño: Ederson gozaba del título tanto como le fuera posible.

Luego de la ceremonia protocolaria todos parecían disfrutar tanto como él del confeti papaloteante y la imagen de aquella lustrosa copa que lucía tan bien con esos listones tintados en los colores del equipo de su corazón.

Todos menos cierto argentino que, una vez tomada la foto del equipo sobre el podio desmontable, se le vio un tanto cohibido entre todo el barullo.

Habitualmente así era Julián Álvarez, huyendo cada que podía de los reflectores cuando no se trataba de pavonearse por haber disparado al arco rival con éxito. De ahí en más no tenía problema en ser opacado por sus compañeros de equipo: entre más desapercibido pasara, era mejor para él.

La frontera principal la tenía con el idioma, pues no todos los presentadores deportivos podían adaptar sus entrevistas a la lengua madre del sudamericano, pero tampoco es que fuera de su agrado regocijarse entre tanto aquelarre. Era más del tipo al que se le drena su batería social en poco tiempo y prefiere sortear ser el foco de atención; todo un reto para una figura pública de su calibre.

Claro que el muchacho estaba genuinamente contento por conseguir el galardón de la temporada: bailó, saltó, y coreó todas las barras de su equipo para que la euforia no decayera; sin embargo, al menor instante ya estaba ahí siendo cobijado por la altura del guardameta protagonista en cuanto los demás jugadores comenzaron a alzar el trofeo a la afición y que ésta respondiera con la bulla tradicional.

Ederson dirigió su mirada hacia él sin que se percatara del escrutinio: jugaba con el cordón de su medalla y tenía una sonrisa serena en el rostro, una actitud muy de Julián.

Mentiría el paulista si decía que la conducta no le resultaba ligeramente irritante: desde que Álvarez entró como nuevo jugador del City, trató con todo lo posible hacerle dejar en claro que eran una familia de la que ya era parte y que por ello no había necesidad de reservarse; incluso extendió más su dominio del español para poder integrarse más fácil con él y ganarse su confianza. Se estaba por cumplir el año del fichaje de la Araña, y aunque hubo notables avances de compañerismo en su disposición hasta la actualidad, parecía reprimirse todavía de vez en cuando.

Por otro lado, dicha timidez también le daba gracia por ser tan contradictoria, ya que Julián llegaba a ser especialmente escandaloso en sus encuentros fortuitos acontecidos en las regaderas solitarias, los vestidores desolados o, siendo más prudentes, en sus respectivas habitaciones.

Pero no era hora de pensar en eso, no por el momento.

Veía el destello en los iris almendrados del cordobés que muy atento observaba las acciones de sus amigos. Era como si implorara silencioso ser uno de ellos cuando sabía de sobra que ya era así, pero parecía que no se la creía aún.

El trofeo ya había pasado por el cariño físico de todos los integrantes del ManCity, menos por el de Julián. Entre pase y pase del laurel, el argentino se animaba dando imperceptibles pasos al frente para pedirlo y poder ser también material digno de la portada de la sección deportiva en los periódicos; sin embargo, no toleraba ser el primer plano tan abrupto, posibilitando un avance en falso y ridiculizarse con ello, por lo que concluía posicionado de nuevo un poco más atrás del portero burlándose leve de su propia cobardía.

#CityWeek 2023Where stories live. Discover now