PARTE 3

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En esta tercera parte Alexander Salvatore narra bajo esta hermosa canción:
"Hold on - chord overstreet".
(Espero que lo disfruten, luego me dicen que opinan) ✨

ALEXANDER SALVATORE.

Mantuvimos el viaje hacia la mansión en absoluto silencio. No pude evitar mirarlo cada vez que podía y nada cambio durante todo el trayecto. Mantuvo un semblante serio cargado de tristeza, sus bonitos ojos perdidos en el horizonte y su cuerpo ligeramente encorvado sobre el asiento de mi auto.
Tuve que respirar con dureza cada vez que veía alguna lágrima caer por su mejilla porque causaban un sentimiento poco experimentado pero a la vez tan intenso que me cortaba el aire. Toda mi vida me mantuve al margen de los problemas que los demás podían tener porque si actuaba por cada uno que pedía mi ayuda es probable que no esté con vida ahora mismo pero cuando Enzo me comentó su tristeza luego de marcharme para darle privacidad con su hermana, no pude evitar ayudarle. Él siempre estuvo para mi familia y para mí, no podía mirar hacia otro lado. No se merecía que le hiciera eso porque es alguien muy importante para todos nosotros, no solo por los negocios sino porque expone su propia vida cada maldito momento para ayudarnos a que su padre pase a mejor vida. Por lo tanto, llegue a la conclusión de llevarme a Helena tan lejos como fuera posible aunque esto traería consecuencias muy grandes si Gustavo Mazeratti se enteraba que tenía a su escape de salida, en mi poder. Robarme a su hija implicaba que comenzará una guerra pero en ese momento, no lo pensé simplemente actúe con la excusa de ayudar a un amigo cuando en realidad hay algo más allá que eso. Aún intento descubrirlo.
Detuve el vehículo en cuanto llegamos a la puerta de la mansión pasando anteriormente por un control de seguridad extremo que implementamos cuando nos convertimos en la envidia de vários socios, no solo por nuestra capacidad de ampliar el negocio a grandes escalas sino por la cantidad de contactos que teníamos para manejar este territorio, entre otros. Abrí la puerta del auto para ayudar a Helena a salir de él pero oí el sonido de su puerta abierta, permanecí inmóvil y como un completó idiota la observé embelesado por la belleza que desprendía aún con su rostro manchado con un poco de maquillaje corrido por las lágrimas y con los ojos hinchados. Después de todo, ante mi, seguía siendo una de las mujeres más hermosas que he visto en toda mi maldita existencia sino es la única.
Ignorando mi mirada ella avanzo hacia la puerta e ingreso sin pedir permiso mucho menos esperar a que le abriera la puerta, le ascentaba de maravilla sentirse confiada de si misma. Dejaría que se inundada de aquella sensación porque necesitaría de ello para afrontar todo lo que viene. Avanzo con paso firme hacia el hall de entrada en dónde la señora Hamilton, la ama de llave, nos esperaba pero le hice una seña en silencio para que se retirará. No era un buen momento para que nos recibiera, tenía cosas que aclarar con Helena y no podía distraerme con las atenciones que siempre nos daba cada vez que llegábamos de algún sitio.
- Helena... - Susurré lentamente su nombre en voz baja y cautelosa.
No conocía de nada a esta mujer pero recuerdo muy bien el gran carácter que tenía de pequeña. Cómo dice mi dulce abuela: Las personas solo cambian de apariencia pero jamás la esencia.
El silenció nos inundó por unos largos minutos. Ella seguía observando la casa sin ni siquiera mirarme simplemente avanzaba cuidadosamente analizando cada rincón que veía, su respiración se escuchaba calmada pero no podía decir lo mismo por sus sentidos, estos se encontraban en constante alerta. Lo supe en cuanto escucho mi voz porque su cuerpo tembló aunque quisiera ocultarlo.
