Capítulo Único.

681 88 13
                                    

Draco despierta ligeramente al sentir que está solo en la cama. Su novio no está. No le tomó mucha importancia, creyó que estaría en el baño, seguro en un momento estará devuelta. Estaba a punto de volver a dormir cuando su madre tocó la puerta.

— Draco, cariño. — Narcissa asomó la cabeza tras haber recibido un "Adelante" por parte de su hijo. — Dragón, él está limpiando el baño.

Narcissa estaba recargada contra la puerta, tenía una expresión de tristeza, tal vez de preocupación.

— ¿Quién? — Preguntó Draco, aún algo adormilado, sin saber exactamente a quién se refería su madre.

— Harry. — Ella mantenía esa misma mirada de preocupación. Sabía que algo atormentaba a su yerno. Podía sentirlo.

— ¿Okay? — No sabía que más decir, estaba confundido. No entendía porqué era un problema encontrar a Harry limpiando.

— Draco. — La rubia dudó, no sabía si era realmente importante decirle, pero estaba preocupada por el chico. Tenía una vaga idea del porqué de sus acciones. — Está limpiando todos los baños. — Soltó finalmente, haciendo énfasis en "todos".

Draco entendió.

Harry no estaba limpiando sólo porqué tenía ganas de hacerlo.

Se levantó de inmediato de la cama, caminó descalzo hasta el baño en el que su madre le indicó que estaba el azabache, y allí lo encontró.

Estaba de rodillas, pasando un trapo húmedo sobre la superficie del lavabo desesperadamente, parecía que se le iba a ir la vida si no hacía bien su trabajo.

Draco lo miró unos segundos, antes de hacerse notar.

— Hey. — Llamó suavemente, lo suficiente para no asustar al más bajo.

Harry volteó rápidamente al escuchar la voz de su rubio. No pudo evitar que una pequeña sonrisa cubriera su rostro al verlo.

— Hey. — Devolvió el saludo suavemente.

En ningún momento dejo su labor de limpiar.

Draco avanzó hasta quedar frente a él, bajo la tapa del inodoro y se sentó, para quedar a la altura de Harry.

Quería estar cerca de él para utilizar el tono de voz más bajo posible, y no alterar al pelinegro.

Tomó un poco de aire, antes de hablar.

— Harry, amor. Mamá me dijo que has estado limpiando todos los baños de la mansión, ¿puedo saber por qué?— Preguntó cautelosamente, cuidando que sus palabras salieran con el tono más dulce posible, no quería que su pequeño azabache pensara que estaba enojado con él.

Harry quedó un poco aturdido por la pregunta. No entendía, ¿tenía algo de malo que lo hiciera?

— Y-yo... limpio. Es lo que hago. — Él seguía con su labor, mientras que su novio solo lo veía llevar su mano de un lado a otro sobre la superficie húmeda, esta vez con un trapo seco.— En casa de mis tíos yo hacia la limpieza, la comida... — Tenía la respiración entrecortada, probablemente por el cansancio de tanto limpiar.— ...también cuidaba del jardín de tía Petunia.

Draco solo lo miró con tristeza y rabia, odia a esos muggles a los que Harry llamaba tíos. Jamás logrará entender cómo es que fueron capaces de tratar de esa forma a un niño, que no tenía la culpa de los problemas que habían tenido en el pasado con los padres de este mismo.

Detuvo suavemente la mano de Harry, quien en ningún momento había dejado de pasar el trapo de un lado a otro desde que él ingresó al baño.

— Mi león, tú no tienes que hacer nada de eso aquí.

Sostuvo sus manos entre las suyas y dejó un beso fugaz en estas.

— Pero... — El más bajo hizo una pequeña mueca, pareciendo algo disconforme. — Tía Petunia dijo que es así como te ganas el amor. Decía que solo así podría ser merecedor de su cariño.

La rabia volvió a su ser con más fuerza. Tenía ganas de matar a esos muggles.

— No, Hazz. Tú no tienes que ganarte nada. Yo ya te amo con todo mi maldito ser. — Vio como pequeñas lágrimas empezaban a formarse en los hermosos ojos de su amado. Jamás se cansaría de admirar los bellos que eran sus ojos y lo mucho que le recordaban a las esmeraldas. Jamás se cansaría de admirar lo bello que era su Harry. — El amor no es algo que tengas que ganar, solo lo sientes y ya está, no necesitas hacer nada más.

Atrajo al azabache a sus brazos cuando este mismo empezó a llorar. Quiere hacerle saber que él está ahí para él, y que no se va a ir.

Dejó que llorara hasta que ya no pudiera más, quería que sacara todo lo que tenía reprimiendo tanto tiempo.

Harry se aferro a él hasta que las lágrimas ya no pudieron salir. Lloró en los brazos de su amado hasta que darse seco.

Cuando se tranquilizó se separó lo suficiente para poder ver cara a cara a su rubio favorito. Si tuviera que describir a su novio en una sola palabra, sería: perfecto. Porqué Draco era perfecto. Al menos para Harry, lo era. Y nada ni nadie lo podría hacer cambiar de opinión. Jamás.

Draco aprovecho el pequeño momento de distracción de su león, para secar sus lágrimas y robarle un pequeño beso, el cual le provocó una sonrisa tímida al contrario.

Amaba a Harry más de lo que podía llegar a amarse a sí mismo.

En ese momento se prometió que, sin importar qué pase, siempre buscaría la forma de que su Harry fuera feliz.

Así que el resto del día se dedicó a consentir al azabache. Le llevó sus flores favoritas, dieron un paseo en escoba, hicieron una visita rápida a algunos de sus amigos, y miraron películas en un aparato muggle llamado televisión, el cual su leon le enseñó a usar, hasta quedarse dormidos.

Draco, aún después de tanto tiempo, no podía creer lo feliz que era ahora con Harry a su lado.

Porqué no importa lo que este haga o no, Harry siempre será merecedor de su amor. Él siempre arderá de amor por su pequeño león. Siempre lo amará hasta con la más mínima parte de su corazón.

Sin Harry no podría ser ni la mitad de feliz de lo que es ahora. Porqué él lo ha hechizado en cuerpo y alma, y lo ama más que a nadie en el mundo. Si alguien se atreviera a alejar a su león de su lado, pagaría un precio muy alto.

Honey, he's cleaning...Where stories live. Discover now