único

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El híbrido iba en camino a la casa de su amado amigo, Roier, ese chico con cara de porcelana, tan amable, tan dulce como un caramelo, ese que siquiera se pudo negar a salir a una fiesta con el argentino sin importar que no le guste tanto el alcohol, pues no tenía tanta resistencia a este.

Era la casa de un amigo que tenía a disposición algunos tragos. Además, solo iban a estar algunas personas ya conocidas, ¿qué es lo peor que podría pasar? De todos modos su buen amigo Spreen lo estaría cuidando.

El pelinegro sabía lo poco que el menor aguantaba el alcohol, así que se decidió por cuidarlo en esos momentos.

Claro que también tomaría, pero en cambio él sí resistía a varios tragos más que el mexicano, aún quedando intacto.

Si bien el castaño tenía otras intenciones con relación a lo que haría con tal híbrido de oso, no esperaba en verdad tener su primera vez con este.

—¡Ahmg! ~ —Gimió casi en un grito el menor.

Pero, ¿cómo habían llegado a esto?

Los minutos pasaban y el híbrido iba perdiendo la paciencia con respecto a seguir esperando a que el mexicano salga de su casa para dirigirse a la de su otro amigo, Mariana.

Buscó nuevamente entre sus contactos y volvió a llamar al menor, esta vez para preguntar si ya iba.

—Sí, deja agarro mis cosas. —Simplemente respondió el castaño.

Se colocó unos últimos retoques de su perfume, y así yendo rápidamente a agarrar un abrigo, su mochila y sus llaves para luego salir apurado de su casa. Claro, no sin antes cerrar la puerta con llave.

—Por fin venís, hace veinte minutos te estoy esperando.

—No exageres, llegaste hace diez minutos.

Y luego de lo que el menor dijo anteriormente, ambos rieron, y también el mayor aprovechó para reproducir alguna canción en la radio del auto, sonando así "Can't feel my face".

...

Ya iban llegando a el sitio. La casa de el chico de lentes.

A pocos instantes de tocar la puerta el alto joven ya los había dejado pasar.

Y apenas entrar el castaño colgó su abrigo en un perchero que encontró por ahí.

—Dejen sus cosas arriba en la habitación a la izquierda, van a tener que dormir juntos. —Dijo el mayor de los tres.

Porque sí, ese día los dos chicos se iban a quedar en la casa ajena porque al díasiguiente iban a salir entre los tres.

A ninguno de los dos le importó, pues ya eran varias las veces que dormían juntos cuando los tocaba quedarse en casas de amigos.

Subieron con ánimo las escaleras y se dirigieron a la habitación indicada.

Spreen pudo jurar que casi le faltó el aire en cuanto se dedicó a ver con cuidado cada parte de el cuerpo ajeno.

Pasó su vista desde los zapatos, subiendo por los pantalones cargo y dirigiéndose y manteniéndose en la marcada y bastante fina cintura que se hizo resaltar con una camiseta básica de color negro.

Se veía tan fascinantemente bien. Definitivamente podríaromper la escala del uno al diez de lo hermoso que es.

Cada vez que lo veía lo hacía recordar aún mejor la razón de todas esas veces que se había masturbado pensando en él.

candy ;; spiderbear Where stories live. Discover now