- ¿Que opciones tengo?- Pregunto de imprevisto dejándome confuso. Volteo a verme y fue entonces que aquellos ojos celestes impactaron contra el verde de los míos, estos eran desafiantes y frívolos.
Sonreí sin dudas, no pude evitarlo porque a mi padre le encantaría ver cómo la pequeña dulce e inocente helena que tanto adoraba, se convirtiera en una mujer con muchas agallas. Nadie en este mundo se atrevió a plantarse tan rápidamente ante la mafia. Había dos opciones, la primera es que no sabe absolutamente nada o tiene unos ovarios demasiado grande como para negociar. Mi tío Carlo elegiría la segunda opción porque es realmente fascinante cuando una mujer decide meterme en este mundo.
- Esa respuesta ya la sabés. - Dije con calma. Camine hacia la barra para servirme un trago, lo necesitaba después de tanto ajetreo.
- ¿Por qué mis padres querían venderme como esclava? - Preguntó luego de un silenció. Allí estaba la pregunta que tanto deseaba hacer desde que subimos al auto y realmente me sorprendió que tardará tanto en hacerla. Me imagino que no debe ser fácil enterarte que tú propia familia quiere venderte para agregar más ceros a sus cuentas bancarias pero esto es la mafia y así es como funciona, mucho más con las mujeres. Ellas tienen dos opciones, la primera es volverse parte de este negocio o te esclavizan sexualmente para hacer acuerdos en dónde las dos partes se benefician mientras que solo una sola sale perjudicada y Helena, lamentablemente fue elegida para la segunda opción, no tuvo alternativa y es algo que, Gustavo Mazeratti, viene tejiando desde hace al menos dos años pero su hija era muy pequeña como venderla, por lo tanto espero a que cumpliera la mayoría de edad para hacer con ella lo que quisiera.
- Negocios. - Me límite a decirle mientras me servía un vaso de bourbon. No podía explicar con palabras lo que realmente pensaba porque destrozaría su corazón aún más si supiera la verdad. Es mejor guárdame esa información y espero jamás revelarla.
Al voltearme observé a Helena. Ella se encontraba en silencio, la mirada perdida en un cuadro completamente ausente a la pintura que decora la pared blanca y ese simple acto me herizo la piel porque está tan sumida en sus pensamientos e incluso en la frivolidad del asunto que no logra darse cuenta que varias lágrimas caían sobre su rostro inerte. Es como si estuviera tan absorta en sus pensamientos que no siente como las pequeñas gotas empañan su bonita cara.
La puerta de entrada se escucha anunciando que mi familia llegó. Por suerte, Enzo se ocuparía de comentarles a todos lo que estaba sucediendo para que este asunto no los tomara por sorpresa.
Visualizo a mi padre, el primero en adentrarse a la sala de estar. Su mirada se dirige directamente hacia mi y a pesar de su penetrante mirada azulada intui que no estaba molesto por haber traído a una Mazeratti a la mansión. Me asintió con su cabeza, al parecer noto cierta incertidumbre de mi parte y con aquel gesto me confirmó que había hecho lo correcto.
- Pequeña... - La voz gruesa pero sutil de mi padre logró captar la atención de la Mazeratti. Toda aturdida intentó sonreír aunque una mueca de dolor se abrió camino en su rostro, la tristeza en sus ojos era evidente y no podía ocultarlo por qué prefirió bajar la cabeza pero mi padre no se lo permitió. Se acercó con dulzura y tomó con su mano el mentón de Helena para que alzará la mirada. - Cabeza en alto, no tienes de que avergonzarte. - Aconsejó. Ella simplemente asintió y rodeo con sus brazos la cintura de mi padre como si lo conociera de toda una vida, al parecer necesitaba cariño, algo que yo no podía o no supe cómo entregarle.
- ¿Que es lo que está sucediendo? - Pregunta mi primo al ingresar al salón. Su mirada va de Helena hacia mi en busca de una explicación, que seguramente Enzo se la dió pero el muy cabezotas siempre necesita más de una versión para comprender la situación.
