CAPÍTULO 15

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Pétreos coloquios

SHIARA

Meto la llave en la cerradura de la puerta principal de mi departamento con desgano; tomándome la tarea un poco de tiempo más de lo normal, a causa de mi torpeza y distracción.

Arrojo la llave en la mesa redonda de cristal que está como parte de la decoración del recibidor; la cuál posee un adorno floral artificial sobre ella en colores entre beige y diferentes tonos de azul.

Con mi cabeza en otro lado y mi cuerpo presente en el interior de mi depa, dejo mi cartera sobre uno de los sillones de la antesala y me dejo caer de manera perezosa a su lado.

Frunciendo mis labios y entornando mis ojos, al tiempo en el que me quedo con la mirada vaga en la ventana de cristal frente a mí; la cuál está semi abierta, por lo que el viento se cuela a través de ellas y agira perezosamente a las cortinas.

Escucho mi celular sonar dentro de mi bolso; sacándome de mis cavilaciones instantáneamente.

Pienso en ignorar el pitido del celular, mientras me ruedo en el sofá, acomodándome sobre el mismo; al tiempo en el que intento alcanzar mis pies para quitarme los sneakers que traigo puestos.

La llamada antes entrante la escucho morir, permitiéndome deshacerme de mis molestos zapatos... Pero no pasan ni 5 segundos para cuando el celular vuelve a sonar con otra llamada entrante.

—Joder —murmuro con fastidio, antes de estirarme al puesto de mi bolsa, e intentar alcanzarla con dificultad.

Tomo el celular el cuál sigue sonando y me devuelvo a mi antigua posición aún sobre el sofá...  Al ver la pantalla, noto que el remitente de la llamada es Jim, pero no doy tiempo a contestar pues la llamada vuelve a morir en mi mano... Tampoco doy tiempo a devolver la llamada pues en mi puerta oigo tres fuertes golpes, que me hacen soltar un sonoro bufido.

“No se puede tener un minuto de tranquilidad ni en tu propia casa” pienso.

Me abstengo de vociferar un «Voy» con los próximos golpes que escucho en la puerta; pues me tomará más tiempo gritar algo, que llegar hasta la puerta y abrir.

Pongo mi ojo en la mirilla de la puerta con la intención de ver quién es, y lo primero que alcanzo a ver es la nariz y los ojos grises oscuros de Lily; los cuales se ven grandes y deformados a través del ojo mágico.

Quito los seguros y abro la puerta, encontrando a Lily con las manos puestas como jarras del otro lado de la puerta.

—¿Qué pasó? Te fuiste sin avisarme —le digo devolviéndome, esta vez con la intención de ir a la cocina, al tiempo en el que trato de contener un bostezar.

—Sí, tuve un problema con León, y me tuve que ir —la siento cerrar la puerta, antes de seguirme, con a diferencia de los míos, pasos apresurados y enérgicos.

—¿Qué pasó?, ¿Todo bien? —mi pereza se esfuma por un momento, al momento en el que me giro sobre mis talones en la entrada de la cocina, encarandola.

—Sí, sí, nada grave, solo falsa alarma...  A ver, no vine hasta aquí a hablar sobre mí y mis problemas; lo cierto es que la zozobra me está carcomiendo y no podía esperar días hasta volverte a ver —habla como carreta sin frenos a mis espaldas, mientras yo busco el jarrón del agua en la nevera; el cual tomo, poniéndolo sobre la meseta.

—¿Qué es lo que quieres saber? —le pregunto, al tiempo en el que busco un vaso en los gabinetes..

—¿Que qué es lo que quiero saber? —rebate mi pregunta, como si le estuviese preguntando la cosa más absurda del mundo. Me giro hacia ella al tiempo en el que le doy varios sorbos al vaso de agua. —Octavio Jackson, apareció, así de la nada, ¡pum! —hace la mímica de una explosión con sus manos —Se ensalzaron en una pequeña discusión y luego desaparecieron juntos y solos a una oficina, por más de una hora... ¿Y me preguntas que qué quiero saber? ¿Se te esfumaron los gramos de inteligencia o qué? —pregunta con indignación, al tiempo en el que le doy un pequeño golpe en la frente... Dirigiéndome a uno de los taburetes que están alineados en el desayunador.

Cenizas Fuera Del Hielo Where stories live. Discover now