Capítulo 1: La reforma

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Manolo acababa de salir del bar dando muy mala imagen, un señor de 40 años o más, calvo, gordo, con fachaleco, una camiseta del Real Madrid, unos vaqueros, unas zapatillas viejas y medio rotas y un cinturón con la bandera de España apenas visible por la barriga cervecera. Manolo se metió en un callejón a vaciar la vejiga.

Había tenido un buen día Manolo, le acababa de terminar una reforma a una chavala de 25 años bastante guapa. Teñida de azul, esbelta, pecho poco pronunciado, pero unas muy buenas piernas y lo que más le gustaba a manolo, un buen culo para partir sandías. No solo se había deleitado Manolo en el cuerpo de la señorita, si no que encima la había metido un sablazo. Si la reforma era una tontá, ocultar una habitación detrás de una estantería falsa, un topicazo y una reforma medianamente sencilla pues donde estaba la estantería antes había una puerta, y la estantería ya la había comprado ella. Aun así, la encasquetó unos 600 euros de mano de obra y material que, claramente, no se había gastado en mano de obra ni material.

-¿Cómo se llamaba la pichoncilla? Ah sí, Valeria... Quien la pillara. - Dijo Manolo mientras se bajaba la bragueta. - Y va y me da la pasta en vez de reclamarme, si es que hay que ser malo en la vida cojones.

-Un poquito si, cariñín.

Manolo se sobresaltó ante la voz femenina proveniente del principio del callejón, donde se encontraba una sombra verde esmeralda.

La sombra se acercó un poco y Manolo pudo distinguirla mejor. El cuerpo encajaba casi a la perfección con el de su clienta, ¡qué suerte, dos en un mismo día!

La ropa, sin embargo, era mucho más estrafalaria que el top y los vaqueros ajustados de Valeria. Esta muchacha llevaba un traje de licra color esmeralda un poco apretado con un patrón como de... ¿telaraña? Sobre su cabeza, una gabardina azul que se le hacía un tanto familiar y unas zapatillas deportivas amarillas. Muy llamativa para no haberla notado antes, pensó Manolo.

Entonces el cerebro de manolo se iluminó, ¡y no para timar a alguien, eso no ocurría en más de 30 años!

-Coño, tú eres la movida araña esa, ¿no?, esa que se pone alias en inglés en España, que ya hay que ser flipao. ¡Si somos españoles, coño! - La examinó ahora que se había acercado un poco más - Pues yo siempre he pensado que eras un tío... Oye, no serás guiri, ¿no?

La muchacha se paró en seco y se empezó a reír mucho, con una risa bastante desquiciada, lo cual hizo que Manolo se empezase a sentir incómodo pues se decía que esa risa se escuchaba poco antes de encontrar un cadáver. De pronto y sin ningún aviso la chica paró de reírse y lo miró fijamente con esos ojos blancos de su máscara.

-Mira Manolo, vamos a llevarnos bien, ¿vale? Devuélvele el dinero al pibonazo de mi amiga Valeria que vaya palo le has metío con la reforma y yo no te corto la minipolla, ¿trato? - Ladeó la cabeza al decir esa última palabra.

Manolo, bastante acojonado a esas alturas la miró fijamente a la máscara, pues no quería mirar a otro sitio en ese momento, intentando suplicar incluso con la mirada.

-Y-Yo... ¡necesito el dinero! Lo prometo es que... ¡Colaboro con una ONG! Sí, eso. Es para los niños pobres. No le negarás dinero a los negros de áfrica, ¿no? - Una gota de sudor recorría la frente de Manolo.

No quería perder su paga, el banco le embargaría la casa por comprarse el deportivo con un préstamo que pensaba pagar estafando y solo le quedaba pagar unos 300 euros. Incluso si devolvía lo que había inflado del precio no podría comer ese mes, debía intentarlo.

Ante tan burda mentira, la chica araña ladeó su cabeza para el otro lado, esperando, quieta, expectante. Manolo no podía verle los ojos, pero estaba seguro que los tenía fijos en los suyos, los cuales empezaban a temblar con el miedo.

Manolo, nervioso, empezó a mirar a su alrededor, y encontró su salvación. ¡Un ladrillo! Parecía que se había caído de alguno de los edificios que los rodeaban. Rezando a Dios y a Cristo que la puta loca no se diera cuenta, agarró el ladrillo y se lo estampó en la cabeza al grito de "PUTA LOCA DÉJAME EN PAZ".

Manolo se paralizó, el ladrillo no hizo nada más que descomponerse en el cráneo de la arácnida, pero ella ni se inmutó.

Un suspiro se escapó de la garganta de la araña.

-En fin, yo he intentado ser una niña buena... - De su gabardina apareció una espada que claramente no cabía ahí dentro. - ¿La butifarra la prefieres en lonchas o el troncho entero?

Entonces ocurrió lo peor para el albañil, la chica se cortó parte de la máscara sin querer al hacer un movimiento de flipada con la espada, haciendo que se cayese y desvelase la cara de su agresora.

La cara de manolo se puso pálida.

-¡V-Valeria! ¡Si me lo hubieses dicho no te habría inflado el precio! ¡N-Ni te habría tocado el culo descaradamente!

Valeria suspiró más profundamente.

-Joder, perdona tío, pero ahora no te puedo dejar ir.

La gente en sus casas no descansó bien aquella noche, gritos de agonía y una voz femenina quejándose de los mismos gritos sonaron por todo el barrio.

Al día siguiente, en ese mismo callejón, encontraron un cadáver que haría vomitar a cualquier persona con una nota colgando de su entrepierna 'La próxima vez le estafas a tu puta madre – Gunspider'.

Y otra nota debajo 'Mola el nombre o no?'.

La policía apuntó el caso como otro ataque de la dichosa araña, esta vez había pillado a un albañil que siempre timaba a sus clientes, ¿tanto castigo merecía un simple timador? A esa autoproclamada heroína se le iba mucho la mano. 

Gunspider: de mal en peorWhere stories live. Discover now