- Gustavo Mazeratti hizo el negocio y Enzo me pidió que la trajera aquí. - Le explico resumiendo la historia.
Su ceño se frunció al oírme, apoyo sus manos sobre su cadera y soltó un bufido. Signo de preocupación y realmente lo comprendia porque esto significaba un gran problema.
- ¡Esto es una puta locura, Alexander!. - Exclamó enfurecido. - Si Gustavo se llega a enterar que tenemos a su hija en nuestro poder vamos a comenzar una guerra entre clanes y no podemos permitir que esto suceda. - Nego reiteradas veces con su cabeza y se rasco su creciente barba. - Esto alertara a nuestros enemigos. - Se lo escuchaba muy preocupado. No era capaz de detenerlo porque en esta ocasión, Matteo tenía toda la razón.
Mi madre permanecía ajena a los comentarios que lanzaba Marco aunque podía ver a través de sus enigmáticos ojos verdes, que su mente no dejaba de creer opciones para evitar un enfrentamiento entre clanes vecinos. Sus ojos observaron a Helena que comenzaba a entrar en sí y se separaba de los brazos de mi padre, percibí cierta pena y no dudo ni por un segundo que mi madre se encontraba en un gran debate interno, que se daba entre ayudar o mirar hacia otro lado. Si de algo se caracterizaba Amanda Stefano de Salvatore es de inmenso corazón, de su bondad y humildad incluso empatía. Puedo sentir con cara partícula de mi cuerpo que mi madre ayudará a Helena en lo que sea porque siempre adoró a esa niña desde el momento que la vio, la dejo tan hechizada con su personalidad que intentó con todas sus fuerza quedar embarazada para darnos una hermana. Supongo que desistieron después de dos abortos, su dolor fue demasiado grande como para seguir sometiéndose a tratamientos y estudios pero Helena fue la razón por la cual lo intento. Es por este motivos que dudo mucho que quiera mirar hacia un costado.
- No es mi intención meterlos en problemas. En cuanto mi hermano aparezca buscaremos una solución, se los aseguro. - La voz de Helena acalló con bufidos de mi primo y el silenció que se había incrementado en la sala. Sus ojos celestes se encontraban enrojecidos y cansados pero aún así me estremecía cada vez que su mirada chocaba con la mía.
- Lo siento, Helena. - Soltó mi primo. Se acercó hacia ella, tomo sus bronceadas y suaves manos para depositar un beso en ellas. - No quiero que me mal intérpretes, puedes quedarte todo el tiempo que desees. - Dijo en cuanto se separó de ella.
- No quiero abusar de su hospitalidad. Ya han hecho suficiente. - Dijo avergonzada. Sus ojos se posaron en mi madre que seguía callada. - ¿Amanda? - Preguntó con un timbre de voz bastante desconcertante porque se escuchó alegre.
Mi madre se enderezó al oírla, sonrió con dulzura y extendió sus brazos para que Helena se acercará.
- Mi casa es tu casa, mi niña. - Habló al fin. Ambas se abrazaron. Mi madre acaricio su cabello negro con delicadeza como si se tratara de un cristal a punto de romperse.
- ¡No sabes la falta que me has hecho!. - Exclamó Helena al separarse. Los ojos que mi madre su iluminaron, no pudo evitar sonreír ampliamente al oír la declaración de la Mazeratti.
Sin lugar a dudas, mi madre la siente como si fuese la hija que nunca pude tener. Acaricio su mejilla con una dulzura extrema.
- Y yo a ti, corazón. - Tomo a Helena del brazo. - Ven, te prestaré algo de ropa y dejemos que los hombres resuelvan este problema. - Determinó dejándonos a los tres en la sala de estar.
Esta será una noche bastante larga. Será mejor que me sirva más bourbon para aclarar mi mente sino aquella mirada celeste no abandonaran mi cabeza tan fácilmente y necesito estar atento a la conversación que está apunto de comenzar.



¿Spoiler?
En el siguiente capítulo conoceremos más a nuestros personajes 🫣🫢.
¿Han notado que aún no sabemos mucho de ellos?

"A TRAVÉS TI".Where stories live. Discover now