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What a time, Julia Michaels ft. Niall Horan

A P R I L

—¿Se puede saber dónde se ha metido este crío?

Levanto la vista del móvil y me encuentro con la señora Agnes, la otra camarera, de brazos cruzados.

—¿Y bien?

—No lo sé. Tendría que haber venido hace media hora...

—¿No puedes mandarle un mensaje?

—Ya lo he hecho, pero no contesta. No sé qué habrá pasado.

Nunca había visto a Agnes tan enfadada. Bueno, más que enfadada, ansiosa. Sí, esa es la palabra.

Vuelvo a fijar la vista en el móvil, más concretamente en el chat que tengo con Ethan el cual he llenado de mensajes esta última hora porque no aparece por ningún lado. Lo curioso es que él no suele llegar nunca tarde y esta mañana sí ha acudido a su turno.

—Pues vuelve a mandarle otro. O llámale directamente.

—No estoy segura de que...

—Ni te molestes querida—Albert se asoma desde la ventana de la cocina—Ahí lo tenéis.

Con la espátula en la mano señala a mis espaldas. Las dos nos giramos y vemos a través de unas ventanas como Ethan se dirige corriendo hacia aquí. En el momento en el que abre la puerta, sus gritos inundan el local.

—¡Es mío! No me lo puedo creer ¡Me lo han dado!

—¿Qué? ¿Qué estás diciendo?

—El trabajo del que me hablaste. Ya sabes, el de tu amigo Sam.

No puede ser.

—¿Lo dices en serio? ¿Pero cómo?¿Cuándo?—pregunto algo confusa— Pensaba que todavía no habías hecho la entrevista.

—Mentí. Si que la hice, pero no dije nada porque no quería gafar nada. No estaba seguro de si me lo darían.

—Enhorabuena chico—dice Albert saliendo de la cocina para darle un par de palmadas en la espada—¿Y ahora qué?

Va a dejar este trabajo. Lo sé. Lleva soñando con ello desde que puso un pie aquí. No porque le disguste o le parezca horrible, sino porque lleva años esperando su oportunidad. Y ahora la tiene.

No digo nada, pero en cambio me abalanzo sobre él y le doy un abrazo tan fuerte que él tiene que dar un par de pasos para no perder el equilibrio mientras yo no dejo de sonreír.

—¡Te lo dije! Sabía que encontrarías trabajo de lo tuyo.

—¿Entonces te vas?—pregunta la señora Agnes, también con una tierna sonrisa en el rostro.

—Hablé con el jefe el otro día. Hoy es mi última tarde.

Y así, tras esa frase, Ethan cumple su último turno en el local después de tres años. No ha dejado de sonreír en ningún momento y yo, mientras he estado sirviendo las mesas, no he dejado de pensar en lo mucho que voy a echar de menos trabajar con él y verlo todos los días.

—Está bien chico, se supone que hoy cierro yo pero creo que a vosotros os hará más falta.

Albert le lanza a Ethan las llaves del restaurante y este las atrapa al vuelo.

—No hagáis mucho ruido y que nadie se entere. Mientras que salgáis por la puerta trasera no creo que pase nada.

El cocinero se despide de mi amigo con un abrazo y le da la enhorabuena por tercera vez en toda la noche y luego, ambos nos quedamos solos. Hemos limpiado el suelo y subido las sillas encima de la mesa pero Ethan se acerca a una de las mesas y vuelve a recolocar dos sillas.

Fine LineWhere stories live. Discover now