Moretones y cortes

347 62 31
                                    

Cuando Tobirama pensaba en belleza tenía ideas mus diferentes a lo que un shinobi promedio pensaría.

La belleza era relativa a lo que su padre le había enseñado; las mujeres eran hermosas, si, pero la belleza femenina no era de mucha ayuda en la guerra. A menos de que una mujer tuviera algún valor de intercambio.

Las mujeres kunoichi eran escasas, por lo general las hijas y las esposas eran resguardadas dentro de los clanes, nunca tomando entrenamiento ninja o siendo puestas en peligro. Habían excepciones a la regla, él mismo había combatido contra mujeres Inuzuka que se destacaban por su flexibilidad y agilidad mucho mayor a los de un hombre; sin embargo, nunca se había visto en la posición de tener bajo su mando una mujer que pudiera utilizar una técnica ocular y cuerpo como un arma.

(Raramente las mujeres Uchiha eran capaces de activar su sharingan; al mantenerse al margen de la guerra eran menos propensas a caer en lo que deduce es la "maldición Uchiha") 

Había encontrado belleza en una simple mujer poseedora de un dojutsu. No solo era su genética, si no también el hecho de que tenía entrenamiento ninja. Hinata Hyuga era muy baja en comparación a las mujeres Senju, pero tenia brazos y piernas fuertes, sus ojos especiales eran inquietos siempre moviéndose de un lado a otro, siempre alerta como un animal. Callada como la hija de un noble, pero con una lengua que de ser usada era muy inteligente.

Se despidió de su hermano una vez la semana terminó, la comitiva Senju volvía a los bosques y Tobirama junto a dos de sus hombres de confianza fueron los únicos que se quedaron en Uzu en protección de la futura esposa de Hashirama. Su hermano pensaba que había aceptado gustosamente su castigo –como si él admitiera sus errores- pero muy diferente a los pensamientos de Hashirama, Tobirama creía que su tiempo en Uzu podría ser fructífero si se enfocaba en explotar el nuevo dojutsu que había descubierto.

Muchos clanes habían sido masacrados a lo largo de los años, la perdida de antiguos linajes, suponía también la perdida de inigualables habilidades que no se pudieron robar o aprender para su supervivencia a lo largo de los años.

La primera mañana de su estadía había sido convocado a la central médica de la isla, Mito lo había llamado con especial énfasis advirtiendo que debía ver con sus propios ojos la sorpresa que ella le tenía guardada. Dividió a sus dos hombres en dirección a la escolta de Ashina-dono por el resto del día para que lo dejaran solo; cuando llegó a la central su sorpresa fue simplemente Mito con su ya conocida sombra quien nunca se despegaba de su lado, esa tal Hinata.

Los tres parecían ser los únicos presentes en el lugar, su cuñada confirmó su observación luego de explicarle que había dado la orden de estar solos por lo que restaba de día sin dar lugar a ninguna interrupción.

—Hinata me ha comentado de tu pequeña condición para entrenarla. No fue nada amable de tu parte Tobi acorralar a una dama de esa forma, pero creo que comprendo tu curiosidad por estudiarla. Siempre has sido impaciente.

Tobirama mueve su cabeza a su costado escéptico a la tranquilidad en sus palabras— ¿Por qué estamos aquí? Me pediste ayuda con tus reclutas, tu sirvienta es un caso aparte. 

Mito lo ignora permitiendo que Hinata tome asiento en la camilla de la habitación. Le ordena a la Hyuga que active su dojutsu y en tan solo un segundo el Byakugan reluce orgulloso en su rostro.

—El Byakugan no es igual al Sharingan —declara.

—Me lo esperaba. Ya lo habías comentado con anterioridad.

Mito niega frunciendo el ceño— Me refiero a que no comparten las mismas habilidades, el Byakugan parece ser su contraparte. Los Hyugas nacen con la capacidad de activarlo, nada produce su evolución o aparición. Es como un musculo más en su cuerpo, los Hyugas lo entrenan. Hinata dime que ves en el equipaje de Tobi-kun.

Asincronía Where stories live. Discover now