Nadie llega tarde a perder su tiempo
me viste agonizando y pensaste en mi como en un cualquiera
las personas que te importan
los ojos que te admiran
hasta los destellos que te involucran no me contentan
quieres hacerme un postergado
el plato de segunda mesa que se rehúsa a serlo
y no
lo de los últimos serán los primeros no me apacigua
si lo ideal resquebrajala la existencia
yo prefiero existir en mi mismo que en un conjunto de aristas ajeno a mí
a fin de cuentas el hermitaño busca la libertad huyendo del amor
avanzando contra un mar de tal veces
con una sola posesión
el recuerdo de alguien para quien es importante
o tal vez no
¿De pronto no se te antoja más de mi sangre?
No sé
tal vez en el piso
o formando surquitos por tus manos
(chij, chij, chij)
los pasos de tu seudoempatía sobre el charco de mi autocompasión