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◖ 𝕮𝖆𝖕í𝖙𝖚𝖑𝖔 14


La mirada rota de Elle me partió el corazón.
Y a pesar de eso, yo no pude mentirle. No quería hacerlo. En todos los años de amistad y en el año de noviazgo que teníamos, nunca nos habíamos mentido. Ni una sola vez. Eso no iba a cambiar ahora.

—Al principio creí que era normal —dije. Dejé de mirarla a ella para ver hacia el suelo—, que solo era cuestión de adaptarnos. Pero nunca dejé de sentirme inconforme. Y te lo juro que no es porque sea egoísta. Ya entendí que debo apoyarte, te lo he demostrado.

—Lo sé —suspiró, volviendo la vista al cielo—. Yo tampoco me siento a gusto.

—Supongo que parte de crecer es comprender que las cosas no siempre salen como se planean. No siempre todo se soluciona. A veces solo es cuestión de soltar, de dejar ir.

Miré a Elle, a sus rizos recientemente recortados, su nariz, sus labios. Elle estaba cambiando. Estaba adoptando expresiones y facciones más maduras. Se iba a convertir en toda una mujer y yo no iba a estar ahí para verlo. Al menos no tan de cerca como creí que lo haría.

—Y yo supongo que a lo que te refieres es a que tenemos que soltarnos, ¿no es así? —me miró con una sonrisa débil, rota—. Tengo que dejarte ir.

—Y yo tengo que dejarte ir a ti —busqué su mano para sujetarla. Fue un alivio que Elle me dejara hacerlo—. Es parte del cambio.

Elle y yo nos mantuvimos en silencio, tomadas de la mano por varios minutos. Yo no podía dejar de pensar en el gran fracaso que habíamos tenido. Y ni siquiera había sido por un tercero. Las cosas se nos complicaron por la distancia, porque no supimos llevarlo. Y una pequeña parte por mi inmadurez.

—Tengo planeado irme a Corea—dije de pronto. Elle soltó mi mano. Me miró con las cejas arqueadas—. De intercambio.

—¿Por eso terminamos? —quiso saber—. ¿A eso te referías cuando dijiste que era parte del cambio?

—Un poco, sí —asentí. Metí las manos en los bolsillos y suspiré. Vi el aire salir de mi boca para luego esparcirse hasta desaparecer—. Sé que nada ha salido como pensábamos, Elle. Y yo te amo. Te amo tanto como para retenerte. Si quieres viajar, descubrir, vivir... ¿quién soy yo para impedirlo? Quiero que hagas todo eso y más. Estoy segura de que vas a conquistar al mundo.

—Pero podemos hacerlo juntas —repuso.

—Me sorprende que tú, la más madura de las dos, quiera mantener esto siendo tan doloroso y complicado.

—Es que te amo —respondió casi en un murmullo—. Que terminar sea lo correcto no quiere decir que no duela, Larissa.

Yo no dije nada. Me levanté del columpio e hice que Elle también dejara su lugar. Nos sentamos en el césped y acabamos por acostarnos en él, viendo hacia el cielo. No habían muchas estrellas. La luna estaba oculta entre las nubes.

La mano de Elle seguía en la mía, tibia, sosteniéndome con delicadeza. En tan solo un segundo mi mente viajó a todo lo que habíamos vivido juntas. Desde nuestra infancia, los días de adolescencia en Nevermore.

Una parte de mi extrañaba eso. Extrañaba salir al bosque con Elle, verla a diario, a cualquier hora del día, encontrarla en los pasillos o ir a visitarla a su laboratorio. Aunque yo lo arruiné por algún tiempo, nuestra vida ahí era mucho mejor.

—¿Cuándo te irás? —preguntó Elle, aferrándose a mi brazo. Tenía la cabeza apoyada en mi hombro. Yo podía escuchar su respiración pausada.

—Después de las fiestas —respondí. Le eché un vistazo pero todo lo que alcancé a ver fu su cabello—. La última semana de enero.

𝓦𝓱𝓮𝓷 𝔀𝓮 𝔀𝓮𝓻𝓮 𝔂𝓸𝓾𝓷𝓰  / ℒ𝒶𝓇𝒾𝓈𝓈𝒶 𝒲ℯℯ𝓂𝓈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora