1. El nuevo imperio

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Jeongin se encontraba sentado en el trono ante todo su pueblo quienes gritaban "LARGA VIDA AL EMPERADOR". No obstante esto no era muy grato para el y mucho menos la forma en la que ascendió al trono.
Habían pasado ya 4 años desde que el tomó el poder y las riendas de su imperio qué iba prosperando, sin embargo había alfo qué inquietaba a Jeongin.

-Ministro soy el último de la dinastía Yang... no necesito de una esposa para gobernar- replicó cansado Jeongin.

-Señor piénselo muy bien, si a usted le pasa algo el imperio quedará a la deriva y eso no es bueno para nosotros- Dijo sin más el ministro.

Jeongin accedió a que conocería a Jóvenes y señoritas con tal de acabar con aquello. Sin embargo su única condición fue qué cuando conociera el amor dejaría aquella persona y la otra tomaría el puesto de emperatriz o emperador.

Un cartel pegado en la entrada del palacio anunciaba la fiesta para que el joven emperador logrará encontrar a su persona amada.
Todos en la ciudad estaban emocionados y era la única platica qué se tenían  por las calles, aunque el panorama dentro del palacio era totalmente diferente.

Jeongin se encontraba practicando sus ataques con sus Hwarang  y entre ellos aquel rubio un poco más alto que el emperador. Su función era el general de los Hwarang y su nombre era Hwang Hyunjin,  el chico era mayor que el emperador solamente por 5 años y ha estado a su lado desde que tiene memoria.

Hwang se lanzó sobre su amo y solo se escuchaban las espadas chocar una y otra vez hasta que el emperador termino cayendo y el general lo amenazaba con la espada.

-Aun le falta mucho por practicar joven emperador- tiró la espada y se puso de rodillas ante su amo.

El joven emperador se puso de pie y miró a su general.

-De pie general Hwang, seguiré practicando los movimientos- dijo para dirigirse dentro del palacio.

Hwang se puso de pie y volteó a la dirección donde iba el emperador, hace poco más de 7 años que comenzó a sentir algo distinto por su gobernante, pero no tenia el valor de decirle algo. Así que decidió seguir con su vida resignado.

Jeongin entró a su cuarto y pudo ver el retrato tan imponente de su padre, con esa cicatriz en su ojo qué les hacía verse más temible ante cualquiera.

-Padre no sabe la falta que me hace...- Dijo triste.

YoonGi había partido antes de lo esperado y no pudo enseñarle mucho a su hijo, dejándolo solo y a la deriva.
Pero quien pensaría qué el hermano de este lo traicionara y lo mataría por la espalda.

-Joven Yang- entró el Eunuko.

-Eunuko Seungmin qué le trae tan temprano por aquí -dijo serio Yang.

-Emperador el ministro informó qué el joven Jeon de la distinastia Jeon y gobernante del este de nuestro país vendrá a visitarlo para aliarse- dijo mientras mantenía agachada la vista.

-Perfecto, cualquier cosa esta bien con tal de mantener a mi pueblo en paz y a salvo- dijo sin más mientras le daba la espalda.

-Iré a preparar entonces todo para recibirlo, con su permiso- hizo una reverencia y salió.

Jeongin seguía practicando con la espada mientras seguía al ritmo del Daechwita de sus músicos quienes estaban practicando para la ceremonia de más tarde.

Y eso solo seria el inicio de la historia del emperador Yang.

El Rey YangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora