Capítulo 15: Hechizo Hadaluz.

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XV

Desperté con la muñeca vendada y una molesta jaqueca

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Desperté con la muñeca vendada y una molesta jaqueca. No estaba tan cansado como veces anteriores, tal vez Oliver no había bebido mucho, lo cual siempre era algo bueno; pues así podría regresar a la academia.

Tomé un baño, me vestí y, al bajar a desayunar, la tensión en la mesa era palpable. Supuse que mi mamá había hablado con mi padre; pues ninguno articuló palabra. Tenía muy presente que mi lugar no era aquí, que yo no encajaba en este concepto que mi familia tenía de un hogar feliz. Ahora más que nunca, mis deseos por liberarme afloraban con insistencia, pero no podía, no podía hacerlo solo y lo detestaba porque a mi alrededor todos aprendían a ser fuertes y todos decían que te debías salvar por tu cuenta y, de no ser capaz de hacerlo, eras patético. Me repetía día y noche cuanto los demás decían: «Este mundo no es para débiles». Yo me consideraba débil. Sin embargo, no podía permitirme que lo supieran.

Mi único motivo para entrar sonriente a la academia eran Julián y Katia. Me encontré con Julián de primero, quien me volvió a recalcar la salida que tendríamos hoy. Los cuchicheos entre los alumnos sobre mí aún no habían cesado, pero, esa semana, la previa emoción por la clase que recibimos los opacó.

Era la clase de invocación, donde nos dieron nuestras varitas, o aitérforas como en verdad le llamaban, y comenzamos a tener un verdadero contacto con la magia de nuestro mundo. Un sentimiento de aprehensión me invadió el pecho en cuanto leí la asignatura días antes. Había imaginado que tendría relación con demonios o algo satánico, pero no resultó ser nada de eso. En cambio, fue mejor.

Desde que nos sentamos en nuestros pupitres, nuestras varitas nos saludaron a cada uno encima de nuestros escritorios. Escuché a algunos murmullar que estaban talladas con la madera de los sauces del bosque que quedaba a unos kilómetros de Esótria.

—En la jerarquía de las ramas de la magia —habló la profesora Dalia, una mujer de tez negra, ojos grandes y una preciosa cabellera adornada con rastas—, existen distintos tipos, entre ellos, la magia violeta, o, como ustedes ya adivinaron, la magia de invocación. —Dicho eso con un rostro sonriente, le dio un golpe a la mesa, nos señaló y con una expresión seria dijo—: Pregunta de examen: a qué color pertenece la magia de invocación. —Se aclaró la garganta y continuó—: Quiero aclarar que de ninguna forma Esótria, no, es más. —Puso una mano en el escritorio y la otra en su cadera, luego arqueó el dorso hacia nosotros y pronunció con énfasis cada sílaba—: Toda Terraórva prohíbe el contacto con el mundo infernal por medio de la magia violeta, o cualquier otro color de magia. —Se llevó la mano a la cabeza y dijo—: Menos magia negra, por dios, ¿¡Entendido eso!?

Las velas en su escritorio se apagaron.

Todos asentimos enseguida con parpadeos frenéticos. La profesora Dalia achinó la comisura de sus ojos y nos escudriñó en tanto caminaba despacio delante de nuestros pupitres. Un silencio ensordecedor se formó y, tras unos segundos, volvió a su gigante sonrisa, así como el fuego de las velas a sus mechas.

Preternatural - Corona CarmínWhere stories live. Discover now