Nacimiento

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📍Birmingham, 2021

2 meses después



-¿Estas lista para que hable de él?-

-Sí, lo estoy-



No era lo más común de mí día a día, el asistir a terapia me parecía un cambio brusco en mi vida, o más bien en la soledad. Después que Emiliano se marchó esa mañana de la casa, las cosas parecían ir en neutro, los silencios se habían vuelto más intensos y la angustia que sentía después de saber más de la cuenta las cosas que presentía me hicieron peor. En contadas razones, era eso lo que había orillado a mí a buscar ayuda, no solo pensando en mí sino en Santi, quien estaba próximo a nacer.

La doctora llevaba un control estrictico de mi bienestar, mis estados de ánimo y un poco más de cada paso que daba, en si me sentía bien acompañada. Era un hecho decir que los pequeños traumas que el despido, el divorcio y las emociones cambiadas por todo lo ocurrido estaban sanando, de a poco y con apariencia todo marchaba bien. Aun así quien poco cooperaba en ese proceso era Emiliano. A pesar de que le había pedido que no volviera más a la casa, la rutina de cada mañana seguía siendo lo mismo desde aquel día: Tocar el timbre unas 5 veces seguidas y los golpes en la puerta seguido de un "Olivia, sé que estás ahí. No me voy a ir hasta que abras" pero con el pasar de los días, simplemente se sentaba en la entrada y dejaba pequeños regalos que al irse yo recogía.

Definitivamente el hombre no estaba ayudando en nada, y yo no hacía más que sentir culpa por no poder reaccionar ante la situación. No voy a negar que en los primeros días no hiciera más que sentir enojo y disgusto por su insistencia pero con el pasar de los días, su corta e insistente visita se había convertido en rutinaria y hasta en un punto necesaria. Sabía que entre las 8 y 9 de la mañana el vendría, por lo que llevaba mis cosas hacia cerca de la puerta y me sentaba mientras sentía en el silencio sus suspiros. Definitivamente eso me estaba matando.

Lo reconozco, en las terapias me costaba mucho hablar de Emiliano, y era hasta este punto que optaba por no hablar de él y simplemente concentrarme en otras cuestiones, hasta que el día había llegado. La sesión que normalmente duraba una hora se había convertido en una extensa charla de 2 horas, en la que llore desde principio a fin, misma en la que pude desahogar todo aquello me llevaba guardando, los sentimientos almacenados que escondí dentro de mí, el divorcio, las peleas antes de ese evento traumático, la noticia del embarazo, la rara evolución que nuestra relación tenia, lo imparcial que resulto, la reconciliación importuno y el último enfrentamiento que tuvimos.

-¿Cómo te sentiste al saber eso?-

-Decepcionada, tal vez triste y muy enojada. Creo que mi mente ideó sobre él una imagen demasiado perfecta-

-¿Serias capaz de perdonarlo?-

-No estoy muy segura-

-Reprimir los sentimientos hacia una persona que amaste no te vuelve fuerte ni tampoco lo saca de tu mente, sino que alimenta el rencor y el deseo confuso de querer estar conectada con él. Tu caso con Emiliano no es ajeno a esto, si me permites un consejo, deberías dejar abierta esa puerta que te permita conectar una vez más con él, no hablo de una reconciliación inmediata sino de una convivencia de emociones y valores y es ahora donde más que nunca la necesitan, van a tener un hijo-

Si la decisión estuviera en mis manos, tal vez diría que no quiero más que tan solo me regalaran una última oportunidad de ver sus ojos y escuchar de su boca sonar un último "Te amo" ese sincero y efusivo proclamo de su voz. Más sin embargo debía conformarme con esperarlo tras la puerta y escuchar su respiración agitada.





...

La mañana del 9 de Septiembre había comenzado con todo, despertando a eso de las 7 de la mañana con un sonido bastante ruidoso por parte de la alarma y una extraña sensación en el pecho, aun así me levante e hice mi rutina diaria a pesar de no tener en si nada para hacer y solo espere a que el reloj marcara la hora en la que sabía que Emiliano vendría como cada mañana. Con el pasar de los minutos el malestar que sentía comenzó a prolongarse, solo que estaba vez las que asustaron fueron las pequeñas contracciones que comenzaron a aparecer, haciendo estremecer cada partícula de mi cuerpo. De pie en la cocina y sin moverme hacia ningún lado, mi cara palideció al sentir el ruido que aplaco todo el silencio de la casa. Rompí bolsa.

Un grito ahogado salió de mi interior al llegar la siguiente contracción con más fuerza e incapaz de moverme más agarre mi vientre y procure hacer un leve movimiento, y como si un milagro más ocurriera el sonido del timbre apareció ser una leve música para mis oídos. Camine con máxima dificultad haciendo pausas eternas hasta llegar a la puerta y con la poca fuerza que tenía abrí rápidamente

-Olivia, por favor antes de que me cierras la puerta en la cara necesito que me escuches una última vez por favor. Llevo 2 meses viniendo hacia aquí con la esperanza de que pueda escucharme una última vez. Estoy desesperado y con un insomnio de la mierda que no aguanto más...-

-Emi...- dije con la voz temblorosa y sosteniéndome como podía

-No, déjame terminar por favor- interrumpió nuevamente

-¡EMILIANO! ¡EL BEBÉ VIENE EN CAMINO!- grite sosteniendo con fuerza una de sus manos

-¡¿Ya?!-

Los dolores eran atroces que la incapacidad de hilar una oración la tenía encima como también la poco eficacia de contestar cualquier pregunta por más básica que sea. Solo recordaba que debía inhalar y exhalar repetidas veces y en un tiempo corto, tampoco apresurado pero las contracciones eran más y más fuertes

-Llama a Camila, por favor-

-Si si, tranquila-

Emiliano conducía con rapidez hacia el hospital mientras intentaba comunicarse con Camila. Ambos envueltos en un manojo de nervios, respirando en conjunto y yo puteando cada que podía ante el reinicio de la contracción y así hasta que llegamos a urgencias

-Por favor no me dejes sola- suplique mientras lloraba sobre la camilla, sosteniendo la mano de Emiliano quien había ingresado conmigo

-Jamás, mi amor-

-A la cuenta de tres pujas una vez más- repitió la doctora

Una

Dos

Tres

Un llanto efusivo se oyó repentinamente, aliviando mi ser, ese sonido que no hizo más que desesperar mi interior buscando a mí bebe con la mirada cansada

-Felicidades mamá, es un niño muy bonito-la doctora acerco a Santi hacia mi rostro para que pudiera sentirlo, y verlo

Mi Santi, por fin nos conocemos.

-Gracias mi Emi-





















































































©annita_sca

Calamitoso Divorcio |Emiliano "Dibu" Martínez|Where stories live. Discover now