CAPÍTULO XXXVII

30 4 0
                                    


     Alba

Engañaba a todos pero si había algo que no me gustaba y no me permitía, era engañarme a mí. Por ello debía reconocer que lo que había sentido los últimos días del año pasado no eran meras ideas y tal y como lo esperaba, enero había resultado un mes difícil.

Complicado porque como psicólogo eres más consciente de esos pequeños detalles o situaciones que aunque para otros puedan pasar desapercibidos, para ti son evidentes.

No había disminuido mi nivel ni rutina de ejercicios, me alimentaba como era debido y tomaba todos los medicamentos y vitamínicos que solía usar pero aun así y muy a pesar de que procuraba mantenerme optimista, sabía que mi cuerpo ya no lo recibía igual. Notaba como mi vitalidad mermaba 1% diariamente.

Deseché esas ideas de mi mente cuando suspiré profundamente antes de obligarme a sonreír a la mujer que me devolvía la mirada en el espejo.

Me di un último repaso antes de bajar, conjunto de falda godet blanca y top simple sin mangas con varillas y copas, abrigo tipo cape azul cerúleo y unos zapatos scarpin del mismo color. Cabello lacio suelto en ondas y cintillo de piedras con un reluciente diamante azul.

Sonreí abiertamente al bajar, sin importar cuanto tiempo pasara no dejaría de sorprenderme con sus ocurrencias. En cada escalón había un camino de pétalos azules que seguir y desde el inicio de las escaleras en planta baja hasta el vestíbulo que daba a la puerta de la entrada el techo estaba cubierto de hermosos globos azules de diversas formas y tonalidades que flotaban a causa del helio. Y detrás de otro pequeño montón de globos sostenidos por un par de manos, estaba el responsable del que solo alcanzaba a ver la mitad inferior de su cuerpo.

–Esto es para usted señorita –dijo extendiendo los globos en mi dirección, aunque yo no lo podía ver supongo que el a mi si– ¡Feliz cumpleaños número veinticuatro, pequeña!

–Awww, están preciosos –no pude evitar alargar las palabras con un puchero y mi rostro pintado de felicidad–Todo está precioso, muchas gracias.

– ¡Oh, aun no ves nada! –comentó jovial entre ofendido y divertido– Los obsequios están dentro, debes reventarlos para obtenerlos.

Dijo refiriéndose al arreglo de los globos pesados que sostenía y me ofreció una especie de aguja plástica grande y comencé a explotar los globos uno a uno y así como no dejé de estremecerme con el sonido al estallar tampoco pude ignorar la punzada de curiosidad y sorpresa cada que un objeto o cajita brillante salía de ellos. En verdad era emocionante y lindo. Cuando finalicé me di cuenta que tenía un total de veinticuatro regalos, uno por cada año de vida... y todos de una sola persona.

Cada uno superaba al anterior. Junté un brazalete de infinito, gargantilla, cojín, reloj, marco de luz para escribir mensajes... hasta una USB... pero ya me encargaría luego de saber que contenía.

Lo que más me gustaba era que no solo se trataban de objetos, no era lo material. Sino lo que significaba cada uno como la revista con nuestros nombres y diseños en el interior con mapas de países que habíamos visitado y marcados los lugares específicos con algunas inscripciones. O el delantal personalizado teniendo en cuenta lo mucho que me gustaba la cocina.

–Gracias, gracias y mil gracias pequeño –pasé de estar tirada en el primer escalón con todas mis cosas nuevas a enroscarme en el cuello y cintura de Ethan de un salto– Todo esta hermoso como siempre, pero ahora si no te importa quisiera vayamos a nuestro primer destino.

– ¿Primer? –preguntó frunciendo el ceño. Solo asentí y aceptó sin más poniéndose en marcha conmigo en brazos porque me daría todo lo que yo pidiera aunque ahora solo supiera de una cosa.

Amante FielWhere stories live. Discover now