Extra 2. Lobo y Presa

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Clark Kelly

No iba a mentir, la primera vez que lo vi, supe que algo iba a andar mal conmigo. Es decir, que la vida no me había dado suficientes problemas al parecer, pero cuando sus ojos marrones se clavaron en los míos, no pude negarme. No aprendí a decirle que no a ese cachorro.

Sostuve en mis brazos al niño de apenas un año y tuve que quedarme completamente quieto cuando este se recostó en mi brazo dejando su nariz pegada en mi pecho. De vez en cuando la arrugaba, pues parecía olfatear con esmero, pero cuando le daba un dedo de mi mano, él sonreía entre sueños y lo metía a su boca haciendo que me perdiera en su acto.
Sabía que era muy joven, yo lo era también. Estaba cerca de cumplir mi primer siglo y desde que tenía diecisiete años, supe que no iba a tener una vida fácil, pero esto ya era el colmo.

—¡Es mi sobrino! ¡Yo lo quiero!

Escuché la voz gutural de Byron y me alejé de la puerta cuando Bastian se removió en mis brazos. El llamado de la sangre lo estaba despertando.

—Shh... —. Lo apegué más a mi pecho y lo mecí de un lado a otro. Lo acurrucaba en mis brazos para que no despertara—. Todo está bien, Bastian. Vas a estar bien.

Sus ojos se abrieron y, contrario a lo que imaginé que haría, sonrió con felicidad y apretó más mi dedo en su mano. Sus ojos castaños se tornaron en un verde brillante y, justo cuando los míos lo vieron, supe que estaba perdido.
Mi corazón hizo su elección en ese momento.

—No puede ser... —. Eché mi cabeza hacia atrás y aguanté las lágrimas que querían salir una vez que me di cuenta de lo que había pasado. Es decir, lo sabía, lo supe cuando lo entregaron en mis brazos antes de llevarse a Byron Hale con el consejo, pero esto...

Volví a ver al niño cuando este jaló de mi camisa haciendo que se arrugara en su puño. Se veía triste.

—Escucha, tienes un año apenas. Lo sé, esto se ve mal, pero es que en serio lo está. No puedes hacerme esto, niño —traté de alejarlo de mi pecho pero se aferró hasta con las uñas—. ¡Dios, Bastian! No puedes hacerme esto, no quiero. Me rehuso.

Miré a mi alrededor y cuando vi la carreola, tuve la idea de dejarlo allí e irme sin mirar atrás. Nadie se enojaría conmigo por abandonar al sobrino de Byron Hale en medio de una ciudad llena de cazadores, pero vamos, yo no soy tan idiota para hacerle eso a un niño.
No tenía corazón y sabía que me terminaría arrepintiendo. Cuando pensara en un par de ojos marrones, lo haría.

—Bien, bien —. Suspiré sentándome en el borde de la ventana. Bastian seguía mirándome con el ceño fruncido—. Oye, no me mires así. Estoy seguro de que tú harías lo mismo si estuvieras en mi lugar, es decir, ¿Cómo es que no lo he hecho aún? Eres su familia. Llevas su apellido, ¿Sabes lo que me harán si saben que te elegí a ti?

Cerré mis ojos y solté un gran suspiro. Estoy metido en problemas. Muchos problemas.

—No puede ser...

—¿Por qué no puede serlo?

Abrí mis ojos y vi a Mack sentada frente a mí.

—¿Qu-qué haces aquí, jefa? No deberías estar adentro, están juzgando a Abigail Johnson allá adentro —. Señalé con mi cabeza la puerta. Byron Hale y la cazadora estaban siendo enjuiciados por robar a un niño en apariencia humano, pero no lo es. Es hijo de Newt Hale, el hermano menor del alfa, quien murió hace unos días.

Este niño es Bastian, Bastian Hale.

—Omitieron mi nombre en el acta por órdenes de Marcus Songer. Además, me aburren los gritos y gruñidos. Me siento mejor si estoy fuera de esa habitación en todo caso —. Miró al niño en mis brazos—. Es bonito, ¿No lo crees? No se parece en nada a la bruja de Ginger. Ni siquiera sacó un sólo cabello rojo de ella.

La Luna Del Alfa Luna Nueva ©Where stories live. Discover now