Capítulo 8: "Tía Inko".

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—Que tenga un buen día.

Bueno, creo que sería "noche". Ya es hora de irme después de todo.

Me quito el delantal del trabajo y busco en mi mochila mi ropa más cómoda. Mi camisa negra de sin mangas y pantalón negro se asoman, así que los tomo y me hago un rápido cambio de ropa. Palmeo mi abdomen, me miro en el espejo para flexionar mi bíceps.

—Vaya.

Aun no pierdo musculatura. Realmente mantener mi rutina de ejercicios no me ha hecho mal en lo absoluto. Estoy seguro que todavía puedo reventar un muro con solo uno de mis puños, claro, torciéndome la muñeca en y rompiéndome algunos huesos de la mano.

Pongo mi mochila por encima de mis hombros. Camino por los costados del negocio apagando la luz de cada sector del edificio, tomo las llaves de mi bolsillo y salgo de la tienda. Suspiro e inhalo aire para sentir nuevamente el exterior.

Refrescante.

Cierro las puertas con candado y cadena, tomo la base de la otra puerta metálica y la bajo, poniendo nuevamente otro candado en ella.

—¿Ya cerraron?

—Sí, lo siento señora. No abriremos hasta mañana las sie- ¡¡C-cof!! —cuando me gire no pude evitar atorarme con mi propia saliva. Retrocedí bastante y me sobe los ojos mientras me recuperaba del ataque de toz que me dio.

—¿S-se encuentra bien? —ella se acercó a mí—. ¡¿K-katsuki?!

—H-hola, tía Inko. Cuanto tiempo sin verla.

La última vez que la vi no fue en la situación más agraciadas para ser sincero. Muchas lágrimas y gritos. Luego de eso, no nos vimos nunca más, ni mi vieja y ni mi papá se juntan con ella. Supondré que ha estado completamente sola desde entonces. Ahora que la veo no esta tan diferente. Más ojeras y tal vez un poco más delgada, pero fuera de eso, no veo nada.

Me pongo de pie y nos detenemos a observarnos mutuamente por varios segundos, segundos que se volvieron incomodos demasiado rápido.

—B-bueno. Yo ya no puedo volver a abrir el negocio, dejarle entrar seria tener que recontar el dinero para mi gerente y digamos que eso no es grato para él.

—¡No te preocupes! Lo entiendo. Tuve que haber salido de mi casa más temprano.

—Hm —asentí a ello—. ¿Quiere que le acompañe? Para al menos que el viaje de regreso no sea tan aburrido.

—Está bien.

Allí partimos hacia el hogar de los Midoriya.

Me tome un tiempo para analizar las cosas. Ahora iba directo a la casa de la Tía Inko, igual que descaro, además que ya viéndola con más detenimiento se ve algo desorientada. Se tambaleaba con torpes pasos. Me quería reír, pero por respeto y además por cómo me sentía realmente no era algo que pudiera hacer en ese momento.

Pasamos por unos dos minutos de silencio incomodo, yo ayudando a Inko para que no se golpeara con la pared.

—D-discúlpame si soy algo entrometida, pero... ¿Qué sucede con tus brazos?

Yo me fije en mis dos brazos, temblorosos y vendados por el último accidente con mi peculiaridad.

—Sucedieron algunas cosas la semana pasada. Desde hace tiempo tengo problemas con mi peculiaridad, me dañaba las extremidades y eso... ahora mis brazos están en riesgo de desaparecer.

Dejate Llevar.Where stories live. Discover now