- Sweet Dreams, Espresso.

- I/II

Espresso Cookie, un gran mago para la república Crème y sus alrededores en si. Conocido por su gran conocimiento e intelecto que tiene el profesor de la escuela de Parfedia. Introvertido y ocupado es como lo describen todos.

Y algunos más cercanos, pueden decir abiertamente que parece un Workaholic —lo que sea que sea eso para Espresso— y un gran adicto al café.

Muchos saben que este profesor aunque por sus adicciones este cavando su propia tumba, lo hará pero con conocimientos y aportaciones para la sociedad en sí. Y eso era algo de admirar.

Ahora, debido a insistencias a su "amigo" había estado durmiendo regularmente para poder dar una conferencia importante sobre su último avance de un gran proyecto que, según se aclara, ayudará a gran parte de la república.

Espresso aunque no se notará, estaba ansioso de ello, había dado algunas conferencias antes y esto no era de lo usual para el, más sin embargó; está sería una realmente importante para su carrera y en su vida en general.

No solo podía ayudar a la sociedad si no que también tendría más reconocimiento de lo ya tenía y así inspirar a jóvenes con sus conocimientos y demás cosas.

Esto sin duda era algo que no iba a desaprovechar, y ahora gracias a eso al fin le estaba haciendo caso a su "amigo" el caballero Madeleine Cookie, sobre estar durmiendo sus 8 horas diarias. Estaba haciendo eso para verse presentable ante aquellos importantes representantes de la república y afueras en si.

Pero algo raro pasaba, y no lo lograba entender.

Se oyó un gran suspiro desesperado a plenas 1 de la madrugada, en una habitación de colores obscuros con delicados y casi notables blancos.  Era Espresso, estaba recobrando el aire de manera desesperada y se estaba tallando los ojos en busca de despertar, tenía los ojos apunto de reventar de lágrimas y tenía un pequeño sudor en su frente.

—Que mierda fue eso. — se preguntaba mientras agarraba sus lentes que estaban a un lado de él, en una mesita de media noche junto a ella una lámpara que no dudo al instante en encenderla. —De seguro solo fue un sueño... Si si, debe ser eso.

Bajo de la cama y se dirigió a la planta baja de manera lenta, evitando tropezar o caerse por la gran oscuridad que había en su hogar. Bajo las escaleras con sumó cuidado puesto a qué aún estaba adormilado y estaba llendo directo a buscar un vaso de agua con desesperó.

Apenas llegó a la cocina prendió el foco que estaba ahí, logrando ahora tener algo de luz que iluminará aquella oscura y vacía cocina que más que cocina parecía un laboratorio. Busco un vaso y luego se sirvió un poco de agua, buscaba despertar en sí.

Aún estaba intentando procesar lo que había pasado hace unos momentos, como pasó a estar de un bello sueño en blanco a tener recuerdos que nisiquiera lograba entender con claridad. Eso y más preguntas eran lo que estaba divagando el gran profesor de la magia del café, sin éxito a encontrar una respuesta clara que al menos resolviera sus teorías y era frustrante aquello.

Su memoria era una de las mejores ya que podía recordar grandes detalles de cosas que le habían pasado o cualquier cosa mínima pero ahora, que intentaba recordar al menos un detalle de ese sueño en si parecía no querer cooperar, es como si algo la hubiera detenido de repente y diciendo que por nada del mundo lo vas a tener que recordar.

Era tan extraño, pero a la vez tan doloroso que juraba que dañaba su orgullo, ni entendía el por qué lo dañaba. Pero había algo que le era imposible descubrir, ¿Por qué no desbloqueaba ese sueño de una vez por todas? Por qué y ¡Por qué su mente no cooperaba ahora! ¡Esto era tan injusto!

Pero no podía quejarse, no podía, debía dormír de nuevo, aunque eso costará volver a redimir ese mal sueño que tuvo o quien sabe, tal vez sea algo que vivió pero que... ¡¿De que hablaba?! Su infancia fue perfecta, o bueno, hasta donde el recordaba siempre fue perfecta y sus padres jamás en la vida me quisieron decir el que fue de el antes de llegar con ellos.