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La noche era fría, aún más por la lluvia que escuchaba, con temor abraza sus piernas para consolarse a si mismo

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La noche era fría, aún más por la lluvia que escuchaba, con temor abraza sus piernas para consolarse a si mismo.

No tenia motivos para llorar, ni siquiera por dolor o dolor sentimental..¿que le pasaba?
Quiso dejarse caer en el profundo abismo qué hace unos años lo venia atormentando, dejarse llevar por ese vacío, al cual le tiene temor.

Pero no lo hizo.
Su mente le jugó una mala jugada, moviendo una ficha la cual nunca fallaba, poniendo sus sentimientos de por medio.

Era un castigo cruel, no se podía defender de su propia mente.

⇢ ¿Por qué..?

Preguntó sin saber, sin saber por qué se sentía tan miserable, por qué todo se sentía tan cerca pero lejos a la vez.

Sus ojos ubicaron la ventana, en donde veía tranquilamente a las gotas de lluvia caer y deslizarse en el cristal, podía estar ahí por horas, no se cansaría.
Un suave toque en la puerta llamó su atención, volteó lentamente, preguntándose si debería ir o contestar, aún decidiéndose abren la puerta sin importarle su decisión, aquello no lo perturba, en lo más mínimo.

⇢ Sal de tu burbuja de depresión.

Aquello lo desenfocó.
¿Burbuja de depresión?.

⇢ Tu romeo está en la puerta, levántate si no quieres que se resfríe.

¿Romeo? ¿Quién era? ¿Se supone que estaba esperando visitas?.

⇢ ¡Tu príncipe azul esta AFUERA mojándose! ¡Espabila idiota!

De un salto se levanta de la cama y rápidamente corre escaleras abajo, casi cayéndose por culpa de las medias, no creía que fuera esa persona ¿o si?.

Casi cayéndose de sentón abre la puerta con una toalla en mano.

⇢ ¡Zoro! ¡Gracias por abrir!

El nombrado no pronuncia palabra pero lo socorre con toallas.
El intruso accede al interior de la casa con una sonrisa, agradecido de que le abrieran, hubiera venido antes de que cayera la lluvia pero se perdió un poco en la dirección, solo un pequeño desvío, culpa del bus.

El mayor va a la cocina en busca de algo caliente para su invitado, busca en la alacena y en la nevera, hallando cosas que no recuerda haber comprado, maravillándose de la abundante comida que ni el sabía que existía, difícilmente encontró algo, no por que no hubiera sino por que había demasiada comida y ni siquiera era el quien ordenaba los alimentos, lo hacía su padre y nunca sabía en donde dejaba que.

⇢ Aquí tienes, debes estar con frío.

⇢ ¡Me siento mejor con la compañía de Zoro!

En sus oidos zumbaron los sonidos de su corazón, latiendo como un maldito loco.
Sus mejillas tomaron un color rojo violentamente, se fue a la cocina para desaparecer de la vista del joven.

¿Qué pasaba?

En todos estos años que estuvo metido en sus lamentos y recordando cada momento, jamás sintió algo parecido.
¿Qué era? ¿Amor?
No es posible, el monito era su mejor amigo, lo quería demasiado, añoraba con todo su corazón y alma aquellos hermosos recuerdos en donde tenía su atención, cariño, amor y sobre todo...

Amistad.

Eso era lo importante ¿que era esto que sentía tan de repente?

Estaba tan ensimismado en sus pensamientos que no notó la presencia del joven en la cocina.

⇢ Zorooo ¿Puedo tomar una manzana?

Cuando tocaron levemente su hombro dio un pequeño saltito del susto, miró el rostro divertido del azabache, el como trataba de no burlarse de él.

Su mejillas tomaron un color rosa, era tenue, tomó un plato y colocó las manzanas, puso una tabla de cortar y empezó a picar las frutas.
Por esa noche, lo iba a consentir, como a un niño pequeño, poniendo en práctica todo lo que le gustaba al monito, cumpliendo sus caprichos.

Solo por esa noche...le diría te extrañé, indirectamente.

Y solo por esa noche, le cumpliría sus deseos.

Con una leve sonrisa le colocó los platos en frente, demostrando casi un banquete delante de los ojos del azabache.

Alzó la mirada y le agradeció con la misma felicidad que irradiaba un niño.

Se sentó también en la mesa, pero no para comer, sino, para observarlo comer.

Apoyó su cabeza en una de sus manos y bobamente lo observaba.

[...]

La lluvia no tenia planes de detenerse y en cierta forma de esa manera el azabache no se podía ir a su casa.

Con un puchero miró aburrido la ventana, no podia ponerse la ropa de su amigo.

Le quedaba pequeña, muy pequeña y apretaba demasiado.

⇢ ¿Dormirás ahí de pie o en el sofá?

Hizo otro puchero.

⇢ ¡Quiero dormir con Zoro!

Sentenció a la misma par que se acostaba a su lado y le rodeaba la cintura en un abrazo.

El peli verde quería meter su cabeza en la tierra, como un avestruz.

Fácilmente su rostro podría competir contra un tomate y seguro ganaría.

Se quedó inmóvil por unos momentos, analizando la situación.

⇢ Allá fuera hace frío y tú estas caliente, es mejor dormir contigo.

Zoro estaba hecho un desastre.
Su mente y cuerpo estaban fuera de si, sabía que las palabras del menor eran inocentes, limpias pero su mente le hacía pasar un mal rato.

Despegó un poco al chico y se acostó, recibiendo por respuesta un abrazo en cucharita, no le molestaba.
En absoluto.

Cerró sus ojos, tratando de analizar todo.

⇢ Buenas noches Zoro.

⇢ También tu Luffy...

Sintió una suave respiración en su nuca, provocandole un escalofrío.

El agarre tomó fuerza, pero no para lastimarlo, bajó una de sus manos y con cuidado la entrelazó con una de las del chico que ya dormía plácidamente.

Una suave sonrisa se asomó en sus labios.

Estaba feliz.

Ya lo tenia a su lado, no iba a separarse nunca de él, ya no volvería a dejarlo solo nuevamente. Se acomodó en la suave cama para cerrar sus ojos, con la tranquilidad de poder dormir cómodamente.

Escuchaba la leve lluvia caer, truenos de vez en cuando sonar y sentir el leve frío del ambiente, pero nunca podría faltar la calidez qué le proporcionaba el chico que dormía junto a él.

Por esa noche.
Por esa única noche...

Durmió en paz.

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❝Dolor Físico❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora