⭐️|| Próᥣogo

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—Mathias.

Cuando su madre le llama, el niño frunce la nariz y sus manitas aferran con fuerza la funda rosada de su guitarra. La emoción que lo domina en ese instante es enojo.

—No es justo. ¿Por qué tengo que quedarme aquí?

—Esto no es un castigo. —explica Julia con voz suave.

—Si no lo es entonces, ¿por qué Horacio no puede venir conmigo?

El niño le mira enfurruñado, negándose a creer lo que dice.

Julia siempre ha sido la mejor tratando con el carácter obstinado del mayor de sus hijos, así que pacientemente se inclina de cuclillas y alcanza su mejilla en afán de endulzar un poco su facción tensa.

—Es importante que tengas tu propio espacio y hagas amigos por tu cuenta. —en un gesto maternal le acomoda tanto el cabello, como el cuello torcido de su chaqueta de mezclilla negra.  —Conocerás a muchos niños que aman la música tanto como tú. Será divertido, dale una oportunidad.

Gustabo chasquea la lengua y desvía la mirada hacia cualquier otro sitio que no sean los orbes celeste de su madre.

—Todo es culpa del cabeza cacahuete. —murmura entre dientes.

Cualquiera pensaría que tales palabras son a la ligera, pues para un niño de apenas trece años los celos de hermanos son completamente normales, sin embargo la implicación emocional de la frase es mucho más profunda que eso.

Desde que el pequeño ruso llegó en el mes de Abril, las cosas en casa cambiaron drásticamente.

Su persona favorita en el mundo ahora tenía alguien más de quien cuidar, un tiny,  por lo que dividiría su atención en porcentajes nada equivalentes.

Horacio ya no pasaba tanto tiempo con él como antes y cuando lo hacía siempre habría un polizón entrometiéndose entre ambos. Era irritante.

Si bien, todavía tenía cierta influencia en su hermano, no fue nada fácil descender un escalón y ocupar el segundo lugar cuando, durante toda su vida, se le concedió el primero y único.

Incapaz de comprender el concepto de las almas destinadas a tan corta edad, su vocecita de la cordura le susurraba al oído que aquel pequeño monstruo cabeza de avellana le había robado a su hermano.

Entonces pedalear camino al escuela se volvió aburrido, los helados en el muelle le sabían insípidos y el dúo que antes era un coro se redujo a un solista.

Gustabo se sentía solo.

En suma, la mayoría del tiempo sus amigos hablaban de lo serio y lindo que era tiny Volkov. Ebaristo siempre le obsequiaba chispas extra en su helado, Julia lo mimaba como a uno más de sus hijos y a Conway le fascinaba entablar conversación con él dada su temprana madurez.

Con tantas personas que él quería dándole el lado al nuevo intruso era natural que Mathias le tuviera manía.

Sorprendentemente, aquella situación era una vía de ida y vuelta. Él no quería a tiny Volkov y tiny Volkov tampoco le quería.

Sus personalidades no son afines, ambos son como el agua y el aceite.

Juntos no son distintos a una desastrosa bomba de tiempo o a un perro rabioso y un gato rebelde, encerrados en la misma habitación por el dueño que comparten.

✫* Lᥣᥙvιᥲ dᥱ mᥱtᥱoros・.* Where stories live. Discover now